Sin embargo, hace apenas dos semanas, el presidente gozaba de un extraño y relativo éxito. En el negocio de la Presidencia le fue tan bien que construyó una vivienda, conservadoramente valorada en cinco millones de quetzales, ubicada a orillas del Río Dulce, Izabal.
Una extensión aproximada de diez manzanas alberga la casa más reciente y atractiva del paradisíaco lugar, construida en tiempo récord y con los últimos adelantos en comodidad, seguridad y lujo.
Vecinos, empresarios y oficiales del ejército retirados adquirieron terrenos en el área y construyeron sus viviendas paulatinamente, “con sudor y sangre”, comentó uno de ellos, al tiempo que esperaban lo mismo de los propietarios
aledaños. Vieron, asimismo, que el incremento de la plusvalía dificultaba ser parte del grupo selecto.
Lujo por doquier
Serrano no sólo compró sin regateos, cuya cifra no ha sido precisada sino construyó una de la viviendas más fastuosas en apenas seis meses. Inició los trabajos de construcción en junio de 1992 y fue inaugurada en diciembre mismo año. Los albañiles de la comunidad de Río Dulce, que trabajaron “para el gobierno”, recuerdan la abundancia de material de construcción y las facilidades de infraestructura.
Ubicada a cien metros del río, el entonces mandatario levantó una vivienda con un módulo de dos niveles. En el primero, un comedor, cocina y dos salas, con utensilios y equipo moderno, así como colecciones de muebles, construidos con fibra de vidrio y mimbre. En el segundo piso, cinco cómodas y amplias habitaciones, todas con vista al río y dos jacuzzi.
Al lado, un “rancho” de dos niveles, saturado con diversos tipos de muebles, todos de mimbre y vidrio. En una esquina, el respectivo bar. Al frente, una piscina con jacuzzi, bar, baños, y otro “rancho” con muebles similares al resto de las instalaciones.
Atrás, tres módulos adicionales, con todas sus comodidades y que aparentemente no fueron utilizadas por el depuesto jefe de Estado. Al final del terreno, Serrano Elías mandó a construir un helipuerto con capacidad para cinco aeronaves.
Yate y motos
Personas que poseen residencias de verano en las vecindades de la casa de Serrano, relataron que el presidente utilizó, desde diciembre de 1992 un yate “Boston Whaler”, cuyo precio en el mercado oscila en aproximadamente cien mil dólares.
Sin tranquilidad
La presencia de Serrano impidió la libre movilización de personas por el Río Dulce y trastornó la tranquilidad del paradisíaco lugar, expresó en esa ocasión Gonzalo Espinoza, pescador de la aldea Camelia, en cuya jurisdicción el entonces mandatario construyó una millonaria vivienda.
Espinoza indicó que Serrano pernoctaba cada ocho o quince días en ese lugar, generalmente los fines de semana. Su seguridad impidió la libre movilización en las cercanías de la vivienda, añadió.
Lanchas de la Marina de Guerra abordaban constantemente a propietarios de yates, turistas y pobladores, cuando por alguna circunstancia invadían el “espacio físico” del “presidente”, indicó. Un helicóptero sobrevolaba el área, incrementaban la presencia militar y ponían vallas en el río, comentó otro vecino, que agradeció la ausencia del mandatario.
Fin de año
Comerciantes comentaron que Serrano y su familia celebró las fiestas del fin del año pasado (1992) en ese lugar y fue común observar el aparato de seguridad montado a su alrededor. A diferencia de las carreteras, la seguridad consistía en varias lanchas de la Marina de Guerra.
Aunque Serrano contrató ingenieros particulares y albañiles del lugar para construir su casa, los vecinos de la comunidad comentaron que camiones y lanchas oficiales ayudaron a transportar los muebles, así como un grupo de soldados contribuyó en la fabricación del muelle.
Las plantas ornamentales fueron trasladadas desde los viveros de la finca presidencial Santo Tomás, Escuintla.
Luego de que Serrano Elías se asilara en Panamá, la mansión fue cerrada por orden judicial.