Ana Suda y Martha “Mimi” Hernández hacían la fila para pagar por leche y huevos en una gasolinera en la pequeña ciudad de Havre, en el norte de Estados Unidos, cuando un agente de la Patrulla Fronteriza les preguntó de dónde eran.
BBC NEWS MUNDO
“Fui acosada en mi pueblo por hablar español y me tuve que ir”: Ana Suda, retenida por hablar español en una gasolinera en EE. UU.
El incidente, ocurrido en mayo de 2018, quedó captado por la mujer con su celular y fue difundido millones de veces en redes sociales y replicado en los medios.
Ana Suda, de 38 años, fue retenida por la Patrulla Fronteriza de EE.UU. en mayo de 2018. (Foto Prensa Libre: BBC/Angélica Casas)
Las mujeres, nacidas en EE.UU. (Suda en Texas y Hernández en California), estaban hablando en español cuando fueron cuestionadas por el funcionario, quien luego les pidió sus documentos de identificación, de acuerdo al testimonio de Suda a BBC Mundo.
El incidente, ocurrido en mayo de 2018, quedó captado por la mujer con su celular y fue difundido millones de veces en redes sociales y replicado en los medios.
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Cuando Suda increpó al agente preguntándole si era ilegal hablar español en Montana, este respondió: “No, señora, sino que no es nada común aquí”.
Las mujeres decidieron demandar a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) por discriminación.
En un comunicado, CBP le dijo a BBC Mundo que no comentaba sobre un caso actualmente en litigio.
Pero no fue solo ese incidente. Suda tuvo que mudarse del estado recientemente tras haber sido víctima de “acosos e insultos” por parte de la comunidad, según describió a BBC Mundo.
Esta es su historia en primera persona, editada a partir de varias entrevistas con ella.
Mi familia y yo nos mudamos en 2014 a Havre, un pueblo pequeño en Montana porque a mi esposo le dieron un trabajo allá y además él es de allá también.
Nací en El Paso, Texas, y me crié en la ciudad vecina de Ciudad Juárez, en México.
No hay muchos latinos en Havre, así que al principio, había personas que me veían y me preguntaban de dónde era, pero sentía que lo hacían de buena onda y por curiosidad.
Todo eso cambió después del incidente con el agente de la Patrulla Fronteriza.
Cuando él nos pidió a mi amiga Mimí y a mí nuestras identificaciones, le dije que iría a mi troca a buscar mi celular para grabarlo. Él aceptó.
El agente nos retuvo por un buen rato y la gente nos veía como si hubiésemos hecho algo malo. En un momento le pregunté si hablar español era ilegal en Montana y dijo que no, pero que era muy inusual escuchar ese idioma en esa zona del país.
Cuando volví a casa, me sentía muy confundida e impotente y lo platiqué con mi esposo.
Él es funcionario de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza y me dijo que le parecía increíble lo que me había pasado.
Ahí fue cuando decidí subir el video en una página de Facebook de Havre y empezaron a llegar comentarios de algunos que decían que el agente estaba en todo su derecho de pedir mi identificación.
El video terminó volviéndose viral y desde ahí la situación se volvió muy difícil.
Algunas personas pensaban que yo quería hacerle mal a la ciudad y se lo tomaron personal.
Sin embargo, así como había gente que dejaba comentarios groseros, otros me apoyaron.
Pero las cosas siguieron empeorando.
Me enviaron mensajes ofensivos que decían que me fuese de este país, cuando este es mi país también.
Me gustaba ir a comer a restaurantes o a tomar algo en un bar y dejé de ir después de que me gritaran que era “una ilegal“ y que debía retirar la demanda contra CBP.
Dejé de llevar a los niños cuando iba a comprar al Walmart porque nos atacaban. A mí me gritaron, la gente se quedaba viéndonos mal. Era muy feo el trato que nos daban.
Un trato muy diferente al de la gente linda que conocí cuando llegué; ahora era completamente diferente.
Fue muy difícil con mi hija de 8 años también porque ella habla español y un día me dijo muy triste: “Mami, ¿entonces ya no vamos a poder hablar español?”.
Eso me tocó muy profundo y me dio coraje. Mi hija tiene que sentirse orgullosa de sus raíces. Es duro verla y que le dé miedo hablar español con su amiga en la escuela.
Ese miedo también tocó a otras personas. La comunidad de latinos empezó a no querer hablar español, incluso yo dejé de hacerlo por un tiempo.
Llegó un punto en el que no pude más con la situación en Havre y me tuve que ir.
Fue muy difícil tomar la decisión porque dejaba a mi esposo allá ya que él tenía que seguir trabajando.
Viajé con mis hijos desde Montana hasta El Paso, donde tengo familia. Pero mis hijos extrañan mucho a su padre y todavía no sabemos cuándo podrá venir a estar con nosotros.
Mi vida ya no es la misma. Ese incidente cambió mi vida por completo.
Ese agente arruinó mi vida. El tener que dejar todo lo que tienes… porque yo era feliz allá, tenía todo y con mi esposo planeábamos retirarnos y morir allá.
También me separé de Mimí, mi gran amiga. Ella también atravesó momentos desagradables en el pueblo y ahora solo quiero que venga a vivir aquí.
El español es mi lengua materna y el idioma que me conecta con mi familia. Quiero que mi hija siga hablándolo y que entienda que es su derecho en este país.
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*Esta nota es parte de la serie “¿Hablas español?”, un viaje de BBC Mundo por Estados Unidos para mostrar el poder de nuestro idioma en la era de Trump.