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Vicente Menchú,  una vida de lucha por su pueblo

Prensa Libre publicó el  29 de octubre 1992 el reportaje de la vida de Vicente Menchú, un campesino que nació el 7 de abril de 1920 en la aldea Santa Rosa Chujuyub, Quiché. Menchú se dedicaba a la agricultura.

Vicente Menchu? a la edad de 19 an?os. (Foto: Hemeroteca PL)

Vicente Menchu? a la edad de 19 an?os. (Foto: Hemeroteca PL)

Vicente era  reconocido como un hombre sabio y bueno  que quería  la superación  de los miembros de su  comunidad, por lo que  los instaba a defender  sus derechos. Algunos campesinos  lo reconocían  pues no  era  “ni muy alto ni muy bajo, ni gordo ni muy flaco, pero eso sí, muy buena persona y hombre sabio”.

Dirigente comunitario

Para las autoridades ediles  de Uspantán, Vicente Menchú no era más que un líder  de su comunidad, organizando  a unos 62 jefes de familia para lograr que el Instituto Nacional de Transformación Agraria  (INTA), les otorgara  en propiedad las tierras de Chimel, Uspantán.

Menchú vivia  en el caserío Pedras Negras. Junto a otros campesinos  localizaron un terreno baldío propiedad del INTA, en Chimel, el cual les fue otorgado  en posesión, a reserva  de que les autorizaran los títulos de propiedad, para lo cual  tenía que hacer las gestiones necesarias.

Menchú lideraba un grupo, y era él quien se encargaba  de las gestiones para que les fueran entregados sus títulos  de propiedad.

Don Vicente llegaba constantemente a la Municipalidad de Quiché, pues se encargaba de tramitar  partidas de nacimiento, cédulas y otros documentos requeridos  por el INTA.

Los campesinos de Chimel se encontraban molestos con las autoridades del INTA, debido a que varios ingenieros  llegaron a su comunidad a medir los terrenos, por lo menos cuatro veces,  pero la Sección de Tierras no aprobaba la entrega. Los campesinos no  estaba conformes con la medición, pues no tenía  valor legal.

Desesperado por la tierra

Los indígenas se encontraban molesto pues cada  medición  causaba el desembolso de Q4 mil a la comunidad, pero don Vicente era incansable para enviar memoriales al INTA, por lo cual viajaba constantemente a la capital, para exigir a las autoridades que legalizaran  las propiedade,s ya que las costosas mediciones los estaban dejando sin dinero, lo cual traía pérdidas económicas a la comunidad.

A finales de 1979 las autoridades del INTA decidieron entregar los títulos de propiedad  a los habitantes de Chimel,  “porque estaban fastidiando mucho”. Los campesinos se encontraban molestos pues  había pasado tanto tiempo. Se sentían  engañados y víctimas  de falsos ofrecimientos.

El día  pactado para la entrega de los títulos a los habitantes, las autoridades  llegaron a Uspantán en helicóptero, pero el ambiente de fiesta esperado no se dio,  porque los campesinos no llegaron.
Manifestaron que no habían llegado debido a que estaban cansados  de esperar y, que si las autoridades querían,que fueran  a Chimel  a dejar los documentos.

Pueblo sin vida

El calificativo de “buena gente” para Vicente Menchú lo expresó abiertamente el señor Baltazar López Pú, de 68 años, quien recuerda  que su líder les ofreció  en el pueblo de Uspantán que se fueran  para Chimel, donde les facilitarían  tierras para trabajar y hacer un rancho.

Un día de mercado, Menchú  le dijo a Baltazar: “Si no tenés tierra  te podés ir a las montañas, porque aquí en el pueblo no hay vida, y las tierras allá son buenas”. Cuando el invitado  decididó irse a sembrar, Menchú puso el nombre de su amigo en una lista  para tramitar  su propiedad  en la capital.

Baltazar dijo:  “Recuerdo cuando  viajé a la capital dos veces porque teníamos miedo de unos finqueros que nos querían  sacar de Chimel. Siempre buscaban como quitarnos  los ranchos, pero Vicente estaba dispuesto a dar su vida  por la tierra y así se murió”.

Baltazar dijo que Menchú era respetado y buscado  por la gente, y que  si llegó una maestra a la aldea fue porque el líder de la comunidad  la pidió en la capital, y se la mandaron. La profesora estuvo  tres años  en la pequeña escuela.

Hombre común

Don Vicente Menchú  acudía todos los sábados  a las reuniones  de catequistas en Uspantán. Era muy inquieto y trabajador; tenía ideas nuevas. Por ejemplo, construyó un horno con pura piedra.

Baltazar  desconocía si su amigo había integrado el Comité de Unidad Campesina (CUC). Señaló  que aun cuando  se enojaba  por las cosas que estaban pasando con la tierra, Vicente jamás habló de pelear con armas o machetes.

Familiares, amigos  y conocidos del líder de Chimel tuvieron que desplazarse a la montaña  a consecuencia  de la violencia. Algunos retornaron  a Uspantán luego de la amnistía; otros simplemente rehicieron sus vidas  en ese municipio u otras comunidades.

Luego de haber pasado los años de la represión que vivió Quiché  la gente  que antes vivía allí  volvió al lugar  para  sembrar sus tierras y poco a poco construyeron  sus casas, como la hizo don Baltaza,r quien vivía en Chimel, y donde no deseaba que la violencia volviera a oscurecer el cielo.

Vicente Menchú murió a los  60 años de edad, luego de que él junto a otros campesinos tomaran la sede diplomática de España, el 31 de enero de 1980. Ese día, la Policia Nacional irrumpió en el recinto, el cual  posteriormente estalló en llamas. Murieron sus 37  ocupantes, entre quienes se encontraba Adolfo Molina Orantes, un ex ministro de Estado.

Rigoberta Menchú

Rigoberta, la hija mayor de Vicente Menchú y Juana Tum, nació el 9 de enero  de 1959 en Uspantán, Quiché.
Ganó el Premio Nobel de la Paz en 1992.
Desde muy pequeña  conoció las injusticias contra su pueblo y la lucha de su padre. A sus cinco años comenzó a trabajar en una finca de café, y al llegar a la mayoría de edad se involucró en las luchas reivindicativas de los pueblos indígenas y campesinos tras la muerte de su padre. Su lucha constante  le valió la persecución política, por lo cual salió al  exilio.

Al ser  galardonada  con el Nobel de la Paz, Rigoberta dijo que el premio, que consistía en US$1.2  millones, sería destinados  a la  creación de una fundación  pro tierras para ayudar a los campesinos de Quiché.

“La fundación llevará el nombre de mi padre”, dijo.

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