Con el anticipo de dos enormes estelas de piedra a la entrada de la institución, la muestra, que abre el próximo lunes, permite asomarse a la relación que tenían los mayas con sus divinidades, a las que dedicaron desde grandes esculturas hasta figuritas de cerámica o adornos de jade.
Por ejemplo, en una estela se puede ver tallado un mito del origen del mundo en el que un héroe perdió un brazo luchando contra un pájaro, una escena relatada en el Popol Wuj, un libro posterior a la invasión española que conserva creencias mayas en lengua maya transcrita en alfabeto latino.
Algunas de las interpretaciones de las obras, sobre todo de las escenas mitológicas que adornan con fino trazo las vasijas de cerámica, son fruto del trabajo académico del guatemalteco Oswaldo Chinchilla, profesor de Antropología en la Universidad de Yale y comisario de la muestra.
El experto destaca que el Met fue uno de los primeros museos en crear un ala especial para el arte prehispánico y esta exposición, la mayor de arte maya en EE.UU. en una década, refleja la creciente tendencia a su “aprecio como manifestación artística a la par que el arte europeo”.
Jeroglíficos: certezas e intriga
Chinchilla explica que, más allá del calendario maya, la lectura de los jeroglíficos ha sido un “proceso largo y dificultoso que se inició en el siglo XIX” y que solo, a partir de la década de los 90, progresó hasta el punto de poderse entender “con bastante certeza” el contenido de las escrituras.
De ahí un gran hallazgo: la identificación de los nombres de decenas de artistas mayas del período Clásico (150-900 d.C) que aparecen en esculturas y pinturas, en contraste con el arte antiguo de todo el mundo en el que las firmas de los artistas son escasas antes del siglo XIX.
Nombres como K’in Lakam Chahk y Jun Nat Omootz, entre otros, lucen en los textos descriptivos de varias piezas, como es habitual en las atribuciones del resto de los museos, lo que equipara el trabajo de estos artistas mayas al de los grandes maestros como Rembrandt o Picasso, apunta el experto.
Joanne Pillsbury, la comisaria de arte americano antiguo del Met, asegura que esos nombres han arrojado luz sobre las “prácticas creativas y estatus” de los artistas, ya que algunos eran llamados “sabios”, otros “instrumento del rey”, y otros, de manera “intrigante”, se asociaban a “nombres de dioses”.
“Esto nos deja con la seductora sugerencia de que para los mayas clásicos, el proceso creativo era, al menos en parte, también un proceso divino”, agrega.
La Cultura Maya Moderna
Las mayoría de las piezas fueron descubiertas en antiguas ciudades como Tikal, Yaxchilan o Piedras Negras, en los bosques tropicales de lo que hoy son Guatemala, Honduras y México, y su interpretación es fruto del trabajo de un variado equipo de profesionales pero también de la tradición oral de la cultura maya.
“Los mayas contemporáneos conservan muchas creencias y prácticas religiosas que tienen relación con la religión prehispánica, pero eso no quiere decir que sea una cosa fosilizada: la cultura de los pueblos mayas ha evolucionado”, explica Chinchilla.
El mejor ejemplo de ello es una anécdota: quería documentar un video para la exposición la Danza de las Guacamayas, una tradición prehispánica que se mantiene viva en Santacruz Verapaz (Guatemala), y dio con sus bailarines actuales en internet, ya que tienen un grupo de Facebook.
“Ellos tienen creencias muy acendradas que son reales y aún así son personas modernas”, añade.
A su llamada contestó Alejandro Rax Jul, un joven que guía y promueve esta danza transmitida de generación en generación en la localidad de unos 30 mil habitantes y que este lunes viajó al Met y agradeció en poqomchí, un idioma maya, que su herencia familiar, raíces e identidad se enseñen al mundo.
“Es un día histórico”, comentó a EFE, mostrando su traje colorido y en la mano un “chinchín”, un instrumento musical, ambos producto de los artesanos de su tierra, que también luchan para que la identidad maya “no desaparezca”.