La Policía sospechó en un principio que podría tratarse de un atentado terrorista basándose en declaraciones de testigos según los cuales el atacante gritó “Allahu Akbar” (“Dios es grande”, en árabe) mientras arremetía a cuchillazos contra pasajeros en un tren suburbano y posteriormente en una estación.
Las autoridades siguen investigando también en esa dirección. Sin embargo, Herrmann dijo que el atacante había sufrido últimamente problemas mentales y con drogas.
El asaltante, un hombre de 27 años de nacionalidad alemana, asestó puñaladas sin previo aviso a varios hombres en un tren y en la estación interurbana de Grafing, a unos 30 kilómetros al sureste de Múnich.
Tras el ataque, que se produjo a las cinco de la mañana locales, un horario en el que muchos viajaban a Múnich a trabajar, fue reducido por otros pasajeros y detenido por la Policía en la estación. Iba descalzo.
Según dijo el ministro, el agresor confesó el delito.
Un hombre de 56 años falleció poco más tarde en el hospital y otros tres hombres de 58, 43 y 55 años sufrieron heridas. Uno de ellos sigue en estado crítico.
Los primeros resultados de las investigaciones policiales serán dados a conocer en horas de la tarde. Las imágenes televisivas del lugar mostraban un andén y un tren manchados de sangre.
La alcaldesa de Grafing, Ángelika Obermayr, se mostró consternada y dijo que el ataque en su “localidad pequeña y sumamente pacífica” había sacudido a los residentes. “Hasta ahora era impensable que algo así pudiera pasar aquí”.