La tecnología militar tuvo mucho que ver con el salto de la Tierra a la Luna: Wernher von Braun, quien fue director técnico de la base secreta de lanzamiento de los cohetes nazis durante la Segunda Guerra Mundial y creador de los V-1 y V-2, fue reclutado por los norteamericanos junto con otros científicos y trasladado a Estados Unidos, donde fue apoyo importante para la puesta en marcha del programa especial norteamericano.
Primer ser vivo en el espacio
En agosto de 1957 se anunció que los soviéticos acababan de probar un nuevo tipo de supercohete con alcance sin precedentes. La noticia pasó inadvertida y no fue tomada en consideración por los científicos norteamericanos, embarcados para entonces en el proyecto de lanzar un satélite artificial al espacio.
El 4 de octubre, coincidiendo con la inauguración en Barcelona, España, del Congreso de la Federación Astronáutica Internacional, la Agencia de noticias oficial de Rusia, Tass, transmitió una escueta noticia: la Unión Soviética había puesto en órbita su propio satélite.
Volaba a unos 900 kilómetros de altura, daba una vuelta a la Tierra cada 90 minutos y pesaba 83.5 kilogramos. Este último dato conmocionó a los científicos de todo el mundo; muchos pensaron que se trataba de un error (el satélite que los americanos pensaban lanzar pesaba sólo 5 kgs.) pero el dato era exacto.
El proyecto de EE. UU. era muy inferior al soviético; los norteamericanos no poseían ningún cohete propulsor con suficiente fuerza para poner en órbita una carga como la de las primeras misiones espaciales rusas, conocidas como Sputnik.
A partir de entonces, los estadounidenses tendrían que aguzar el ingenio e intensificar la investigación espacial para superior a los soviéticos.
Impacto en el país
El 5 de octubre de 1957 los guatemaltecos conocían a través de las páginas de Prensa Libre la noticia del lanzamiento del primer satelite artificial por parte de la Unión Soviética. “Primer satélite artificial de la Tierra lanzaron los rusos”, rezaba el titular de la noticia en la que se informaba el lanzamiento del primer Sputnik que científicos en Rusia habían logrado lanzar y poner en órbita alrededor de nuestro planeta.
El 8 de octubre de 1957 se conocía que las señales del Sputnik habían sido recibidas en Guatemala desde el día 5 de ese mismo mes según reportó la oficina de información de vuelos de la Direción General de Aeronáutica Civil.
Las señales se recibieron en frecuencia de 20 mil 5 kilociclos, en Morse, y decían lo siguiente: “SATEAV – TER – EINRT – UTER”. Según la entidad, eran palabras rusas y las primeras dos querían decir “Satélite de la Tierra”.