Esa es la bienvenida en el Museo de las Relaciones Rotas que recientemente abrió sus puertas en Los Ángeles, California.
BBC NEWS MUNDO
Cómo es el nuevo museo de las rupturas amorosas de Los Ángeles
Un impecable vestido de novia colgado de una percha como símbolo no del amor eterno, sino de una ruptura.
Situado en pleno Hollywood, donde cientos de turistas caminan y se fotografían junto a las estrellas de los famosos en el suelo, este centro de arte conceptual, como lo describe su directora Alexis Hyde, es una caja de sorpresas.
Los que piensen que van a encontrar un par de corazones de papel rotos y cuatro osos de peluche, quedarán impresionados ante la variedad de objetos exhibidos.
Diversidad de relaciones
Cuando uno recorre el museo, queda claro también el amplio abanico que comprende ese concepto de las relaciones rotas.
“Las relaciones románticas son probablemente lo primero que viene a la cabeza, pero aquí cabe todo: relaciones de pareja, de amistad, trabajo, familia, con la religión, con un lugar o con el alcohol y las drogas, por ejemplo”, le dice Hyde a BBC Mundo.
“Incluso puede ser una ruptura con una versión anterior de nosotros mismos”.
Si tienes el corazón roto…
La idea de abrir este centro la tuvo John Quinn tras quedar fascinado por su antecesor: el Museo de las Relaciones Rotas de Zagreb, Croacia.
Quinn pensó que un lugar así encajaría a la perfección en una ciudad como Los Ángeles.
La campaña para recolectar los objetos que se exhiben se inició con un simple mensaje en internet: “Si alguna vez has tenido un corazón roto, dona aquí”.
El efecto fue inmediato: las ofertas llegaron de todas partes, sobre todo de Estados Unidos, pero también del extranjero.
Y la variedad de los objetos es impresionante: desde elementos cotidianos como una pasta de dientes gastada, un cepillo con restos de cabello o prendas de ropa, hasta algo tan inesperado como dos implantes mamarios de silicona.
Sí, leyeron bien, pero a eso volvemos más tarde.
Gesto de confianza
Más de mil donaciones después, Alexis Hyde no deja de maravillarse ante la respuesta de la gente.
“Aunque no estés atravesando una situación de ruptura, seguro que conoces a alguien que lo está o tienes algo con lo que te quedaste y que ya no lo quieres más”.
Y agrega: “Desde el inicio la gente fue muy confiada. Una de las primeras cosas que recibimos fue el vestido de novia”.
“Para mí son cosas muy importantes, ¡como tótems!”, exclama Hyde. “Se trata de decisiones que marcaron una vida, símbolos de un momento de cambio y aun así están dispuestos a mandarlos a una persona extraña”.
“Ha sido algo muy aleccionador, la respuesta ha sido abrumadoramente positiva. La gente comprendió rápidamente el mensaje que queríamos trasmitir con este museo”, añade Hyde.
El museo sigue aceptando donaciones de forma continuada.
Historias desgarradoras, pero también inspiradoras
“Mi ex me convenció para que me pusiera implantes de silicona en los senos”, se lee en el cartel que acompaña los implantes que citábamos anteriormente.
La autora termina su relato diciendo: “¡Que bonita manera de despachar esas dos masas de silicona que tanto dolor me causaron!”.
Cuando la directora recibió el mensaje de la donante de los implantes, no creyó que realmente los fuera a mandar.
“A veces la gente envía sus mensajes de correo contando la historia pero no siguen hasta el final. No son conscientes de que tienen que enviar el objeto físico además del texto o se les pasa por alto”, cuenta Hyde.
“Otras personas me dicen ‘lo siento, creí que estaba listo para dar el paso pero no lo estoy’, y eso está bien porque no seré yo quien ponga plazos”.
“Así que cuando recibí el mensaje de la mujer que quería donar sus implantes pensé que probablemente no los tenía, me pregunté: ‘¿cómo va a mandar algo así?’, pero lo hizo”.
Hyde cuenta: “Llegó la caja y ahí estaban, protegidos por una bolsa sanitaria. Con el tiempo, la mujer vino a visitarnos. Es encantadora y está en un momento dulce. Es feliz al pensar que quizá alguien puede aprender de su experiencia”.
El confesionario
Las historias que acompañan cada objeto son anónimas y no hay fotografías o ningún otro dato que pueda identificar a sus dueños.
Esto es también por respeto a la persona con quien se produjo la ruptura.
“Se dice que hay tres versiones en cada historia: la tuya, la mía y la que realmente ocurrió”, comenta entre risas Hyde. “No podemos dejar a nadie al descubierto”.
De esa misma privacidad gozan quienes escriben en un cuaderno que está disponible para los visitantes del museo.
Lo llaman el confesionario y es un acogedor rincón donde anónimamente la gente da rienda suelta a sus emociones y deja mensajes ánimos para los demás.
Apoyo en momentos de soledad
De hecho, más allá de las anécdotas de las distintas cosas que se pueden ver en el museo, la intención subyacente es que la gente se sienta conectada y menos sola en momentos difíciles.
“El mensaje más importante para nosotros es hacer ver a la gente que cuando atraviesa una situación así, aunque la separación que supone una ruptura tiende a aislarnos, no está sola”.
“Esta es una experiencia universal que simplemente es parte de la condición humana y todos pasamos por ella sin importar de dónde somos. Estamos todos conectados, nunca estás solo por muy solo que te sientas”.