Algunos especialistas con buen ojo y su entrenador podían imaginar ese día que el joven se convertiría en el mayor nadador de la historia.
Cuatro años después, en Atenas 2004, sorprendió a todos al cosechar seis oros y dos bronces, antes de subir a la categoría de leyenda en el Cubo de Pekín al superar, con ocho, a su compatriota Mark Spitz y sus míticas siete doradas de Múnich 1972.
A sus 27 años y en sus últimos Juegos, el nadador había avisado que no trataría de repetir la hazaña de hace cuatro años, pero necesitaba tres metales más para escribir una nueva página en la historia olímpica.
El estadounidense, más cómodo en la piscina que frente a las cámaras, encontró en el agua su elemento desde muy pequeño.
Con 10 años, conoció en las piscinas de Maryland a un visionario, Bob Bownan, que creyó ver un gran potencial en este niño hiperactivo hijo de un policía y de una directora de escuela.
Bowman, quien había encontrado una mina de oro, formó en cuatro años a este joven más bien patoso con brazos y piernas interminables y orejas despegadas.
Pocos meses después de los Juegos de Sídney, Phelps estableció el primero de sus cerca de 40 récords mundiales, la mayoría de ellos individuales, tres de los cuales siguen hoy en su poder.
Bowman siguió trabajando con su pupilo y lo convirtió en una “máquina de ganar” que atesora también 26 títulos mundiales.
Aunque lleva la natación en la sangre, Michael Phelps quiere también vivir una vida más acorde a la de los jóvenes de su edad.
Para llegar a Londres también tuvo que superar una lógica desmotivación. En el 2011, Michael confesó haber pasado dos años y medio “sin pasión” por la natación, en los que tuvo incluso un desafortunado episodio cuando se publicó una foto en la que se le veía fumando marihuana.
Sin embargo, a medida que se acercaba la cita, recuperó el entusiasmo.
Phelps en el podio
Con su récord, Phelps puede jactarse de superar en el medallero histórico de los Juegos Olímpicos a la gran mayoría de los países de América Latina.
Si se incluye lo logrado hasta ahora en Londres 2012, sólo Cuba —195 medallas, 67 de oro—, Brasil —93, de las cuales 21 son doradas—, Argentina —66, entre ellas 17 de oro— y México —57, de la cuales 12 son doradas— suman más que el nadador estadounidense.
En cambio, Phelps supera a todos los demás países, incluido Chile, quinto en el medallero histórico entre los latinoamericanos con 13 medallas —dos de oro— y a Uruguay, cuarto —10 preseas, de las cuales dos son doradas—.
El análisis de la historia olímpica y el medallero de los Juegos permite múltiples lecturas, entre ellas descubrir, por ejemplo, que el “país” de Phelps se hubiese ubicado delante de todos los latinoamericanos en Pekín 2008 y que en Atenas 2004 solo Cuba —ganadora de 9 oros— lo hubiese superado.
Es más, en Pekín hubo 11 medallas de oro latinoamericanas —Brasil sumó 3, Cuba, Argentina y México se llevaron dos cada uno y Panamá y República Dominicana, una—, apenas tres más que las ocho históricas preseas doradas.
Phelps se encuentra clasificado para participar en la competición de 100 y 200 metros mariposa y en 200 combinados en Río 2016 por lo que su cosecha de medallas podría incrementarse.