Los aparentemente so?lidos edificios pu?blicos no soportaron la fuerza de los movimientos telu?ricos y sucumbieron destrozados o quedaron con grietas en su estructura. Templos como Catedral, La Merced, La Recoleccio?n, San Francisco, La Parroquia Vieja, El Cerro del Carmen, Santa Teresa, Beatas de Bele?n, San Sebastia?n y El Santuario de Guadalupe, no soportaron el embate de los sismos.
Graves dan?os eran observables tambie?n en La Concepcio?n, Santa Catalina, Santa Clara, Candelaria, El Carmen, San Jose?, Santo Domingo, Santa Rosa y Bele?n. La furia tambie?n alcanzo? la Capilla Evange?lica y el Templo Maso?nico.
En cuanto a los edificios pu?blicos, las huellas de la naturaleza eran visibles en el Palacio de Gobierno, en la 8a. calle y 6a. avenida, hoy zona 1; la Comandancia de Armas, en la 6a. avenida y 6a. calle; El portal de la municipalidad, el Palacio Presidencial, en la 8a. calle entre 5a. y 6a. avenidas; la Aduana Central, 10a. calle, entre 12 y 14 avenidas; la Direccio?n General de Correos, en la 6a. avenida entre 13 y 14 calles; el Ministerio de Fomento, 6a. avenida entre 4a. y 5a. calles, y el Teatro Colo?n, donde hoy se encuentra el parque del mismo nombre.
Asimismo, quedo? con dan?os severos el museo La Reforma, donde hoy esta? el monumento a Los Pro?ceres; la estatua del General Miguel Garci?a Granados quedo? inclinada; la Academia Militar, conocida luego como Escuela Polite?cnica, teni?a destrozos, al igual que el castillo de San Jose?, el Hospital General, el Asilo Estrada Cabrera, en la avenida La Reforma; la Escuela de Medicina, el Instituto Nacional de Vacuna, el Instituto Nacional de Varones, la Escuela de Indi?genas, despue?s Escuela Normal para Varones; la Escuela Pra?ctica para Varones, y la Escuela Pra?ctica para Sen?oritas, en la 2a. Avenida, entre 8a. y 9a. calles, zona 1.
Tambie?n, la Escuela 21 de Noviembre, la Penitenciari?a Central, y el Mercado Central. La Empresa de Tele?fonos Nacionales, la fuente de Neptuno, en la Avenida de La Reforma; el acueducto de Los Arcos y la Direccio?n General de Cuentas.
Entre los edificios comerciales ma?s afectados por los movimientos si?smicos figuran El Portal del Comercio, la Estacio?n Central del Ferrocarril, los bancos Colombiano, 7a. avenida y 9a. calle; Internacional, 6a. avenida y 10a. calle; Americano, 7a. avenida y 11 calle. Igualmente, la Empresa Ele?ctrica, 2a. avenida y 9a. calle; el Club Alema?n, el teatro Olimpia, la joyeri?a La Perla, El Cazador, Edificio El Fe?nix, 8a. calle y 8a avenida; edificio San Marcos, 8a. avenia y 11 calle; Hotel Espan?a, Hotel Pari?s, Restaurante El Gambrinus y el Hospital Americano.
La persistencia de los temblores y la destruccio?n de numerosas viviendas origino? el surgimiento de campamentos en el Parque Central, junto al Teatro Colo?n; adema?s, La Concordia, frente a la estatua a Garci?a Granados, junto al castillo de San Jose?, el Cerro del Carmen, y el Llano de Gerona y San Diego, donde hoy esta? el centro Alida Espan?a de Arana.
La paz de los sepulcros la perturbaron los terremotos. Muchos mausoleos y el frente del Cementerio General rodaron por el piso. Todo ello ocurri?a cuando Guatemala soportaba la mirada impenetrable del presidente Manuel Estrada Cabrera, la delacio?n y el espionaje permaneci?an institucionalizados y la flagelacio?n y tortura de los reos poli?ticos era diaria moneda de curso legal, acompan?ado este panorama del servilismo y la adulacio?n sin li?mites.
Cambio total
Desde su traslado al valle de La Ermita, la capital ha tenido cambios en su infraestructura, ha?bitos y costumbres, y se enfrenta a que sus monumen- tos dejen de ser un atractivo histo?rico.
Y es que caminar por las viejas calles de la ciudad ya no genera los mismos sentimientos que los abuelos experimentaban. Y no es para menos. Al nacer el siglo XX, la capital contaba con poco ma?s de cien mil habitantes. La se?ptima avenida habi?a abierto paso hacia las llanuras de los cantones Ti?voli, Ciudad Vieja y la Villa de Guadalupe, mientras la poblacio?n circulaba tranquilamente por el paseo de La Reforma.
Sin embargo, el 25 de diciembre de 1917, un temblor sacudio? la capital, alertando a los pobladores ante cualquier emergencia. Dos horas ma?s tarde, sobrevino la cata?strofe. Un terremoto hizo mover las aguas de las fuentes y obligo? a las campanas a tan?er solas en sus torres. Dos fuertes movimientos echaron al suelo las cornisas de algunas elegantes casonas, mientras la gente sali?a corriendo horrorizada de sus viviendas hacia predios baldi?os, parques y campos abiertos.
La cu?pula de la Catedral Metropolitana se vino a pique, los edificios que rodeaban la Plaza Central se derrumbaron, la campana de La Recoleccio?n sono?, al desprenderse con todo y campanario, y el fuego consumio? varias casas en los viejos barrios de la ciudad.
El Gobierno decreto? la Ley Marcial el 26 de diciembre, la cual suspendi?a las garanti?as ciudadanas en toda la Repu?blica. El presidente Manuel Estrada Cabrera se preocupo? de que la ayuda oficial llegara a los afectados, mientras algunas familias pudientes viajaban a la Costa Sur para controlar sus fincas, en tanto las fuerzas del orden tomaban precauciones, en espera de mayores desastres.
Entre el 26 de diciembre de 1917 y el 24 de enero de 1918, cinco temblores desarmaron la ciudad. Los arcos del Portal del Comercio se vinieron al suelo y otras casas terminaron de caerse. Desaparecieron los palacios Presidencial y de La Reforma, así como el Teatro Colón.
Después de eso hubo casi veinte años de estancamiento social, político, económico y de infraestructura. Y es hasta el gobierno del general Jorge Ubico en que se nota un renovado impulso en la construcción pública: monumentos, plazas y en la red vial interurbana.
Así, lo que una vez fue por mucho tiempo Metrópolis del Istmo, hoy es una ciudad moderna que conserva el encanto de su historia y la magia de las tradiciones y costumbres.