En los últimos meses, Musk ha surgido como un actor nuevo y caótico en el escenario de la política mundial. Aunque a muchos ejecutivos multimillonarios les gusta tuitear su opinión sobre asuntos mundiales, ninguno puede acercarse a la influencia y capacidad de Musk para causar problemas. A veces, se ha metido en situaciones incluso cuando se le había aconsejado que no lo hiciera y ya ha dejado tras de sí muchos problemas.
Aunque la mayor parte de la riqueza de Musk proviene de su participación en su empresa de autos eléctricos, Tesla, su influencia proviene en gran medida de su compañía de cohetes, SpaceX, que gestiona Starlink, la red de satélites. Starlink puede brindar servicio de internet a zonas de conflicto y puntos geopolíticos conflictivos y se ha convertido en una herramienta esencial del Ejército ucraniano.
La influencia de Musk crece aún más con la compra de Twitter. Él se ha autodenominado absolutista de la libertad de expresión y se espera que modere el contenido de Twitter con un tacto fino.
A sus críticos —que son muchos— les preocupa que sea difícil separar las opiniones de Musk de sus intereses comerciales, sobre todo cuando se trata de Tesla, que depende cada vez más de China.
“La tecnología se ha convertido en elemento central de la geopolítica”, señaló Karen Kornbluh, directora del German Marshall Fund, un centro de estudios geopolíticos, y exasesora del expresidente Barack Obama. “Es fascinante y complicado y ahí, justo en el medio de todo, está Elon Musk”.
En algunos casos, Musk ha sido una ayuda. Cuando proporcionó acceso a internet a través de Starlink en Ucrania a principios de año y financió al menos parte del hardware y el servicio, dotó a civiles y soldados de un medio de comunicación crucial durante el conflicto en curso con Rusia.
Sin embargo, los mensajes que ha transmitido también han causado problemas. La semana pasada, aseguró en Twitter que no podía financiar de manera “indefinida” el uso de Starlink en Ucrania, antes de retractarse repentinamente.
A finales del mes pasado, Musk asistió a un evento privado en Aspen, Colorado, llamado The Weekend. Organizado en parte por el exconsejero delegado de Google y asesor gubernamental Eric Schmidt, el evento reunió a líderes empresariales y políticos estadounidenses, como la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi; el exvicepresidente Al Gore y el exjefe del Estado Mayor Conjunto Joseph Dunford.
A la hora del almuerzo, bajo una carpa en un campo de golf, Musk subió al escenario para mantener una amplia conversación con el empresario multimillonario David Rubenstein, según dos personas que asistieron al evento y hablaron bajo condición de mantener su anonimato.
Al final de la conversación, para sorpresa de muchos asistentes, Musk propuso un plan de paz para la guerra en Ucrania que permitiría a Rusia anexionarse tierras ucranianas, y pareció alinearse con el Kremlin.
La idea indignó a muchos en el evento, según los asistentes. Al día siguiente, Jake Sullivan, el asesor de seguridad nacional del presidente Joe Biden, dio una charla en video en el evento y un participante planteó la cuestión del plan de paz de Musk. Sullivan no habló de los comentarios de Musk en el evento, según un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional. Sin embargo, Musk reveló su plan diez días después en Twitter. El Kremlin apoyó públicamente la idea.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y sus principales asesores rechazaron ferozmente el plan de Musk. No obstante, sus cambios de postura los pusieron en un aprieto: las terminales Starlink se han convertido en un medio de comunicación crucial para el Ejército ucraniano.
Musk no respondió a varias solicitudes para hacer comentarios.
A mediados de septiembre, a medida que el Ejército avanzaba en los territorios del sur antes ocupados por Rusia, este perdió el acceso a Starlink en algunas zonas cercanas al frente, señalaron cuatro personas con conocimiento del asunto. Dos de ellas afirmaron que esto se debía a que Musk había creado “geovallas” para el servicio con el fin de que solo estuviera disponible en determinadas zonas. No estaba claro por qué el sistema de satélites no funcionaba y otros en Ucrania informaron que funcionaba bien.
Musk ha discutido el asunto tanto con el gobierno ucraniano como con el de Estados Unidos para tratar de determinar los lugares en los que el Ejército tendrá acceso a Starlink, según esas personas. Un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional comentó que el consejo, la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro y “funcionarios de todo el gobierno de Estados Unidos han hablado con Starlink y han respondido preguntas sobre la política de Estados Unidos como hacemos con todas las empresas”.
Este mes, Musk sembró más incertidumbre en Ucrania cuando dijo que no podía seguir pagando el servicio Starlink del país, haciendo parecer que él asumía el gasto. De hecho, Estados Unidos, el Reino Unido y Polonia han pagado a SpaceX al menos parte del costo de Starlink, según un documento que resume los gastos, revisado por The New York Times.
Mientras estaba en Aspen exponiendo su plan de paz para la guerra de Ucrania, Musk también se metió en los disturbios de Irán.
Mientras las protestas se extendían por el país y las autoridades respondían bloqueando el acceso a internet en algunas zonas, él apareció para acudir al rescate. “Activando Starlink”, escribió en Twitter después de que el gobierno de Estados Unidos levantara algunas sanciones que limitaban la capacidad de las empresas tecnológicas estadounidenses para operar en Irán y así poder ayudar a los manifestantes.
Starlink ofrecía la posibilidad de eludir el bloqueo gubernamental de las conexiones terrestres a internet, que había dejado sin conexión a los iraníes de muchas ciudades.
Sin embargo, como muchos iraníes lo supieron pronto, la promesa de Musk no se cumplió. Musk no dijo nada sobre lo que se necesitaba para poner en marcha Starlink, cuánto tiempo llevaría y por qué las restricciones del gobierno iraní harían casi imposible ofrecer el servicio ampliamente dentro de Irán.
Mientras Starlink seguía sin estar disponible en Irán, piratas informáticos supuestamente vinculados al gobierno iniciaron una campaña de suplantación de identidad, enviando mensajes dentro de los canales de las redes sociales con enlaces que decían proporcionar acceso a Starlink, según Amir Rashidi, experto en derechos digitales de Irán. En lugar de proporcionar acceso al sistema de satélites de Musk, los enlaces eran programas maliciosos que extraían información de los celulares de los usuarios, explicó Rashidi, que analizó al menos cinco versiones del programa malicioso.
Un poco de acceso a internet a través de Starlink ahora está disponible en Irán con equipos introducidos de contrabando a través de su frontera, reveló Rashidi. Esto genera una mayor preocupación por la posibilidad de que las autoridades puedan identificar los datos transmitidos, pues las señales de los satélites pueden ser rastreables hasta los individuos en una determinada zona.
Rashidi, que huyó del país en 2009, elogió a Musk por intentar ayudar, pero dijo que su táctica era “muy irresponsable”.
“Solo fue alguien que quiso aprovechar para decir: ‘Estoy haciendo algo bueno’, sin entender cuáles serían las consecuencias”, concluyó.