Según el abogado, los documentos datan de la época en que Biden era senador por Delaware, y de su mandato como vicepresidente de Barack Obama (2009-2017).
Particularmente incómodo para la Casa Blanca, el caso comenzó el 9 de enero cuando los abogados del presidente reconocieron que documentos confidenciales habían sido hallados en un centro de estudios en Washington en el que Biden solía tener una oficina.
Tres días más tarde, el mandatario demócrata reconoció que otros archivos sensibles fueron encontrados en su residencia familiar en Wilmington, Delaware.
Según una ley de 1978, los presidentes y vicepresidentes de Estados Unidos deben transmitir el conjunto de sus correos electrónicos, cartas y otros documentos laborales a los Archivos Nacionales.
Lo que representa un asunto espinoso para el mandatario de 80 años, que contempla postularse a la reelección en 2024.
Hace unos días, durante un viaje a California, Biden trató de minimizar el caso.
“Escuchen, hallamos algunos documentos (…) que estaban almacenados en el lugar equivocado, los entregamos inmediatamente a los Archivos y al Ministerio de Justicia”, dijo el mandatario estadounidense a periodistas.
“No me arrepiento de nada”, agregó.
Sus abogados aseguran que se trató de un simple descuido del 46 presidente de Estados Unidos, y que ha cooperado por completo con la Justicia.
El objetivo de la Casa Blanca es claro: diferenciarse lo más posible del expresidente Donald Trump, quien también se ha declarado candidato para ocupar de nuevo la Casa Blanca.
El multimillonario es investigado por haberse llevado a su residencia en Florida varias cajas con documentos confidenciales.
Aunque los dos casos no son del todo comparables, el tema sigue siendo delicado para Biden, quien suele presentarse como un político con altos estándares éticos.
El Departamento de Justicia ha entregado ambos casos a fiscales especiales para evitar toda acusación de parcialidad.