Se instaló el periódico en el segundo patio del Instituto Nacional Central para Varones, 9a. avenida, desde donde con escasos recursos técnicos en cuanto a talleres se refiere, se editó una hoja que dio cuenta del suceso.
“Nuestra hermosa y amada capital no es ya sino una inmensa extensión desierta, tristemente sembrada de ruinas, muros agrietados, paredes a medio caer, escombros…” Decía un marginal con el título de Duelo nacional.
El primer comunicado del gobierno, firmado por el presidente Manuel Estrada Cabrera, decía: “Conciudadanos: Ha llegado una de las horas supremas en que deben ponerse a prueba el valor y la prudencia, la resolución y el patriotismo que os animan, cualidades que si en las circunstancias ordinarias de la existencia habéis poseido siempre, hoy con mucha más razón deben dominaros ante el inaudito infortunio de que han sido víctimas algunos pueblos de la república enre los que se halla nuestra amada capital derruida por los movimientos sísmicos que nunca podremos lamentar lo bastante”.
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Las informaciones dan cuenta sobre la prohibición para la venta de licores, así como para caminar por las calles de la ciudad derruida, después de las 9 de la noche.
“Al puerto de San José arribó el crucero Cincinati, que fue el primer contacto de los Estados Unidos con Guatemala y el cual venía bajo la comandancia de F. H. Brumbi, con un cuerpo de médicos y técnicos que llegaban al país para conocer los daños e informar a su gobierno para la ayuda correspondiente”.
Se hace observar que como ocurre casi siempre en esos casos, se registran situaciones irregulares aún en las horas de tribulación, pues informan los periódicos de la época que en la repartición de víveres a los damnificados, se registraban abusos por los distribuidores, quienes se apropiaban de los mismos.
Ante esa situación el presidente Estrada Cabrera dispuso concentrar la repartición en locales del gobierno La Palma, su residencia particular (hoy zona 5) donde bajo su propia supervisión se efectuó la asistencia a los damnificados.
Desde la emergencia con el primer terremoto el 25 de diciembre de 1917, la gente abandonó sus casas, en el caso de que aún estuvieran en pie y se refugiaron en los campamentos ubicados en el propio parque central, la plazuela del teatro Colón, Candelaria, San José, Hipódromo del Norte, campo de Marte, Llanos de Palomo, El Amate, Jocotenango, Llano del Cuadro, potrero de Corona, El Terrado, La Urbana, Cantón Aduana y muchos otros lugares.
Los sismos que dañaron la ciudad el 25 de diciembre, se repitieron en los días subsiguientes y con mayor intensidad en los primeros días de enero de 1918, cuando terminaron de sufrir daños muchos edificios y templos, entre éstos la Catedral, cuyas torres cayeron a la repetición del fenómeno.