Si se toma la historia como punto de referencia, Donald Trump debería ser el candidato favorito para ganar las elecciones presidenciales de noviembre en Estados Unidos.
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Elecciones en Estados Unidos: los 2 hechos que afectan las posibilidades de reelección de Trump y cómo podría darle la vuelta
El presidente de EE. UU., Donald Trump, aparece en las encuestas por detrás del aspirante presidencial del Partido Demócrata, Joe Biden.
Trump retrocedió en las encuestas por los efectos de la pandemia en Estados Unidos. (Foto Prensa Libre: Reuters)
No lo es.
El mandatario estadounidense, que este lunes fue nominado oficialmente para la reelección durante la Convención Nacional del Partido Republicano, aparece de forma consistente en las encuestas por detrás del aspirante presidencial del Partido Demócrata, Joe Biden.
La tendencia histórica en Estados Unidos indica que un mandatario que busca la reelección suele ser favorito.
De hecho, hasta ahora, solamente 10 presidentes (de un total de 45) han fracasado en este empeño, de los cuales únicamente cuatro han gobernado en el último siglo.
En el caso actual, la brecha en las encuestas entre Biden y Trump se ha ampliado desde inicios de año, cuando apenas era de unos 4 puntos, mientras que ahora oscila entre 7 y 10 puntos, de acuerdo con la fuente que se consulte.
Estar algunos puntos por detrás en las encuestas nacionales no es necesariamente una condena a la derrota, mucho menos en Estados Unidos donde los presidentes son electos a través de un mecanismo de segundo grado conocido como colegios electorales (lo que permitió a Trump ganar la presidencia en 2016 pese a haber obtenido menos votos que Hillary Clinton).
Sin embargo, muchos expertos coinciden en señalar que Trump se encuentra ahora en una posición más débil que en enero y que, de mantenerse las tendencias actuales, es muy probable que resulte derrotado en noviembre.
¿Qué ha pasado?
BBC Mundo te explica los factores que han afectado negativamente la campaña a la reelección de Trump.
1.- El manejo de la pandemia
“Como la mayor parte de las campañas presidenciales a la reelección, ésta es un referéndum sobre el presidente en ejercicio y sobre su desempeño en el cargo”, explica Whit Ayres, un experimentado analista y encuestador republicano, en conversación con BBC Mundo.
“Usualmente un mandatario en el poder que busca la reelección es el favorito para ganar, pero no siempre: Jimmy Carter no era favorito en 1980 y George H.W. Bush tampoco lo era en 1992”, agrega.
El experto señala que Trump estaba en una posición más favorable para participar en esta carrera en enero, antes de que se desatara la pandemia de Sars-cov-2.
“Sus niveles de aprobación por el manejo de la pandemia estuvieron en territorio positivo durante unas semanas en marzo, pero desde entonces han registrado una sostenida tendencia descendente y eso es lo que lo ha mantenido detrás de Biden”, afirma.
Ayres destaca que en la actualidad, 40% de los estadounidenses aprueba la manera cómo Trump ha gestionado la crisis del coronavirus, mientras que 58% la desaprueba.
Stuart Rothenberg, analista político y editor senior del portal especializado InsideElections, considera que la respuesta ante la pandemia del gobierno y, en concreto, de Trump generó entre los ciudadanos la percepción de que no eran capaces de reconocer lo que estaba ocurriendo.
“La tasa de contagios y de muertes crecía y el presidente hablaba sobre cómo la pandemia iba a desaparecer. Lo peor que puede ocurrirte es que exista la percepción de que no estás en contacto con la realidad o que eres insensible”, apunta.
El experto recuerda que eso le ocurrió en 1992 a George W.H. Bush porque no supo cuál era el precio de una botella de leche.
“Por su estilo, este presidente es un cheerleader. Siempre ha sido igual. Dice: ‘Todo es maravilloso. Yo estoy en control. Yo voy a arreglarlo’. Y eso funciona cuando las cosas van bien, porque te puedes atribuir el éxito. Pero es más difícil presumir de lo bien que van las cosas cuando la gente está muriendo y cuando los números señalan que no hemos logrado controlar el virus”, agrega.
Rothenberg considera que, con esa actitud, Trump debilitó su posición ante los electores indecisos e, incluso, ante algunos republicanos.
Paradójicamente, la pandemia pudo haber sido una oportunidad para que el presidente reforzara su liderazgo de cara a las elecciones como, según apunta Ayres, le ha ocurrido a varios mandatarios alrededor del mundo e, incluso, a varios gobernadores en Estados Unidos.
2.- Protestas contra la injusticia racial
La muerte en Minneapolis del afroestadounidense George Floyd, quien falleció en mayo después de que un policía le colocó durante varios minutos la rodilla sobre su cuello mientras lo mantenía sometido en el suelo, desató la mayor ola de protestas raciales que haya vivido Estados Unidos desde la década de 1960.
Las manifestaciones -mayormente pacíficas y en las que participaban ciudadanos de diferentes razas, edades y clases sociales- ocurrieron en decenas de ciudades de todo el país, colocando en el centro de la agenda política el tema de la injusticia racial y reabriendo el debate sobre el llamado “racismo estructural” en Estados Unidos.
De acuerdo con los analistas consultados por BBC Mundo, en este caso Trump erró en la estrategia al optar por atacar a los manifestantes, acusándolos de ser saqueadores y ofreciendo una respuesta de mano dura, desplegando a la Guardia Nacional.
“Ante el tema del coronavirus y ante los problemas raciales, él luce insensible. Sin reconocer la gran brecha económica racial ni los problemas por la forma como la policía trata a los afroestadounidenses y a las minorías en general”, señala Rothenberg.
El experto considera que aquellas protestas que se tornaron violentas le dieron a Trump una oportunidad para ofrecer su discurso de “ley y orden” que encuentra eco entre sus votantes más fieles pero no en el resto del electorado.
“La mayor parte de los estadounidenses puede distinguir entre unos saqueadores y unos ciudadanos que protestan dentro de la legalidad”, apunta el experto.
Para Whit Ayres, el manejo de las protestas tras la muerte de George Floyd no es la principal fuente de descontento contra Trump, “pero forma parte de un cuadro más amplio que refuerza la sensación de las personas de que en Estados Unidos las cosas están fuera de control y de que el país va en la dirección equivocada”, algo que reflejan las encuestas.
Una estrategia que resta votos
Entonces, ¿qué está haciendo Trump para darle la vuelta a las encuestas?
Anthony Zurcher, corresponsal de la BBC en América del Norte, considera que el presidente estadounidense tenía una estrategia de campaña trazada a inicios de año que terminó inutilizada por el efecto de la pandemia.
“Trump comenzó el año con una clara estrategia sobre cómo iba a ganar la reelección. Iba a presumir sobre su manejo de una economía en auge que se enrumbaba hacia su 11vo año de crecimiento. Iba a hablar sobre sus acuerdos comerciales y sobre cómo mantuvo a la nación en paz.
“Iba a presentar a Joe Biden como un cambio arriesgado cuando las cosas iban tan bien. Pero la pandemia puso esa estrategia patas arriba”, comenta Zurcher.
Los efectos del coronavirus sobre la economía estadounidense han sido notables. El desempleo escaló de 3,5% en febrero a 14,7% en abril, aunque luego ha ido descendiendo lentamente hasta ubicarse en 10,2% en julio.
En el segundo trimestre del año, la economía se contrajo a una tasa de 32,9%, la caída más grande desde que se tiene registro.
“Ahora el presidente tiene que explicar por qué la economía está en problemas, por qué más de 170.000 estadounidenses han muerto y por qué muchas ciudades fueron sacudidas por las protestas contra la injusticia racial”, señala Zurcher.
Los analistas consideran que, al desvanecerse la estrategia inicial tras el impacto del coronavirus, Trump recurrió a la misma fórmula que le dio el triunfo hace cuatro años.
“Su mensaje es esencialmente el mismo de 2016. El país cambió pero el mensaje del presidente no lo ha hecho“, advierte Ayres.
Rothenberg considera, sin embargo, que esta vez Trump no contará con la ventaja de la que gozó antes, cuando muchos electores del Partido Demócrata no acudieron a las urnas porque compraron la idea de que no había diferencias entre los candidatos y de que tanto Hillary Clinton como él eran representantes de los intereses de las grandes empresas.
“Cuatro años con Trump en la Casa Blanca han cambiado la ecuación y, aunque la economía funcionó bien durante un tiempo, ahora la situación es desesperada, por lo que creo que él está en aprietos graves”, apunta.
El experto considera que al asumir el mismo estilo y retórica de las elecciones pasadas, Trump ha alejado a muchos electores de grupos minoritarios, a votantes jóvenes, a hombres y mujeres con educación superior; e, incluso, a algunos de sus propios partidarios.
“Esos votantes esperan que su presidente hable con un cierto lenguaje, pero él se ha mantenido como un outsider iracundo, promoviendo quejas en contra del establishment”, apunta.
Aunque esta estrategia puede ser efectiva para movilizar a la base más dura de Trump, hay dudas sobre si eso será suficiente para darle la victoria.
¿Puede Trump recuperar el terreno perdido?
Aunque ahora no lidera las encuestas, las opciones de reelección de Trump siguen siendo reales.
“Sería tonto dar por segura una victoria de Biden porque él no es un gran candidato. Es un hombre de 77 años de edad, no tan ágil como debería ser. Todo el mundo cree que es decente y honorable pero no es el candidato ideal contra Trump. El aspirante ideal del Partido Demócrata sería una mujer gobernadora de 45 o 50 años de edad, moderada y pragmática”, afirma Rothenberg.
El experto espera que la mayor parte de los votantes republicanos se mantengan fieles a Trump por lealtad al partido, por ideología o porque creen que el Partido Demócrata terminaría aumentando el tamaño del gobierno o creando más impuestos y regulaciones.
“Las personas a las que les importan estas cosas se mantendrán junto a Trump y saldrán a votar. El problema es que él ahora se encuentra 10 puntos por detrás en las encuestas y no puede darse el lujo de seguir perdiendo votantes, por lo que necesita redefinir la naturaleza de la carrera electoral”, afirma.
Según Rothenberg, el mandatario ya está intentando darle un giro a la campaña con la búsqueda de algún tema que sirva para dividir los votos del Partido Demócrata y, en general, de todos sus opositores.
“Él lo intentó con las denuncias sobre saqueos y anarquía en Minnesota. En el pasado, los republicanos han usado el llamado de ley y orden para atraer a los votantes suburbanos.
También ha dicho que Biden es un socialista que va a implantar el socialismo en Estados Unidos. En el Partido Demócrata hay socialistas, pero él no es uno de ellos. Así que constantemente Trump está buscando algo para dividir a sus opositores aunque hasta ahora no ha tenido éxito. ¿Lo va a lograr? No lo sé”, señala el experto.
Ayres, por su parte, cree que las opciones de Trump están más vinculadas a lo que ocurra con la pandemia pues Estados Unidos ha sido muy golpeado, al punto de registrar 25% de los contagios pese a tener solamente 4% de la población mundial.
“Creo que sus mayores esperanzas residen en que los casos desciendan sensiblemente y la economía inicie una rápida recuperación“, señala.
En opinión de Anthony Zurcher, esta semana es clave para el mandatario en ese esfuerzo de reorientar la campaña y de incrementar sus opciones de triunfo.
“Si Trump va a lograr la victoria, como hizo en 2016, tendrá que convencer a los estadounidenses de que él es el más capaz de guiar a la nación en medio de las actuales crisis. Parte de ello consiste en recordar lo bien que iban las cosas antes de la pandemia. La otra parte es tratar de presentar a su oponente, Joe Biden, como una alternativa inaceptable: por ser muy débil o por encontrarse muy a la izquierda”, señala.
Así, esta semana promete ser clave para definir si Trump permanecerá en la Casa Blanca o si se engrosará el grupo minoritario de los mandatarios que no lograron la reelección.
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