En el colegio conoce la obra de Don Bosco, el fundador de los salesianos. Tal es el impacto que causa su carisma que determina ingresar a la orden de las Hijas de María Auxiliadora en 1923, y hace sus votos en El Salvador, donde estuvo un año.
La orden la traslada a Nicaragua en donde desarrolla su labor en los colegios de la orden, enseñando piano, canto, pintura y mecanografía.
Su familia le había inculcado la sensibilidad y la atención a los pobres a quienes dedicó la mayor parte de su vida. Se traslada a Costa Rica donde comienza su obra social, iniciando con las misiones de sus “misioneritas” como les llamaba, quienes se encargarían de llevar víveres y ropa así como de evangelizar a los más necesitados de los suburbios de la ciudad.
Obra social
Empieza con visitas médicas gratuitas, cursos de formación profesional hasta fundar un ambulatorio con especialidades médicas para personas y familias sin asistencia social.
Llegó a construir casitas que se convirtieron en pequeñas colonias que se llegaron a conocer como las “Ciudadelas de María Auxiliadora” obra que continúa hasta nuestros días a través de la Asociación de Laicos Asayne (Asociación de Ayuda a los Necesitados). Las obras de la religiosa se encuentran en Costa Rica, Managua y Granada, Nicaragua. Todo esto lo logró a través de su fe en la providencia; sin mayor respaldo económico llegó a plantear sus sueños y sus proyectos y siempre logró conseguir materializarlos a través de donaciones y agradecimientos de los milagros de devotos de la Virgen María.
Sor María regresa a su natal Nicaragua para descansar un poco de sus ocupaciones, pero en una casa frente al mar muere de un infarto, sin molestar a nadie, como ella deseaba; en una profunda paz entregó su alma.
Su cuerpo fue trasladado a Costa Rica, lugar donde entregó su vida al servicio de los pobres y allí descansa en un sencillo sepulcro, lugar de peregrinación para miles de personas que han recibido favores a través de su intercesión.
Vida virtuosa
En 1998 la Arquidiócesis de San José, Costa Rica, abrió el proceso canónico de beatificación de Sor María. El Papa Juan Pablo II la declaró Venerable el 18 de diciembre de 2000, tras reconocer las virtudes de la religiosa en vida. Un año después, el 24 de abril del 2001, la iglesia reconoció un milagro obrado a través de la religiosa en una niña costarricense.
El 14 de abril de 2002, Juan Pablo II beatifica en Roma a Sor María Romero Meneses en una ceremonia en la Plaza de San Pedro del Vaticano, la cual embargó de júbilo a los feligreses católicos de Nicaragua y Costa Rica. Es la primera nicaragüense en ser elevada a los altares.