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Tradiciones, música y comida de la época

Todos los ritos y tradiciones que tienen lugar en el país, tienen la característica de estar acompañados por música y platillos propios de la época.

Las tradiciones de noviembre aún son puestas en práctica por los guatemaltecos. (Foto: Hemeroteca PL)

Las tradiciones de noviembre aún son puestas en práctica por los guatemaltecos. (Foto: Hemeroteca PL)

Las festividades del mes de noviembre no son la excepción, particularmente el Día de Difuntos que se relaciona con la creencia de que los vivos necesitan de sus antepasados para atraer las fuerzas positivas a su comunidad y alejar las negativas que podrían causarles desequilibrios en la vida social.

El hecho de acompañar un platillo frío como el fiambre, con una bebida caliente o trago blanco, es prueba de ello.

El fiambre y la cabecera

El arte culinario guatemalteco se mezcla  con su historia, dando lugar a tradiciones que manifiestan la riqueza cultural del país. El fiambre que se prepara el 1 de noviembre ya se conocía cerca de 1625. El historiador Celso Lara comenta que antiguamente, se comía en los cementerios, acompañado con tamales de maíz y licores blancos.

En su preparación intervenían todas las mujeres de la familia.

Se conocen diferentes tipos de fiambre: el morado o colorado, que contiene remolacha; el agridulce, aliñado con miel, y el divorciado, cuyos ingredientes se sirven por separado.

Otro de los platillos tradicionales de esta fiesta es la llamada “cabecera”, que puede ser dulce o salada. Esta se colocaba en la cabecera de las tumbas para que los difuntos se alimentaran. Se acompaña con trago blanco o fresco de chilacayote.

Conciertos de marimba

Uno de los conciertos más grandes de marimba es el que se realiza el Día de difuntos en el cementerio de Huehuetenango. En donde “unas cien marimbas tocaban las melodías favoritas de los difuntos”, asegura Lara.

Los familiares solicitaban una melodía por 25 centavos. Así, el ambiente en el cementerio se armoniza con las notas del pentagrama, interpretadas al unísono.

Otra de las tradiciones huehuetecas para recordar a los antepasados es la denominada “Santa carrera de las ánimas”, en Todos Santos Cuchumatán.

Durant el año se selecciona a los jóvenes que el 1 de noviembre personificarán a las ánimas, montando un caballo blanco, para competir con los vecinos en una carrera que se inicia en el cementerio del lugar.

Los jóvenes tendrán a lo largo del año una serie de restricciones, en el afán de que se preparen pare ser dignos representantes de sus ancestros.

Cuando un “ánima” triunfa en la carrera, se cree que el equilibrio se ha forjado en la región, explica Lara. Mientras las ánimas visten de blanco, los competidores usan trajes de colores.

Faros para las ánimas

En Santiago Sacatepéquez son tradicionales los barriletes de colores, elaborados con papel de china. Cada familia, o grupo de familias emparentadas, construyen el suyo.

Antes de pegar el papel, se lleva la estructura del barrilete ante las tumbas de los antepasados de esa familia, para cargarlos con energía positiva, explica el historiador Celso Lara.

En las mañanas del 1 y 2 de noviembre se vuelan los barriletes para mostrar a las ánimas de los ancestros, el camino a casa. Se tiene la creencia de que en esos días pueden visitar la tierra. “Son una especie de faros para las almas que viven del otro mundo”, dice Lara.

Si una familia no efectúa este ritual, se dice que tendrá mala suerte todo un año, ya que sus antepasados no podrán encontrarlos. Por la tarde del segundo día, cuando las almas deben volver al corazón de la tierra, se queman los barriletes, como signo de que se inicia un nuevo ciclo.  Las cenizas se llevan a casa.

Culto al “Señor de la Muerte”

Los habitantes de Salcajá, Quetzaltenango, y de algunas aldeas de Petén, realizan entre la noche del 31 de octubre y el 1 de noviembre, una procesión dedicada al “Señor de la Muerte”, que era representado en la época precolombina por una calavera. En esa ocasión, se llevan calaveras humanas -que simbolizan las ánimas de los antepasados- a bendecir las casas de los pobladores, narra Celso Lara.

La procesión comienza en la capilla del cementerio, llega a la Iglesia del pueblo y finaliza en el punto en que se inició. “Aunque pareciera tétrica, es una costumbre que data de la época precolombina y muestra el respeto que se tenía hacia los difuntos”, asegura Lara.

También durante la época colonial, en España, y posteriormente, en Guatemala, se celebraba la “procesión de las ánimas”, en la que niños menesterosos solicitaban caridad y comida en la víspera del Día de todos los santos.

Ninguna de estas tradiciones se relacionan con el Halloween, que es de origen anglosajón.

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