Judy Cheung, de la localidad cercana de Whitestone, es diseñadora de empaques y madre primeriza que resulta que también es una superproductora de leche materna. Ya ha donado 2399 onzas al Banco de Leche de Nueva York, que proporciona leche a los hospitales para bebés enfermos o prematuros principalmente. Aun así, tenía dos congeladores llenos de leche que le sobraba.
La amiga le preguntó a Feng si quería un poco de la leche extra de Cheung. Feng, quien ha tenido dificultades para amamantar, dijo que sí. En poco tiempo, Feng tenía en su congelador cientos de onzas de leche materna que le había regalado, suficiente para complementar la alimentación con fórmula de Charlotte, y suficiente para compartir con otra madre que conocía y que también estaba batallando para encontrar fórmula para su nuevo bebé.
“Me quedé atónita”, aseveró Feng, de 31 años, respecto a la oferta. “Porque no todos los días alguien ofrece leche materna, y menos sin costo”.
Aunque el gobierno de Biden está tomando medidas de emergencia para ponerle fin a la escasez de leche de fórmula, entre las que están el envío vía aérea de leche de fórmula desde Europa, el problema parece estar empeorando a corto plazo, ya que las familias acaparan el suministro y reducen la oferta. Según Datasembly, un proveedor de datos de venta minorista, el suministro de leche de fórmula infantil en el área metropolitana de Nueva York estaba un 70 por ciento por debajo de lo normal al 21 de mayo, lo que concuerda con las tendencias nacionales.
La planta de fórmula infantil de Abbott en Sturgis, Míchigan, cuyo cierre y retirada de productos desencadenó la crisis, reanudó su producción el sábado pasado y espera comenzar a hacer envíos de una fórmula especial, EleCare, cerca del 20 de junio.
La Academia Estadounidense de Pediatría y la FDA desaconsejan que se comparta la leche materna de forma casual por el riesgo de que esté contaminada con bacterias, virus, medicamentos u otras sustancias, pero algunas madres, al borde de la desesperación, señalan que necesitan menos orientación sobre lo que no pueden hacer y más consejos sobre lo que sí pueden hacer para alimentar a sus bebés durante la crisis.
Al fallar los canales habituales de suministro, la escasez de leche artificial ha provocado un enorme esfuerzo de voluntariado entre los padres para ayudar a otros padres a alimentar a sus bebés.
En Nueva York y en todo Estados Unidos, los padres están organizando intercambios de leche de fórmula en los que publican la que no necesitan. Los grupos de padres en las redes sociales y las cadenas de texto comparten información sobre donaciones informales de leche materna y sobre las tiendas en las que han visto fórmula. Los bancos formales de leche materna informan que hay un aumento exponencial del interés por parte de posibles donadores.
Aunque Feng había considerado los riesgos de la leche donada, dijo que se sentía cómoda aceptándola porque Cheung es amiga de una amiga que había pasado rigurosos controles de salud para donar al banco de leche. Algunas madres señalan que la leche de fórmula para bebés también puede ser peligrosa, como lo demostró el retiro del producto del mercado.
“En el hospital, cuando das a luz, todos te dicen que ‘el pecho es lo mejor’”, comentó Feng, quien sí amamanta, pero produce poca leche y siempre ha necesitado complementar con leche de fórmula. “Creo que lo mejor es la alimentación”.
Por su parte, Cheung afirmó que está más que feliz de ayudar a otros padres en un momento de crisis, aunque a veces se siente como si constantemente estuviera atada a su extractor. Ahora que su hijo Adam, tiene 7 meses y ha empezado a tomar alimentos sólidos, se extrae menos leche.
De acuerdo con los médicos, la manera más segura de acceder a la leche materna donada es a través de los 31 bancos de leche supervisados por la Human Milk Banking Association of North America. Para donar, las madres tienen que llenar un cuestionario de salud extenso, pasar un análisis de sangre para detectar enfermedades y recibir el visto bueno de su médico y del pediatra de su hijo. En el banco, la leche de varias donantes se mezcla para igualar su contenido nutricional. También se pasteuriza para eliminar las bacterias que pudieran haberse colado durante el almacenamiento o la extracción.
El Banco de Leche de Nueva York, una organización sin fines de lucro localizada en Valhalla, tiene capacidad para más de cien mil onzas, y está lleno en un 80 por ciento. Entre el 60 y el 80 por ciento de la leche se destina a los hospitales para alimentar a bebés enfermos y prematuros, y el resto es para clientes privados. A raíz de la escasez de fórmula para bebés, el banco de leche ha experimentado un aumento en el interés, sobre todo por parte de posibles donadores.
“Por lo general, envío dos solicitudes al día”, explicó la directora ejecutiva, Linda Harelick, en una ocasión el mes pasado. “Hoy envié 20”.
En las últimas semanas, las solicitudes de leche también han aumentado: aproximadamente un 20 por ciento, dijo Harelick. Algunas madres solo quieren unos cuantos biberones para pasar los estresantes primeros días antes de que la leche les baje bien, mientras que otros padres buscan el equivalente a meses de suministro, si está disponible.
No obstante, comprar leche en el banco es muy costoso, lo que subraya una de las muchas formas en que la escasez de leche artificial ha sido más difícil para las madres con menos ingresos.
Sin seguro médico, que en el estado de Nueva York por lo general solo paga la leche materna para los bebés hospitalizados, la leche cuesta US$4.50 dólares la onza, para cubrir las operaciones del banco, comentó Harelick. Un recién nacido puede tomar entre una y 12 onzas de leche al día en la primera semana de vida, mientras que un bebé de 6 meses suele tomar al menos 24 onzas al día.
En Nueva York, se requiere oficialmente una receta médica para comprar leche materna en el sector privado, con una amplia gama de diagnósticos que califican, entre los que están: complicaciones de salud, baja producción de leche, adopción y alergias infantiles.