Es difícil imaginar que el origen de esta exquisita escultura haya sido humilde, derivado del deseo de los habitantes de ese poblado de rendir culto a una imagen del Dios generoso del que tanto les habían hablado los misioneros franciscanos.
De esa cuenta, el provisor del obispado fray Cristóbal de Morales contrató en 1594 al escultor Quirio Cataño para que tallara “un crucifijo de vara y media, bien acabado y perfeccionado”, cuyo trabajo sería retribuido con cien tostones, reunidos con esmero por los campesinos del lugar, con lo obtenido de una próspera cosecha de algodón.
El Cristo, que originalmente era encarnado y que adquirió su color oscuro por una oxidación producida por el humo de las velas y el incienso al que estaba expuesto, fue entregado a las autoridades eclesiásticas, quienes, maravilladas de la obra, eligieron el 9 de marzo de 1595 como fecha del comienzo de su devoción.
Por las proporciones del cuerpo, la imagen es de estilo manierista —difundido en Europa en el siglo XVI, caracterizado por la expresividad y la artificiosidad—, con elementos renacentistas, al apegarse el escultor a las normas e instrucciones de la Iglesia Católica, explica el cronista de la Ciudad, Miguel Álvarez. El historiador Aníbal Chajón asegura que Cataño tomó como referencia para su talla unos grabados alemanes mostrados por el encargado religioso. “Los rasgos de la caja torácica y la configuración del vientre son muy realistas. La forma en que levanta los brazos al ser crucificado denota que el artista tenía vasto conocimiento anatómico”, agrega Álvarez.
Durante la época colonial, Quirio Cataño fue uno de los escultores más relevantes del Reino de Guatemala. Aunque no existen evidencias sobre su origen, se cree que llegó en su juventud procedente de Portugal, cerca de 1580. Algunos expertos coinciden en que su formación artística la recibió en Portugal o Italia, entre 1556 y 1575. Murió en 1622, está enterrado en la Catedral de Antigua.
Después de haber sido curado de su enfermedad tras visitar al Cristo, el primer arzobispo de Guatemala, fray Pedro Pardo de Figueroa, mandó a construir, en 1740, un colosal templo de estilo barroco —actual basílica— a Diego y Felipe José de Porres, célebres arquitectos antigüeños.
Su estilo es ecléctico, debido a que los constructores emplearon una combinación de la influencia de la arquitectura morisca con elementos dóricos, corintios, jónicos y góticos.
El místico éxtasis que se apodera de los fieles se debe a la majestuosidad del santuario que se divisa antes de llegar a la capital centroamericana de la fe, a donde llega cada año cerca de un millón de creyentes. El abad Héctor Sosa refiere que han solicitado a la Unesco que esta magnífica estructura sea declarada Patrimonio de la Humanidad.
Cronología
- 1595: La primera iglesia que albergó al Cristo fue la Parroquia de Santiago, construida a finales del siglo XVII.
- 1740: Comienza la edificación del nuevo Santuario, por orden de Fray Pedro Pardo de Figueroa
- 1759: Termina la construcción del templo. Se celebran los ritos de bendición y se traslada la imagen.
- 1835: Se elaboran el pórtico de plata del camarín y el frontis.
- 1861-1872: Se emprenden restauraciones por daños, colocación de los ocho altares, adorno, retablos, pinturas e imágenes.
- 1873-1885: Se mandan a pintar varios cuadros murales del artista guatemalteco Pascasio González y se construyen las cúpulas de los cuatro campanarios.
- 1905-1907: Se renueva la cúpula central y se recubre de azulejos.
- 1951: 16 de diciembre se consagra la Basílica.
- 1961: El 27 de enero el papa Juan XXIII eleva el Santuario a la dignidad de Basílica Menor.
- 1993-1994: Se efectúan trabajos de restauración y conservación de las imágenes, a cargo del IDAEH.
- 1996: El Papa Juan Pablo II preside la celebración del Cuarto Centenario del Cristo y visita la Basílica
- 2009: Se celebra el Año Santo Jubilar por el 250 aniversario de la Basílica.