Dirigente comunitario
Para las autoridades ediles de Uspantán, Vicente Menchú no era más que un líder de su comunidad, organizando a unos 62 jefes de familia para lograr que el Instituto Nacional de Transformación Agraria (INTA), les otorgara en propiedad las tierras de Chimel, Uspantán.
Menchú vivia en el caserío Pedras Negras. Junto a otros campesinos localizaron un terreno baldío propiedad del INTA, en Chimel, el cual les fue otorgado en posesión, a reserva de que les autorizaran los títulos de propiedad, para lo cual tenía que hacer las gestiones necesarias.
Menchú lideraba un grupo, y era él quien se encargaba de las gestiones para que les fueran entregados sus títulos de propiedad.
Don Vicente llegaba constantemente a la Municipalidad de Quiché, pues se encargaba de tramitar partidas de nacimiento, cédulas y otros documentos requeridos por el INTA.
Los campesinos de Chimel se encontraban molestos con las autoridades del INTA, debido a que varios ingenieros llegaron a su comunidad a medir los terrenos, por lo menos cuatro veces, pero la Sección de Tierras no aprobaba la entrega. Los campesinos no estaba conformes con la medición, pues no tenía valor legal.
Desesperado por la tierra
Los indígenas se encontraban molesto pues cada medición causaba el desembolso de Q4 mil a la comunidad, pero don Vicente era incansable para enviar memoriales al INTA, por lo cual viajaba constantemente a la capital, para exigir a las autoridades que legalizaran las propiedade,s ya que las costosas mediciones los estaban dejando sin dinero, lo cual traía pérdidas económicas a la comunidad.
A finales de 1979 las autoridades del INTA decidieron entregar los títulos de propiedad a los habitantes de Chimel, “porque estaban fastidiando mucho”. Los campesinos se encontraban molestos pues había pasado tanto tiempo. Se sentían engañados y víctimas de falsos ofrecimientos.
El día pactado para la entrega de los títulos a los habitantes, las autoridades llegaron a Uspantán en helicóptero, pero el ambiente de fiesta esperado no se dio, porque los campesinos no llegaron.
Manifestaron que no habían llegado debido a que estaban cansados de esperar y, que si las autoridades querían,que fueran a Chimel a dejar los documentos.
Pueblo sin vida
El calificativo de “buena gente” para Vicente Menchú lo expresó abiertamente el señor Baltazar López Pú, de 68 años, quien recuerda que su líder les ofreció en el pueblo de Uspantán que se fueran para Chimel, donde les facilitarían tierras para trabajar y hacer un rancho.
Un día de mercado, Menchú le dijo a Baltazar: “Si no tenés tierra te podés ir a las montañas, porque aquí en el pueblo no hay vida, y las tierras allá son buenas”. Cuando el invitado decididó irse a sembrar, Menchú puso el nombre de su amigo en una lista para tramitar su propiedad en la capital.
Baltazar dijo: “Recuerdo cuando viajé a la capital dos veces porque teníamos miedo de unos finqueros que nos querían sacar de Chimel. Siempre buscaban como quitarnos los ranchos, pero Vicente estaba dispuesto a dar su vida por la tierra y así se murió”.
Baltazar dijo que Menchú era respetado y buscado por la gente, y que si llegó una maestra a la aldea fue porque el líder de la comunidad la pidió en la capital, y se la mandaron. La profesora estuvo tres años en la pequeña escuela.
Hombre común
Don Vicente Menchú acudía todos los sábados a las reuniones de catequistas en Uspantán. Era muy inquieto y trabajador; tenía ideas nuevas. Por ejemplo, construyó un horno con pura piedra.
Baltazar desconocía si su amigo había integrado el Comité de Unidad Campesina (CUC). Señaló que aun cuando se enojaba por las cosas que estaban pasando con la tierra, Vicente jamás habló de pelear con armas o machetes.
Familiares, amigos y conocidos del líder de Chimel tuvieron que desplazarse a la montaña a consecuencia de la violencia. Algunos retornaron a Uspantán luego de la amnistía; otros simplemente rehicieron sus vidas en ese municipio u otras comunidades.
Luego de haber pasado los años de la represión que vivió Quiché la gente que antes vivía allí volvió al lugar para sembrar sus tierras y poco a poco construyeron sus casas, como la hizo don Baltaza,r quien vivía en Chimel, y donde no deseaba que la violencia volviera a oscurecer el cielo.
Vicente Menchú murió a los 60 años de edad, luego de que él junto a otros campesinos tomaran la sede diplomática de España, el 31 de enero de 1980. Ese día, la Policia Nacional irrumpió en el recinto, el cual posteriormente estalló en llamas. Murieron sus 37 ocupantes, entre quienes se encontraba Adolfo Molina Orantes, un ex ministro de Estado.
Rigoberta Menchú
Rigoberta, la hija mayor de Vicente Menchú y Juana Tum, nació el 9 de enero de 1959 en Uspantán, Quiché.
Ganó el Premio Nobel de la Paz en 1992.
Desde muy pequeña conoció las injusticias contra su pueblo y la lucha de su padre. A sus cinco años comenzó a trabajar en una finca de café, y al llegar a la mayoría de edad se involucró en las luchas reivindicativas de los pueblos indígenas y campesinos tras la muerte de su padre. Su lucha constante le valió la persecución política, por lo cual salió al exilio.
Al ser galardonada con el Nobel de la Paz, Rigoberta dijo que el premio, que consistía en US$1.2 millones, sería destinados a la creación de una fundación pro tierras para ayudar a los campesinos de Quiché.
“La fundación llevará el nombre de mi padre”, dijo.