“No me interesa ser el administrador de la crisis de la OEA, sino el facilitador de su renovación”, dijo Almagro, con su tradicional hablar pausado, en su primer discurso como Secretario General, en una frase que constituye un mapa de sus desafíos prioritarios.
En el 2014 la OEA aprobó un ambicioso plan de renovación, inicialmente lanzado por Insulza, para tratar de adaptar a la entidad, surgida de la guerra fría en 1948, a los desafíos contemporáneos.
En este escenario, las tareas prioritarias de Almagro son la redefinición de la situación presupuestaria de la OEA, la superación de las evidentes divisiones internas y, por sobre todas las cosas, recuperar la credibilidad política de la entidad.
– Recuperar la credibilidad –
En todos sus discursos Almagro ha dejado claro que el surgimiento de entidades como la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) han obedecido a necesidades específicas en la región, pero también a espacios que la OEA ha dejado de ocupar, enredada en su propia burocracia.
Para la superación de la crisis interna y la conducción de la renovación de la OEA, Almagro cuenta con un capital político personal envidiable: el apoyo de todo el espectro político continental, desde Caracas a Washington.
El excanciller uruguayo fue electo al cargo de Secretario General con nada menos que 33 votos a favor, sin votos en contra y con una misteriosa abstención cuya autoría jamás fue revelada.
Pero si semejante agenda aún no es suficiente, Almagro tendrá por delante otra tarea de Hércules, convencer a Cuba a aceptar la mano extendida por la OEA y volver a ocupar la silla de la que fue expulsada en enero de 1962.
En una histórica reunión en Honduras en 2009, la OEA dejó sin efecto la exclusión de Cuba, abriendo así la puerta a una reaproximación, aunque poco después el propio gobierno cubano dejó claro que no tenía interés en iniciar ese camino de retorno a la entidad.
– Construir puentes con Cuba –
Sin embargo, en diciembre del año pasado Cuba y Estados Unidos tomaron de sorpresa a todo el mundo al anunciar el inicio de un proceso de negociaciones para restablecer relaciones diplomáticas, dejando atrás medio siglo de ruptura y tensiones.
En declaraciones a la AFP, Insulza comentó que la OEA debería respetar los tiempos de Cuba para recomponer sus lazos con la entidad. “Hay que darle tiempo al tiempo, porque Cuba tiene un largo camino de retorno”, dijo Insulza.
En la visión del dirigente chileno, esa aproximación podría darse gradualmente, con Cuba incorporándose a iniciativas sectoriales o específicas de la OEA, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), antes de completar el proceso.
De forma similar, en la ceremonia en que fue electo secretario general, Almagro llegó a adelantar que la OEA “tiene la obligación de generar una agenda política y de diálogo con Cuba, que vaya acercando a las partes y resuelva los temas pendientes”.
Otro desafío de Almagro será fortalecer el sistema regional de derechos humanos, que es conducido por la Comisión (CIDH) y la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH).
-Más de 50 años de existencia-
En su más de medio siglo de existencia, la OEA no ha podido sacudirse la imagen que tiene en algunos países de América Latina de organismo dominado por Estados Unidos, a pesar de que este país ha perdido su antigua hegemonía y del peso que han obtenido en los últimos años las naciones de la Alianza Bolivariana (ALBA) , con Venezuela a la cabeza.
Ese grupo de Estados es el más crítico con la OEA, a la que el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, considera un organismo “insalvable” y de la que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, dijo que está “moribunda”.
“El origen del problema financiero de la OEA es el mismo que enfrenta en todos los ámbitos: la falta de compromiso de los países miembros con el organismo” , dijo a Efe el presidente del centro de estudios Inter-American Dialogue, Michael Shifter.
“En la medida en que los países no consideren que la OEA es un foro legítimo y útil para resolver problemas de alcance hemisférico, no van a asumir los costes de sostenerlo” , añadió el experto.
Estados Unidos aporta alrededor de un 60 por ciento de los fondos regulares del organismo, más que los 33 países restantes juntos, una anomalía que todos en la OEA señalan pero a la que hasta ahora no se ha encontrado solución.
Las cuotas de los países miembros se establecieron en función de una serie de criterios como el tamaño de la economía y el grado de desarrollo, pero no se han actualizado, de manera que la aportación recae fundamentalmente en cuatro estados: EE.UU, Canadá, México y Brasil.
“El sistema de cuotas es perverso, si uno de esos países no paga o si otros estados se retrasan, la OEA tiene que recurrir a créditos para pagar los sueldos, porque no tiene reservas” , explicó el embajador mexicano ante el organismo continental.
El 65 por ciento del presupuesto se destina a pagar sueldos, que suben cada año con el coste de la vida, mientras que las cuotas están congeladas, lo que ha llevado a la eliminación de empleos y su consiguiente repercusión en los programas del organismo.
Una de las incógnitas del relevo en la OEA es si Venezuela, Brasil y Argentina, que acumulan los mayores retrasos, pagarán las cuotas que deben como señal de apoyo a la nueva Secretaría General, como hicieron varias naciones cuando Insulza asumió el cargo.
En una OEA debilitada en lo político y lo económico, el sistema de derechos humanos y las misiones de observación electoral se mantienen como los pilares con mayor reconocimiento internacional y que históricamente han dado prestigio a la institución.
No obstante, el sistema ha vivido en los últimos años importantes rupturas: Venezuela abandonó la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) en 2012 y Ecuador no acude a las sesiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) .
“Ecuador lleva tres años conspirando contra el sistema de derechos humanos para restarle impacto a la Comisión, pero ha visto que se ha quedado solo en esa lucha”, dijo Carlos Ponce, director de programas de América Latina en la organización Freedom House.
“Los cuestionamientos al sistema no marcan su fin, sino que demuestran su relevancia en la región. El fin del sistema será el día que frente a graves vulneraciones de derechos se mantenga callado y al margen” , comentó Viviana Krsticevic, directora ejecutiva del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) .
La OEA, creada en los albores de la Guerra Fría derivada de la Unión Panamericana y ésta de la Unión Internacional de Repúblicas Americanas, tiene el reto de reivindicar su papel como único organismo que reúne a todo el continente, en un contexto de alianzas regionales en ascenso como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) .
Sus defensores argumentan que ninguna de esas alianzas tiene el cuerpo jurídico, la estructura y los programas de la OEA, por lo que no podrán en ningún caso ocupar su lugar.
Almagro tiene por delante cinco años, ya que no optará a la reelección, para resolver los problemas de credibilidad y finanzas del organismo, una labor que podría redondear si logra convencer a Cuba de que se reintegre como miembro activo.
El ente hemisférico ha puesto especial atención durante los últimos años a la crisis política venezolana, donde un diálogo entre el gobierno y la oposición se mantiene inconcluso pese a las 43 muertes que el año pasado causaron protestas callejeras.
El Consejo Permanente de la OEA emitió en marzo del 2014 una declaración en la que llamó a todos los sectores de la sociedad venezolana a respetar los derechos humanos y pidió celeridad en las investigaciones de las muertes.
Estados Unidos, Canadá y Panamá votaron en contra porque consideraron que el texto no manifestaba debidamente el compromiso de la organización con sus principios democráticos.
Al reemplazar en el cargo al chileno José Miguel Insulza, Almagro asume una organización que padece una precaria situación financiera, la proliferación de otros bloques que reclaman influencia propia en la región y una creciente polarización entre sus países miembros que dificulta la toma de decisiones.
El nuevo secretario general afirmó que buscará alinear mejor la demanda de servicios requeridos por los estados miembros con lo que la OEA puede ofrecer y dijo que abordará detalladamente sus planes de reforma el mes próximo durante la Asamblea General que se celebrará en la capital estadounidense.
“Queremos una OEA cercana a la gente” , indicó. Almagro reiteró su meta de lograr la incorporación plena de Cuba a la OEA durante su mandato aunque subrayó la “necesidad de respetar tiempos y procesos que no están bajo nuestro control” .
La OEA anuló en el 2009 la suspensión que le había impuesto en 1962 a Cuba pero el gobierno isleño no ha gestionado su reincorporación.
El uruguayo dijo que su gestión tendrá como lema “Más derechos para más gente” ya que buscará el fin de la exclusión política, económica o social en las Américas y combatirá el racismo, la persecución y los prejuicios.