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El estudio, que será publicado el lunes en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), muestra hasta qué punto aquel episodio tuvo un impacto devastador y rápido en extensas zonas, señala su autor principal Robert dePalma, citado por el sitio especializado Eurekalert.
“Es como un museo del fin del Cretácico en una capa de metro y medio de espesor”, señaló Mark Richards, otro de los autores y profesor emérito de la universidad californiana de Berkeley, en un comunicado de la institución.
Las sacudidas provocadas por el impacto del asteroide generaron unas olas gigantes en un mar interno que existía en lo que actualmente es Dakota del Norte que, al llegar a un río cercano donde vivían varios peces, invirtieron la corriente, según el comunicado.
Torrentes de piedras y escombros cayeron sobre los peces, que quedaron enterrados por otra ola y se fosilizaron con el tiempo.
“Una maraña de peces de agua dulce, vertebrados terrestres, árboles (…) y otras criaturas marinas quedaron compactados en esa capa”, explicó Robert dePalma.
Según los investigadores, antes de morir los peces inhalaron fragmentos propulsados por el impacto del asteroide que fueron hallados en sus branquias. Algunos de los peces murieron por el simple hecho de haber ingerido estos materiales.
La biodiversidad descubierta en el sitio es notable. “Al menos varios especímenes son especies nuevas y otros son los mejores ejemplares de su género”, se congratuló DePalma.
“Estamos frente a una grabación instantánea de uno de los eventos más importantes de la historia de la Tierra. No hay otro lugar que tenga huellas como éstas”.
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