El más grande de los científicos del siglo XX y creador de la bomba atómica junto a un equipo selecto de talentos, falleció en el hospital de Princeton, Nueva Jersey, Estados Unidos, a los 76 años.
El 19 de abril, los periódicos del mundo publicaron la noticia, y Prensa Libre no fue la excepción.
Se reportó que el fallecimiento fue por complicaciones, entre éstas una hemorragia en la vesícula biliar. Como dato curioso, la nota indicó que Einstein se opuso, muchas veces en forma violenta, a ser intervenido quirúrgicamente.
El domingo 18 a la medianoche, la fiebre agotó al científico, quien finalmente cayó en una especie de “sueño profundo”, del cual nunca despertó.
Las dos enfermeras que lo asistían comentaron que deliraba en un idioma extraño parecido al alemán. Para confortarlo, elevaron un poco la cabecera de la cama, pero el científico agonizaba. Unos segundos después “dio dos suspiros y murió”.
Prensa Libre tituló la nota como “Una incalculable pérdida para la Humanidad”.
LOS hijos DEL SABIO
Hanz, 51, quien era profesor de ingeniería en la Universidad de California, dijo que “la inhumación sería privada”.
Edwar, 45, se encontraba en Suiza al momento del deceso, y Margoth, 55, era la única que vivía con su padre y quien lo acompañó en sus últimos días.
El sabio, como era llamado por sus discípulos, legó al mundo la Teoría de la Relatividad, que revolucionó el campo de la Física. Entre sus alumnos se contaron los científicos Enrico Fermi y Julius Oppenheimmer, quien finalmente desarrolló la bomba atómica.
En la nota publicada el 19 de abril de 1955, Oppenheimer dijo que la ciencia estaba de luto, porque había muerto “uno de los hombres más grandes de todos los tiempos”.
Einstein legó su cuerpo, incluyendo el cerebro, para que la ciencia lo analizara. Thomas Harvey, el médico que lo atendió, dijo: “Hemos iniciado estudios del cerebro del doctor Einstein, y preparado otros tejidos para investigación”.
Curiosidades de Einstein
Era desaliñado en su vestidura. Muchas veces olvidaba utilizar cinturón, por lo que utilizaba una correa en la cintura. En raras ocasiones usaba calcetines.
Es clásica su fotografía en la cual muestra la lengua con ironía y sarcasmo.
Además, nunca fue un alumno brillante en Física o Matemáticas.
De él se conservan pensamientos brillantes, como aquel en el que revela su temor de que la tecnología “idiotice a los humanos”.
