Con gran parte de la población mundial en cuarentena, se ha alertado que las personas que viven en una situación de abuso familiar pueden convertirse en víctimas ocultas de la pandemia.
BBC NEWS MUNDO
Coronavirus: “En cuarentena con mi agresor”, el drama de una joven forzada a vivir el encierro con su padre al que acusa de abusar de ella
En América Latina y España se ha reportado el aumento de casos de abuso sexual durante el aislamiento que miles de familias son obligadas a tomar por el coronavirus.
El confinamiento forzado por la pandemia de coronavirus ha puesto a algunas mujeres en riesgo. (Foto Prensa Libre: James Mobbs/BBC)
En Reino Unido, las llamadas a la línea nacional de emergencia para denunciar abusos se incrementaron un 65% el pasado fin de semana, según la comisionada de abuso familiar para Inglaterra y Gales.
En América Latina y España también se ha reportado el aumento de casos y se han adoptado distintas medidas.
Entre tanto, la ONU ha advertido que las mujeres en países más pobres y que viven en hogares pequeños probablemente tendrán menos recursos para denunciar una situación de abuso.
En este contexto, la BBC conversó con una joven de EE.UU. que actualmente se encuentra en cuarentena con su padre, a quien acusa de haber abusado de ella en el pasado.
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Una corriente helada por las venas
Kai tomó su móvil y escribió un mensaje lentamente: “Mamá quiere que me quede contigo”. Apretó enviar. La respuesta llegó rápidamente: “Está bien”.
La semana pasada, la adolescente regresó a una casa a la que juró no volver jamás.
“El instante en que entré mi cerebro se apagó”, dice suavemente. “Todo se apagó, toda sensación”.
Había regresado a vivir con su padre, el hombre que ella sostiene abusó física y sexualmente de ella durante años.
Hace dos semanas, Kai pensó que el coronavirus sería algo pasajero que desaparecería como tantas otras noticias. De pronto, las cosas cambiaron.
El personal en la tienda donde su madre trabajaba se empezó a inquietar. Las noticias de que el virus había traspasado fronteras y había llegado a Nueva York tenían a la gente nerviosa.
El trabajo en la tienda implicaba interactuar con los clientes a diario.
La madre de Kai y sus colegas se preocuparon de ese contacto con los clientes, pero no por mucho tiempo: la compañía anunció que cerraba indefinidamente y que el personal quedaba cesante.
La madre de Kai perdió su empleo por el que ganaba US$15 la hora al tiempo que le informaron que tendría seguro de salud solo cinco días más.
La situación empezó a agobiar a la madre de Kai, que durante gran parte de su vida había sufrido problemas mentales.
“Tuvo un episodio”, cuenta la joven. “Gritó: ‘las cosas son una locura aquí, deberías irte a casa de tu papá'”.
Las palabras enviaron una corriente helada por las venas de Kai.
Se retiró a su dormitorio, esperando que si le daba a su madre suficiente tiempo, las cosas se calmarían. Pero, cuando volvió abajo, su madre sencillamente dijo: “¿Por qué sigues aquí?”.
Sonido petrificante
Hacía solo unos meses Kai había empezado la terapia para recuperarse de años de abuso físico y sexual por parte de su padre.
Afirma que él abusó de ella desde que era niña. Todavía no le había confesado a su madre ni hermana la magnitud completa del abuso.
Acababa de empezar, pero Kai asegura que la terapia la estaba ayudando y que se sentía más en control. Se sentía más esperanzada con el futuro.
Entonces, el lugar de acogida donde Kai se reunía con su terapeuta anunció que también cerraba por el brote de coronavirus. Y, la semana pasada, la joven se mudó a vivir con su padre.
“Se queda aquí todo el tiempo”, susurra. “Durante el día ve televisión en su computadora en la sala. En la noche puedo escucharlo viendo pornografía”.
Kai sabe cuándo se despierta su padre en cuanto le escucha preparando un batido para el desayuno. “Odio tanto ese sonido, es tan fuerte, el sonido de la licuadora me petrifica. Es el comienzo de mi día, cuando tengo que estar atenta”.
No ha dormido mucho desde que se mudó, su puerta no tiene cerrojo.
El abuso físico tenía una rutina, sucedía cuando Kai hacía algo que enojaba a su padre. Así que su plan es mantenerse apartada de él y solo abandona su dormitorio para ir rápidamente al baño y prepararse algo para comer en la cocina.
La última vez que estuvieron juntos, antes de este confinamiento forzado, se fue la luz y el abuso fue particularmente malo.
“Él actúa como si viviéramos en un período extraño de la historia y no menciona nada sobre el abuso”, comenta. “Eso me hace sentir como si me estuviera enloqueciendo. No ha hecho nada todavía, pero la anticipación me está matando“.
Kai se pasa todo el día online. Recientemente ha estado viendo críticas de cine en YouTube. Disfruta al escuchar el análisis de películas que nunca ha visto.
Espera que su madre la deje regresar pronto, o que el brote de coronavirus termine y pueda encontrar otro lugar donde vivir.
Protección para las personas vulnerables
Nicole Jacobs, la comisionada de abuso familiar para Inglaterra y Gales, dice que la policía en esos territorios está lista para lidiar con el aumento de las denuncias.
“Intentamos asegurarnos de que la gente sepa que la policía está anticipando que el abuso familiar se incremente, que nos estamos preparando para eso”, le explicó Jacobs a la BBC.
La comisionada subrayó que esas llamadas tienen prioridad y señaló que se pueden hacer llamadas silenciosas en las que la víctima espera a que el operario conteste para toser o hacer algún ruido o marcar 5,5.
Jacobs añadió que a las mujeres con estatus migratorio irregular se les deben “retirar todos los obstáculos, sin temor a ser deportadas cuando denuncian casos de violencia durante esta época” y anunció que habrá más fondos para los trabajadores claves en los sitios de acogida.
Ese es un sentimiento compartido por Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU Mujeres, que le manifestó a la BBC que hay una necesidad urgente de que las personas que trabajan con mujeres vulnerables reciban equipos de protección personal (EPP).
“Lo que necesitamos son fondos para que los trabajadores puedan llegar con EPP a las comunidades y monitoreen a las mujeres vulnerables. Esto debe ser una prioridad y debe haber un financiamiento global urgente”, afirmó.
“En varios países es imposible para la mujeres de estratos socioeconómicos bajos reportar casos de violencia familiar, pues viven en hogares de solo una o dos habitaciones con sus abusadores”.
Algunos países de América Latina y España han reforzado sus medios de atención y creado planes de contingencia para proteger a las personas expuestas al abuso y violencia de género durante la cuarentena.
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