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Así fue como Estados Unidos capturó al “Mayo” Zambada
Según las autoridades estadounidenses, el Mayo fue traicionado por un adversario insólito: el hijo de su aliado criminal, Joaquín Guzmán Loera, el infame capo de la droga conocido como el Chapo.
Autoridades de la mexicana Ciudad Juárez, fronteriza con Estados Unidos, se declararon en alerta luego de que los líderes del Cártel de Sinaloa, Ismael ‘el Mayo’ Zambada y Joaquín Guzmán López, hijo del narcotraficante mexicano Joaquín ‘el Chapo’ Guzmán, fueron arrestados el jueves cerca de El Paso Texas. (Foto Prensa Libre: EFE)
Parecía una historia sacada de una novela de narcos: uno de los mayores capos de la droga de México subió a un avión, cruzó la frontera y fue presentado a los agentes federales estadounidenses por el hijo de su antiguo socio criminal.
Por improbable que pueda parecer, eso es exactamente lo que parece haber ocurrido el jueves por la noche, cuando un Beechcraft King Air turbohélice aterrizó en un pequeño aeropuerto municipal a las afueras de El Paso, y se bajó uno de los hombres más buscados de México: Ismael Zambada García, uno de los fundadores del famoso Cártel de Sinaloa.
Zambada García, conocido como “el Mayo”, durante décadas había eludido la captura de las autoridades mexicanas y estadounidenses, llevando una vida de lujosa sencillez en las montañas de Sinaloa, a pesar de la recompensa de 15 millones de dólares que Estados Unidos ofrecía por su captura.
Pero al final, según las autoridades de dicho país, fue traicionado por un adversario insólito: el hijo de su aliado criminal, Joaquín Guzmán Loera, el infame capo de la droga conocido como el Chapo, quien ahora cumple cadena perpetua en una prisión federal estadounidense.
Según las autoridades de Estados Unidos, Joaquín Guzmán López, uno de los hijos del Chapo, engañó a Zambada García para que subiera al avión diciéndole que iban a ver propiedades inmobiliarias en el norte de México. El anciano no tenía ni idea de que en realidad se dirigía a Texas, donde caería en manos de agentes estadounidenses que le seguían los pasos desde hacía tiempo.
La dramática detención transfronteriza se produjo después de años de contactos discretos entre Guzmán López y un pequeño equipo de agentes de las fuerzas de seguridad del FBI y del Departamento de Seguridad Nacional, que lo habían perseguido tenazmente a él, a sus tres hermanos y a Zambada García tras la histórica condena de Guzmán Loera por conspiración de narcotráfico hace cinco años.
En este momento no está claro hasta qué punto los agentes de la ley influyeron o dirigieron los acontecimientos que se desarrollaron el jueves, pero sabían que Zambada García estaba en el avión cuando se acercaba a la frontera estadounidense, según dos personas familiarizadas con el caso.
Al final, independientemente del papel que desempeñaran, los agentes estadounidenses lograron lo que querían: detuvieron a un objetivo criminal de enorme importancia que había eludido su captura y que durante mucho tiempo habían dudado que las autoridades mexicanas pudieran —o quisieran— atrapar.
Casi de inmediato, las dos detenciones desataron un torrente de preguntas en México, donde el gobierno dijo que no había desempeñado ningún papel y que no sabía nada hasta que la embajada estadounidense llamó con la noticia de que Zambada García y Guzmán López estaban bajo custodia.
Interrogada por los periodistas el viernes por la mañana, la secretaria de Seguridad mexicana, Rosa Icela Rodríguez, dijo que el gobierno desconocía si la detención formaba parte de un acuerdo con la fiscalía estadounidense.
“Es parte de las investigaciones, si fue una captura o fue una entrega”, dijo Rodríguez. “Eso es parte de lo que el gobierno de Estados Unidos tendrá que hablar”.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dijo que su gobierno espera que las autoridades estadounidenses ofrezcan un “informe completo” sobre cómo se realizaron las detenciones, incluyendo si hubo un acuerdo previo con Zambada García o Guzmán López.
“No hay desconfianza”, añadió. “Nosotros lo que siempre hemos pedido es que haya respeto”.
No hubo una solicitud formal de extradición de Zambada García, quien ha estado imputado en Estados Unidos por más de dos décadas, con cargos de conspiración de drogas en múltiples estados. Y aunque las autoridades estadounidenses no han podido atraparlo dentro de México, ni siquiera con la ayuda de soldados de élite de la Armada mexicana, en los últimos años han estado a punto de capturarlo en varias ocasiones.
Al engañar a Zambada García para que subiera al avión, Guzmán López ofreció a los estadounidenses la recompensa que habían buscado desde hace tiempo. Y, al hacerlo, también puede haber aumentado sus posibilidades de conseguir un trato favorable para él y para su hermano más cercano, Ovidio Guzmán López, quien ya está bajo custodia federal en Estados Unidos.
Zambada García renunció a comparecer personalmente el viernes en una audiencia en la Corte Federal de Distrito de El Paso, declarándose inocente de los cargos de conspiración de narcotráfico a través de un abogado. Permaneció bajo custodia a la espera de una audiencia de detención programada para el 31 de julio.
Se espera que Guzmán López comparezca el martes para su propia vista inicial en la Corte Federal de Distrito en Chicago.
Según tres personas familiarizadas con la situación de Guzmán López, las fuerzas de seguridad estadounidenses han mantenido durante algún tiempo una discreta comunicación con él, que aumentó en cierta medida tras la extradición de Ovidio para ser juzgado en Chicago el pasado mes de septiembre.
Aunque aún no está claro el efecto que tuvo ese acercamiento en su decisión de engañar a Zambada García, la entrega de un capo como el Mayo a los fiscales estadounidenses solo podría mejorar sus posibilidades de obtener condiciones amistosas en cualquier futuro acuerdo de culpabilidad.
Funcionarios estadounidenses también habían estado negociando discretamente durante al menos tres años con Zambada García sobre su posible entrega, aunque esas conversaciones finalmente no llegaron a ninguna parte.
El viernes, Rodríguez, la secretaria de Seguridad mexicana, sugirió que las autoridades creían que una avioneta Cessna privada había sacado del país a los dos capos criminales, identificando públicamente al piloto como un ciudadano estadounidense llamado Larry Curtis Parker.
Dijo que la avioneta despegó alrededor de las 8:00 a. m. del jueves. Pero un funcionario estadounidense familiarizado con los hechos del caso dijo que el avión que sacó a los dos hombres de Hermosillo era un Beechcraft que había salido del aeropuerto alrededor de las 2:00 p.m.
Contactado por teléfono el viernes por la tarde, un hombre que se identificó como Parker dijo que las autoridades mexicanas se equivocaban al mencionarlo como el piloto que había trasladado a los dos hombres al otro lado de la frontera. Parker reconoció que pilotaba una avioneta Cessna y dijo que vio un Beechcraft aparcado cerca de su propia aeronave en el aeropuerto de Hermosillo el jueves.
Dijo que no tenía nada que ver con los hombres del cártel. “Solo soy un estadounidense limpio y trabajador”, declaró Parker.
Un funcionario de la secretaría de Seguridad mexicana, que no estaba autorizado para hablar públicamente, dijo que una investigación determinaría si hubo algún error en la identificación del piloto.
La detención de Zambada García —considerado durante mucho tiempo el padrino del hampa de su país y uno de los capos más astutos que quedaban— resonó en todo México como uno de los mayores golpes al crimen organizado de los últimos años.
“Esta es la detención que realmente puede sacudir el mercado mexicano”, dijo Vanda Felbab-Brown, miembro del Instituto Brookings y experta en política global de drogas. También señaló que podría provocar “una tremenda cantidad de violencia e inestabilidad en todo el continente americano”.
Si Zambada García fue efectivamente traicionado, “se va a venir una guerra al interior de Sinaloa”, dijo Eduardo Guerrero, un analista de seguridad radicado en Ciudad de México, generando brutales olas de violencia en las próximas semanas. Guerrero dijo que, un Cártel de Sinaloa debilitado, también podría incitar al cártel rival Jalisco Nueva Generación a introducirse en nuevos territorios.
El viernes, al menos 200 miembros de las Fuerzas Especiales mexicanas fueron desplegados en Culiacán, bastión del Cártel de Sinaloa, para reforzar la seguridad, informó el ejército mexicano en un comunicado.
La detención también podría tener implicaciones políticas, según algunos funcionarios de Estados Unidos, sobre todo si Zambada García decide cooperar con las autoridades estadounidenses y divulgar lo que sabe sobre la corrupción en su país.
El Cártel de Sinaloa se ha visto golpeado en los últimos meses por una oleada de detenciones de miembros de la cúpula de la organización.
En mayo, Néstor Isidro Pérez Salas, a quien las autoridades consideran como uno de los principales sicarios de los cuatro hermanos Guzmán, fue extraditado a Nueva York por cargos de conspiración de narcotráfico, como parte de un extenso expediente que acusa a los hijos del Chapo de estar entre los contrabandistas de fentanilo más prolíficos del mundo. Otro presunto sicario del Cártel de Sinaloa, Jorge Iván Gastélum Ávila, fue extraditado el año pasado para ser juzgado en Washington.
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Pero los expertos dijeron que las detenciones probablemente no harán mella en los flujos de fentanilo y otras drogas a través de la frontera.
“No es un golpe fatal”, dijo Valentín Pereda, profesor de criminología en la Universidad de Montreal. “Todo el mundo lloró el arresto del Chapo en Sinaloa. Pero al mismo tiempo, la organización sobrevivió para seguir creciendo”.
“Harían falta meses de guerra realmente intensa” dentro del cártel para que el mundo detecte un cambio en la dinámica del tráfico de fentanilo, añadió Felbab-Brown. “Estamos muy lejos de ese momento”.