Hasta ahora no es así. El acuerdo por el que Reino Unido entregó su antigua colonia al gigante asiático en 1997, establece que Hong Kong funcionará durante 50 años bajo el principio de “un país, dos sistemas” mediante el cual el territorio disfrutaría de un “alto nivel de autonomía, excepto en defensa y relaciones exteriores”.
BBC NEWS MUNDO
Cuáles son las cinco principales diferencias que existen entre Hong Kong y China
Hay una fecha que los ciudadanos de Hong Kong tienen muy presente: 2047. Ese será el año en el que, si nada cambia, el territorio pasará a ser controlado completamente por Pekín.
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Nadie sabe qué pasará en 2047.
Las posibilidades son variadas: una extensión del estatus especial del territorio, la total independencia de Hong Kong, una total adhesión a China, o algo entre medio.
Pero en 2014 un consejo del gobierno chino ya publicó el Libro Blanco sobre Hong Kong (documento oficial de reglas).
En él subrayaba que el objetivo final es la “reunificación del continente” y recordaba que el territorio “tiene autonomía sobre los asuntos locales en la medida que se lo permite el poder central”.
Algunos analistas internacionales advierten de que ese poder que Pekín intenta ejercer en la ciudad asiática es cada vez más acuciado, empujando a un proceso de homogenización de Hong Kong que difumine las diferencias que existen entre la China continental y la Región Administrativa Especial de la República.
Pero, ¿cuáles son esas diferencias?
Aquí le damos cinco de las más significativas con el asesoramiento del servicio chino de la BBC.
1. Sistema político
La República Popular China es un estado socialista de partido único, el Partido Comunista Chino.
En la China continental no hay sufragio universal. Según los estatutos del Partido Comunista, sus casi 90 millones de miembros seleccionan a cerca de dos mil 300 delegados, quienes a su vez votan por un comité central de aproximadamente 200 miembros.
Ese comité luego elige a un Politburó (el núcleo del poder en China) de 25 miembros, a un comité permanente que tiene entre cinco y nueve miembros y al secretario general o líder principal del partido.
Desde 2012 este cargo lo ocupa Xi Jinping, quien también asumió el cargo de presidente de la República en 2013.
Así que si bien existe una votación, quienes la ejercen son personas seleccionadas previamente por los dirigentes del partido.
Hong Kong es una democracia limitada y, aunque ambos territorios comparten el mismo presidente como cabeza del estado, Xi Jinping, Hong Kong tiene su propio gobierno.
La estructura gubernamental de la ciudad está encabezada por un líder ejecutivo elegido mediante votación secreta por un comité de mil 200 personas.
Lo forman los 70 miembros de la asamblea legislativa, políticos y distintos representantes de grupos empresariales, sindicatos, profesores, líderes religiosos e incluso celebridades.
El mandato del jefe ejecutivo, que desde 2017 ejerce la polémica Carrie Lam, es de cinco años y puede renovarse un máximo de dos veces consecutivas.
Por lo tanto, Hong Kong tampoco es una democracia, pero su asamblea es elegida por un sector más diverso de la sociedad que en la China continental.
En los últimos años, no obstante, han ido aumentando las demandas por aumentar las garantías democráticas de la ciudad.
Y los hongkoneses lo han dejado sentir en las calles.
En 2003 hubo protestas en contra de una batería de leyes sobre seguridad nacional impulsada desde Pekín que prohibían la sedición y los actos de presunta traición contra el gobierno chino.
Medio millón de personas marcharon en aquella ocasión por la ciudad.
Hubo más manifestaciones en 2012. Esta vez por la oposición de los estudiantes a aceptar un programa educativo nacional que resaltaba el comunismo como estructura de estado y los valores de la República Popular China.
Las marchas de 2014 fueron bautizadas como la Revolución de los Paraguas y exigían la retirada de una ley impuesta desde Pekín que limitaba quién podía presentarse a las elecciones como jefe ejecutivo del territorio.
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Y las últimas han sido las de 2019, que el pasado 16 de junio consiguieron congregar a hasta dos millones de personas, el 28% de una población de siete millones.
La gente protestó contra una ley de extradición, ya aplazada aunque no suspendida, que permitía que cualquier ciudadano detenido en Hong Kong sin necesidad de ser condenado, pudiera ser llevado a la China Continental para ser procesado por un aparato de justicia muy distinto al del territorio especial.
2. Sistema judicial
El sistema legal hongkonés es muy distinto al que rige en el continente chino. Es en realidad un fiel reflejo del modelo británico, que premia la transparencia e independencia de los procesos judiciales, aspectos que vienen determinados en la constitución del territorio, la llamada Ley Básica.
En la China continental, por el contrario, el Partido Comunista controla todos los aspectos del proceso judicial y los críticos aseguran que es un sistema corrupto que no ofrece las garantías para los procesados.
Sin embargo, la Ley Básica también otorga al Comité Permanente del Congreso Nacional de China la facultad de emitir una interpretación final y vinculante de las leyes que contiene, por lo que tampoco en este aspecto está garantizada la independencia del sistema. Pekín tiene la última palabra.
3. Derechos civiles
En cambio, el documento sí ofrece a los hongkoneses una serie de libertades civiles que no existen en el resto del país: libertad de expresión, de reunión y de prensa.
Pero algunos episodios en los últimos años parecen haber puesto en riesgo también estas prerrogativas.
En 2014, algunos de líderes estudiantiles que participaron en las protestas de la Revolución de los Paraguas fueron encarcelados acusados de traición.
También se ha encarcelado a profesores críticos con el régimen comunista y se han cerrado librerías consideradas “subversivas” por publicar libros críticos con el régimen chino.
Este último, señalan desde el servicio chino, es un episodio especialmente escandaloso.
En 2015 cinco libreros fueron secuestrados y transportados a China. Uno de ellos, Gui Minhai, que cometió el error de escribir un libro sobre la vida privada de Xi Jinping, sigue detenido.
El resto, o se ha quedado en China o han vuelto a Hong Kong pero nunca han hecho declaraciones sobre lo sucedido.
Un informe de Reporteros Sin Fronteras de 2017 denuncia que desde la llegada de Xi Jinping al poder, 2012, la ciudad ha bajado de la posición 54 a la 73 en el ranking mundial de libertad de expresión.
Pese a todo, el panorama mediático en Hong Kong es mucho más diverso que en el resto de China. También el acceso a la información.
Mientras en China están prohibidas plataformas como Facebook, Twitter o WhatsApp por ejemplo, en Hong Kong se pueden usar como en cualquier otros país, sin restricciones.
Los hongkoneses también tienen un pasaporte distinto al chino, que les permite viajar a la mayoría de países, entre ellos Estados Unidos y todos los estados miembro de la Unión Europea, sin necesidad de solicitar visa, al contrario que los ciudadanos de la China continental.
4. Economía
El principio “un país, dos sistemas” permite la paradoja de que convivan el socialismo económico y el capitalismo en un mismo estado. De esta forma, mientras las empresas en China se rigen por la estructura comunista (controladas en su mayor parte por el estado), Hong Kong tiene un sistema libre de empresa.
Además, la República Popular de China no interfiere en las leyes fiscales de la región administrativa especial y no le exige ningún tipo de impuesto.
La economía china es principalmente la de un país en desarrollo, dependiente sobre todo de materias primas y productos manufactureros. La de Hong Kong se basa en sectores como el de servicios y finanzas.
También tienen monedas distintas: el yuan y el dólar de Hong Kong. Este último opera bajo el tipo de cambio vinculado al dólar, y por tanto sometido a las reglas de mercado internacional, algo que no ocurre con el yuan, dando la posibilidad al gobierno chino de depreciarlo y mejorar su balanza comercial.
En general, la economía hongkonesa se caracteriza por tener impuestos bajos, libre comercio y escasa interferencia de las autoridades gubernamentales en el tejido empresarial.
5. Idioma
También hay diferencias en el idioma: la China continental y Hong Kong no hablan la misma lengua.
El idioma oficial de China es el mandarín estándar, al que formalmente se le llama “putonghua” y que puede traducirse como “lengua común”, pues sirve de lengua vehicular entre las distintas regiones de un país de más de nueve mil 500 kilómetros cuadrados de extensión. Lo hablan más de mil 200 millones de personas.
Pero en China existen otros miles de dialectos y varias lenguas minoritarias, entre ellas el cantonés, que se habla en Hong Kong.
Desde el servicio chino nos aseguran que el mandarín o chino estándar se enseña en todas las escuelas del país, incluyendo Hong Kong, y que, por tanto, todos los hongkoneses deberían saber hablar y escribir en mandarín, pero en la vida diaria, así como en el ambiente laboral, el cantonés es el idioma dominante.
Los caracteres en la escritura son también distintos en el continente y el territorio administrativo especial.
China continental utiliza la forma simplificada de escritura, que elimina muchos de los trazos y caracteres bajo el pretexto de mejorar los índices de alfabetización dentro de una serie de reformas comunistas promovidas especialmente en la década de los 50.
En Hong Kong, por contra, se escribe de la forma tradicional, con mucha más variedad de caracteres y de trazado más complejo que la hacen difícil de entender para aquellos que solo hablan y escriben mandarín de forma simplificada.
Pero, desde el servicio chino de la BBC apuntan que la diferencia más importante entre chinos y hongkoneses es la forma de pensar de la gente.
Los hongkoneses, muy influenciados por la cultura británica, son mucho más beligerantes en cuanto a la defensa de sus derechos y más abiertos a expresar su opinión y mostrar su individualidad.
En China, por el contrario, ser diferente es un problema y la gente prefiere pasar desapercibida, aseguran.
Hay también una percepción distinta de identidad.
Si bien la mayoría de las personas en Hong Kong son de origen chino y pese a que, sobre el papel, el territorio es parte de China, la mayoría de hongkoneses no se identifican como chinos.
Varias encuestas de la Universidad de Hong Kong muestran que la mayoría de las personas se identifican como “hongkoneses” y que solo el 15% se llama a sí mismos “chinos”.
La diferencia es aún más marcada para los más jóvenes. Un sondeo de 2017 arrojó resultados en los que solo el 3% de las personas de entre 18 a 29 años se identificaron como chinas.