Obama habló primero con Tsuboi. En un momento de la charla, ambos rieron y el mandatario echó su cabeza atrás con una amplia sonrisa, pero sobre todas las cosas, Obama escuchó, sujetando las manos del anciano entre las suyas y con un intérprete a su lado.
Tsuboi golpeó enfáticamente su bastón contra el suelo mientras hablaba.
“Sostuvo mis manos hasta el final”, dijo Tsuboi. “Estuve a punto de pedirle que me soltara las manos, pero no dejaba de hacerlo. “Creo que es una persona muy sincera o tiene el corazón para ser solidario con los demás. Estuve encantado de hablar con él, cada vez me apretaba las manos más fuerte”.
Mencionó que le dijo a Obama que será recordado como alguien que escuchó la voz de los pocos sobrevivientes y le pidió que regresara para un nuevo encuentro. “Eso fue lo que realmente le dije, muy, muy rápido”, afirmó.
Luego, Obama fue con Mori y le estrechó la mano. Agachó la cabeza brevemente y asintió mientras el hombre hablaba.
Le dio una palmada en la espalda y lo abrazó mientras el sobreviviente soltó algunas lágrimas.
La interacción del mandatario con los sobrevivientes era esperada por muchos antes de que se realizara la visita histórica.
Obama no se disculpó por la decisión del gobierno estadounidense de bombardear la ciudad japonesa, pero rindió tributo a las víctimas y denunció los horrores de la guerra.
Posteriormente, Obama y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, caminaron por un sendero hacia la llama eterna, a través de un río que corre junto al emblemático edificio con cúpula, al que muchas personas relacionan con Hiroshima.