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“Julen falleció víctima de varias lesiones cráneo-faciales: dos heridas de aspecto postmortal en la región pronto-lateral izquierda, una herida en región temporal izquierda, otra herida localizada en un plano supero-posterior a la anterior más otras heridas post mortem”, consigna el diario.
El cuerpo del pequeño estaba atrapado en un túnel de 25 centímetros de diámetro y 107 metros de profundidad perforado para hacer sondeos de agua, y fue encontrado unos 12 días después de que se decidió hacer perforaciones aledañas al pozo para evitar que el cuerpo del pequeño fuera lastimado.
Después de tantos días tratando de encontrarlo, vecinos expresaban su temor de que estuviera vivo y sufriendo por las lesiones y otros más expresaban su consternación por que estuviera padeciendo por falta de agua y comida.
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Pero el argumento más fuerte vino de la defensa de los dueños del terreno donde ocurrió la tragedia, que afirmaba que el niño había muerto por lesiones en la cabeza provocadas por herramientas utilizadas para cavar, y por tanto, debía tomarse el caso como negligencia de los rescatistas; más exactamente, como homicidio imprudente.
Las heridas fueron “producidas por elementos situados a los lados de la cabeza, al caer el menor de pie, y los únicos de estos elementos son las paredes del pozo o materiales que pudieran caer alrededor del cadáver (tierra y rocas)”, explica el artículo de El Mundo.
Otra conclusión que desecha la acusación por negligencia es el establecimiento de la hora de la muerte del niño, a las 13.50 horas; es decir, tres horas antes de que comenzaran las tareas de rescate.
La gravedad de las heridas, dice el informe, se deben a que el niño se precipitó por unos 72 a 73 metros de profundidad, por lo que “el resultado son las lesiones típicas por precipitación”.
El informe también aclara que la asfixia jugó un segundo papel determinante tras los golpes en el pequeño. “El escrito mantiene que el material arenoso que se desprendió con su caída y su ropa interpuesta hicieron imposible la respiración del menor”, consigna la nota de El Mundo.
Este rescate fue considerado el más complejo que se ha efectuado en España, ya que decenas de máquinas, perforadoras y excavadoras removieron cerca de 83 mil metros cúbicos de tierra para excavar un pozo paralelo que llegara hasta el pequeño.
De acuerdo con los medios de comunicación, la compañía que perforó el pozo no contaba con los permisos respectivos y una roca que cubría el agujero antes de que ocurriera la tragedia había sido removida por razones que se ignoran.
Para determinar las causas exactas de la caída de Julen a este pozo, no señalizado, se interrogó a los padres, al propietario del terreno y a la persona que lo cavó desde el inicio del caso, y un juez de Málaga abrió una investigación.
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