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Volver al Edén luego de la tragedia

El 18 de noviembre 2007 luego de un derrumbe en la colonia El Edén, zona 5, que dejó varias personas muertas, y de que entidades de socorro declararon el lugar inhabitable, algunos vecinos se arriesgaron y continuaron viviendo en el lugar.

18/11/2007 Portada de Prensa Libre sobre tragedia en colonia El Edén, zona 5.(Foto: Hemeroteca PL)

18/11/2007 Portada de Prensa Libre sobre tragedia en colonia El Edén, zona 5.(Foto: Hemeroteca PL)

En septiembre 2007 un derrumbe arrasó con más de 65 viviendas, cinco personas murieron y otras cuatro desaparecieron.

A pesar de que la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) declaró de alto riesgo algunos sectores del lugar y determinó que varias viviendas eran inhabitables, 35 familias regresaron al lugar de la tragedia.

Los altos precios de los alquileres, así como la falta de respaldo y apoyo del Gobierno, los obligó a volver al lugar que, irónicamente, se llama El Edén, pero que para ellos se convirtió en un infierno aquel días de la tragedia.

Con sus propias manos, los habitantes removían los escombros de casas y calles. El Edén era lo único que tenían.

Ada Florián fue una de las mujeres que regresó junto a su esposo y sus dos hijas. “Cuando fue el derrumbe nos dijeron que mi casa estaba en alto riesgo, y que no podíamos vivir allí porque estaba a la orilla del desagüe”, contó.

El Fondo Guatemalteco para la Vivienda (Foguavi) les ofreció Q16 mil 500 como subsidio, lo que en realidad era poco dinero para comprar una casa o un terreno. “Además, las viviendas que nos ofrecieron estaban muy lejos”, añadió Florián.

Baudilio Rivera, familiar de los desaparecidos, se empeñó en que la comunidad se organizara para limpiar el área y evitar que ocurriera otro accidente.

“Llevamos meses en el acarreo de tierra. Después de la tragedia, la mayoría de los vecinos regresó porque no tenía a dónde ir; entonces entendimos que los únicos que podemos ayudarnos somos nosotros”, admitió.

Este hombre estaba convencido de que los cuerpos de sus familiares, Alfredo Rivera, su esposa Tita, y sus hijos Gerson y Brenda estában bajo los escombros y no se dio por vencido. Sabía que tarde o temprano darían con ellos, aunque las autoridades suspendieron la búsqueda.

Arturo Hegel, director del Foguavi, dijo que esa institución dio 169 subsidios de Q16 mil a igual número de afectados de la colonia El Edén. “Nosotros entregamos el dinero basados en informes de la Coordinadora para la Reducción de Desastres. Es obvio que el monto no soluciona la necesidad habitacional, además las expectativas de resolver su problema es diferente. Alguien que ha vivido en un lugar céntrico difícilmente deseará trasladarse a otro lugar, como Villa Canales, Bárcenas, Palencia o Ciudad Quetzal, que es donde tenemos nuestros proyectos habitacionales”, dijo el funcionario.

Según Hegel, aún había varios casos que Foguavi estudiaba, pero necesitaba de un dictamen legal para otorgar el subsidio.

Sin techo ni salud

Olilian Rodríguez, de 63 años, decidió guardar bien los pocos bienes que le quedaban, pues contó que, durante su estancia en uno de los albergues, le robaron la mayor parte de sus pertenencias.

“Aquí vivía con mis dos hijas y mis nietos. Una de ellas se fue a la zona 6 y la otra alquila en otra colonia de la zona 5. Yo me quedé aquí porque no tengo dinero, y ahora estoy haciendo tortillas para subsistir”, dijo desconsolada.

Por la mañana, una de sus hijas y sus nietas llegaban para ayudarla a mover los escombros, limpiar la casa y hacerle compañía.

Los vecinos de El Edén empezaron a reponerse del dolor colectivo, pero Elvin Vidal dijo que cuando pasaba por las viviendas donde se presumía estaban soterrados los cuerpos de la familia Rivera, sentía escalofríos y le pesaban los pies, y el dolor en su columna producto de una lesión que sufrió la noche de la tragedia cuando el lodo lo arrastró contra una pared se le agudizaba.

“Esto es un cementerio. Por la noche, la soledad es más intensa y de verdad da miedo. Pido a Dios por el al- ma de la familia Rivera”, susurró.

Este fabricante de papalinas vivió una doble tragedia, pues además de perder su terreno, necesitaba Q15 mil para operarse de la columna. “Cuando fue el derrumbe, a mi esposa la llevaron a un refugio y a mí al Hospital General San Juan de Dios. Allí estuve un mes y luego me pusieron yeso, pero el doctor me dijo que me tenían que operar y que cuando juntara los Q15 mil regresara”, narró.

Sin dinero y sin salud para comenzar de nuevo, Vidal estaba dispuesto a reparar su casa, aunque esto le tomara el resto de su vida. Para él, no había otra alternativa.

Por las calles de tierra, los niños de El Edén corrían de arriba a abajo. Muchos de ellos dejaron de asistir a la escuela después de la tragedia.

Historia recurrente

La tragedia de El Edén se repite en la mayor parte de asentamientos del país. Durante la época de lluvia de ese año, murieron 71 personas y desaparecieron seis a nivel nacional; hubo seis mil 452 personas albergadas; 28 mil 113 damnificados y más de cuatro mil 400 casas dañadas.

Según cifras de la Conred, ocurrieron 89 inundaciones, 61 derrumbes, 46 deslaves, 12 hundimientos y siete desbordamientos.

Como sucedía entonces en El Edén, ?regresar a las zonas de riesgo, a las viviendas cuyos cimientos estaban en el aire y las estructuras permanecen al borde del colapso es algo común en los asentamientos humanos.

Manuel Calderón, líder comunitario, dijo que más de 50 mil personas que vivían en el departamento de Guatemala se ubicaban en estas colonias, donde las viviendas fueron dañadas, pero han vuelto a sus hogares, a pesar del peligro. “Son personas de escasos recursos que no tienen dinero para pagar alquiler ni otro lado a dónde ir ”, dijo.

Calderón explicó que si bien los Q16 mil ofrecidos por el Foguavi serían una ayuda para reiniciar un proyecto habitacional, el 80 por ciento de las personas que vive en esas zonas no tiene dinero para pagar las cuotas.

Según la Conred, en el país más de un millón de personas reside en áreas peligrosas. En el departamento de Guatemala, al menos 23 mil 804 viviendas están registradas en los asentamientos y 500 mil personas, en riesgo. Y El Edén es parte de esa lista.

Baudilio Rivera, vecino de El Edén, dijo: “La mayoría regresó porque no tenía a dónde ir. Entendimos que los únicos que podemos ayudarnos somos nosotros”.

Distribución nacional

Arturo Hegel, director del Foguavi, explicó entonces que durante ese año se hicieron un censo de 498 familias damnificadas a consecuencia de los últimos fenómenos naturales. Esta institución impulsó una política de vivienda con un aporte estatal de Q16 mil, pero era solo para personas de escasos recursos.

Ayuda adicional

Según Hegel, en regiones como Alta Verapaz, Baja Verapaz, Villa Nueva y Guatemala, el Foguavi dio a los damnificados un lote con servicios para que construyan su vivienda y la certeza jurídica de la tierra, que incluye el título de propiedad.

En algunos de estos lugares han tenido el respaldo del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, las corporaciones municipales, la Secretaría de Obras Sociales de la Presidencia y la Conred, entre otras entidades.

Pero también han existido excepciones, tal y como ocurrió con los vecinos de El Edén y el Barrio San Antonio. Óscar Manuel Orellana Sandoval, coordinador del área social de Foguavi, explicó que en ambos lugares habían viviendas que sobrepasaban los alcances del subsidio.

“En la zona 6 hay viviendas que cuestan hasta Q300 mil y obviamente no entran en el programa del subsidio, que es para personas de escasos recursos que no tienen ingresos o que no sobrepasan los cuatro salarios mínimos”, explicó Orellana.

Labores de rescate en El Cambray 2. (Video: tomado de Youtube)

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