Conforme las dos fuentes principales de agua del estado, el agua subterránea y el río Colorado, disminuyen debido a la sequía, el cambio climático y el uso excesivo de agua, los funcionarios consideran una medida hidrológica desesperada: la construcción de una planta en México para extraer sal del agua de mar y luego, canalizar esa agua cientos de kilómetros, la mayor parte cuesta arriba, hasta Phoenix.
La idea de construir una planta desalinizadora en México se ha debatido en Arizona durante años. Sin embargo, ahora, un proyecto de 5000 millones de dólares propuesto por una empresa israelí se está considerando seriamente, una señal de cómo las preocupaciones sobre la escasez de agua están inquietando a los políticos en Arizona y en todo el oeste de Estados Unidos.
El 1.° de junio, el estado anunció que el área de Phoenix, la región de más rápido crecimiento en el país, no tiene suficiente agua subterránea para sustentar todas las viviendas futuras que han sido aprobadas. Las ciudades y los desarrolladores que quieran construir proyectos más allá de lo permitido tendrían que encontrar nuevas fuentes de agua.
Los funcionarios estatales están considerando destinar 750 millones de dólares iniciales al costo del proyecto de desalinización, aunque la gobernadora Katie Hobbs, demócrata, aún no lo respalda.
Chuck Podolak, el funcionario estatal a cargo de encontrar nuevas fuentes de agua, comentó: “Desalinizar en México es una solución muy posible para Arizona”. El año pasado, los legisladores acordaron otorgar a su agencia, la Autoridad Financiera de Infraestructura Hídrica de Arizona, 1000 millones de dólares para esa misión. Podolak afirmó que cualquier proyecto de agua que se construya “parecerá loco y ambicioso, hasta que se complete. Y así es nuestra historia en Arizona”.
Las plantas desalinizadoras son comunes en estados costeros como California, Texas y Florida y en más de otros cien países. Israel obtiene más del 60 por ciento de su agua potable del mar Mediterráneo.
El proyecto de Arizona sería inusual por la distancia involucrada y el hecho de que el estado no tiene salida al mar. El agua tendría que viajar unos 320 kilómetros y superar una elevación de más de 600 metros en el camino a Phoenix.
Meagan Mauter, profesora asociada de Ingeniería Civil y Ambiental en la Universidad de Stanford y experta en desalinización, explicó: “Vivimos en un mundo con gravedad. Cuando tienes que mover el agua, hay enormes costos fijos”.
La planta permitiría que Arizona siguiera creciendo, pero a un costo alto.
Inundaría el norte del golfo de California con salmuera residual, lo cual amenazaría a una de las pesquerías más productivas de México. Crearía un corredor del tamaño de una autopista a través de un monumento nacional de Estados Unidos y un sitio protegido por la UNESCO, establecido para proteger un ecosistema desértico frágil. Además, el agua que proporcionaría costaría aproximadamente diez veces más que el agua del río Colorado.
En cierto sentido, Arizona ya ha estado en esta posición. El estado debe su auge a proyectos hídricos a escala superhumana, que culminaron en el acueducto de más de 540 kilómetros y 4000 millones de dólares que desvía el agua del río Colorado a Phoenix y Tucson. IDE Technologies, la empresa israelí detrás de la nueva propuesta de desalinización, ha aprovechado ese legado y llamó a su proyecto “un Colorado al revés infinito e ilimitado”.
Ese mensaje ha encontrado un público. Según IDE, incluso antes del anuncio sobre la escasez de agua subterránea, representantes de Phoenix y media docena de ciudades a su alrededor se reunieron con la empresa para saber más del proyecto.
Los ambientalistas argumentan que en lugar de importar agua de otro país, el estado debería proteger sus suministros limitados al tener menos jardines, menos piscinas y, tal vez, menos casas.
Miché Lozano, quien hasta hace poco fue gerente de programas en Arizona para la Asociación de Conservación de Parques Nacionales, opinó: “Lo que Arizona realmente necesita hacer es implementar una mayor conservación del agua. El ducto es solo una idea grande y tonta”.
Una versión de pesadilla del futuro de Arizona
La fuente de salvación propuesta para Arizona es Puerto Peñasco, una ciudad de 60.000 habitantes ubicada una hora en auto al sur de la frontera. Desde el océano, la ciudad es una línea de villas de lujo y condominios de gran altura, frente a playas de arena suave que se despliegan en aguas color turquesa. Los turistas de Phoenix, que constituyen la mayor parte de los visitantes, lo llaman por su nombre en inglés, Rocky Point; su apodo no oficial es la playa de Arizona.
Pero, detrás del glamur, hay una ciudad de caminos sin pavimentar y estructuras de poca altura de bloques de cemento, cubierta de polvo y arena arrastrada desde el desierto que la rodea. Una tercera parte de la población vive en la pobreza. Entre sus otros problemas: Puerto Peñasco no puede proporcionar suficiente agua potable para sus propios residentes.
La ciudad es una versión de pesadilla del propio futuro de Arizona. Como carece de agua superficial, depende de acuíferos subterráneos, cuyo suministro ha disminuido a medida que la población ha crecido. Cuando aumenta el turismo en verano, la presión del agua baja en las tuberías; los residentes deben valerse de lo que hayan logrado almacenar en cisternas.
La empresa israelí indicó que suministraría a Puerto Peñasco algo de agua potable como parte de su propuesta, aunque no sabe cuánto ni a qué precio. El jefe de la empresa local de agua, Héctor Acosta Félix, señaló que algún tipo de proyecto de desalinización es vital para el futuro de Puerto Peñasco.
No obstante, una parte del plan representa un desafío: qué hacer con los residuos.
La desalinización funciona mediante la aspiración de grandes volúmenes de agua océanica, luego, esta se empuja a alta presión a través de una serie de membranas para filtrar la sal. Cada 378 litros de agua de mar producen alrededor de 189 litros de agua potable y otros 189 de salmuera, cuyo contenido de sal es casi el doble que el del agua de mar.
IDE liberaría esa salmuera al mar. En mar abierto, la salmuera residual se puede dispersar rápidamente. Sin embargo, debido a que Puerto Peñasco está cerca de la punta del golfo de California y en efecto es una bahía larga y poco profunda, los efectos podrían concentrarse.
Nélida Barajas Acosta, directora general de un grupo ambientalista llamado Centro Intercultural de Estudios de Desiertos y Océanos (CEDO Intercultural), aseguró que eso podría dañar el plancton que forma la base de la cadena alimentaria. Más de la mitad de la pesca en México se extrae del golfo de California.
Acosta agregó: “Los efectos en las pesquerías serán drásticos. El agua se va a ir a Estados Unidos, pero los impactos ambientales se quedan en México”.
IDE, una de las empresas desalinizadoras más grandes del mundo, se negó a comentar para este artículo. Sin embargo, en reuniones públicas con funcionarios de Arizona en diciembre, los representantes de la empresa descartaron las preocupaciones.
La empresa le pidió a Arizona que firmara un contrato de 100 años para comprar agua del proyecto de desalinización. A cambio, IDE afirma que encontraría financiamiento privado para cubrir el costo inicial estimado de 5000 millones de dólares para construir la planta de desalinización y el ducto. La compañía ha trabajado con Goldman Sachs para recaudar ese financiamiento. Goldman Sachs no respondió a una solicitud para hacer comentarios.
Erez Hoter-Ishay, el gerente de producto de IDE, aseveró que la descarga de salmuera no dañaría la vida marina e indicó que incluso podría ser benéfica. Ante legisladores, expresó: “Vemos en otras instalaciones de desalinización que la vida está floreciendo a sus alrededores”.
No está claro si los funcionarios mexicanos respaldarían el plan. El gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, ha declarado que se opone. Sin embargo, el gobierno federal tiene jurisdicción sobre el agua en México y el presidente Andrés Manuel López Obrador manifestó en enero que estaba abierto a la idea.
El gobierno estatal no respondió a una solicitud para emitir comentarios. La presidencia del país canalizó las preguntas a la Comisión Nacional del Agua, pero la institución no respondió.
A través de una reserva de la biósfera
Obtener la aprobación de México tal vez no sea el mayor obstáculo.
Entre Puerto Peñasco y Phoenix se encuentra uno de los lugares más frágiles de Arizona desde el punto de vista ecológico: el Monumento Nacional Organ Pipe Cactus, un conjunto de mezquites aterciopelados, con suave “Cylindropuntia chollacholla” y ocotillo de punta de flor roja, repleto de correcaminos, serpientes de cascabel y liebres de orejas gigantes, que se extiende a lo largo de casi 1300 kilómetros cuadrados en el extremo sur del estado como un sueño febril, psicodélico y sobrecargado.
La UNESCO ha declarado el monumento, junto con un parque nacional en el lado mexicano de la frontera, como una reserva de la biósfera (una distinción de la que casi ningún otro lugar en el suroeste de Estados Unidos goza). El ducto lo atravesaría por la mitad.
Hoter-Ishay relató ante los legisladores: “Vamos a pasar sin dañar las áreas silvestres”. No explicó qué significaba eso ni cómo se lograría.
Además de su valor ecológico, la tierra tiene un significado espiritual para la nación tohono o’odham, cuyo pueblo vivió allí durante miles de años antes de ser desplazado a una reserva al este del parque.
En una mañana reciente, Lorraine Eiler, una representante tribal, deambuló por un área del parque donde habían vivido sus antepasados. Tortugas de pantano y cachorritos en peligro de extinción flotaban en un estanque alimentado por un manantial; frutos de color rojo y anaranjado del tamaño de grageas de jalea colgaban de las ramas de los arbustos de bayas de Goji. Los saguaros se elevaban sobre su cabeza, con sus brazos robustos levantados como gigantes desconcertados.
Eiler mencionó que los o’odham creen que cada saguaro encarna un espíritu humano. El ducto requeriría arrancar innumerables saguaros. “Cuando arrancas uno, es como arrancarte a ti mismo”, explicó.
Entre los saguaros, Lozano se le unió y fue más contundente.
“Una empresa privada extranjera que viene y construye un ducto binacional a través de dos reservas de la biósfera de la UNESCO con especies en peligro de extinción en todas partes no parece una gran idea. Eso es lo que pienso”, concluyó.