Durante más de tres siglos la escuela escultórica de Guatemala fue considerada como una de las mejores del continente, muestra de ello son las imágenes que pueden contemplarse en los retablos de las iglesias del país, muchas de ellas han sido testigos del paso del tiempo.��
Una de las tallas con una devoción íntima en los capitalinos pero llena de historia la constituye la Virgen de los Dolores del Manchén. Esta imagen tiene su origen en la segunda mitad del siglo XVII en la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala.
La imagen es atribuida al escultor Pedro de Mendoza, aunque no se han localizado los documentos donde conste la hechura de la imagen; sin embargo, se tiene conocimiento que el culto a la virgen inició el viernes de dolores de 1660 en el cerro del Manchén. Allí se construyó una ermita como parte de una serie de capillas dedicadas al culto a la Dolorosa, representando el primer dolor de la Virgen (La profecía de Simeón).
El nombre del cerro se debe a la proliferación de árboles llamados “manchenes”. La piedad popular y la costumbre hizo que la Virgen tomara el nombre de su lugar de origen y por eso se le conoce también como Virgen del Manchén.
La bendición de esta escultura se realizó en el Templo de San Sebastián, cuya jurisdicción abarcaba la Ermita del Cerro del Manchén y se ordenó por las autoridades eclesiásticas que con su celebración se iniciara el mes de septiembre, periodo dedicado a la reflexión de los dolores de la Virgen María y en cuyos cultos participaban las más altas autoridades eclesiásticas y de la capitanía.
Ya el historiador Domingo Juarros la describe como una de las imágenes más hermosas de Guatemala. Sus características como tener sus labios entreabiertos dejando ver parte de la dentadura y su seño suavemente fruncido le dan un aspecto dramático. Otra particularidad es que posee unos hermosos ojos azules, resultado de una intervención posterior.
Consagración
Las imagenes, en la doctrina católica tienen como objetivo invitar a los devotos a la reflexión y fueron utilizadas durante siglos con una función didáctica para evangelizar a los indígenas y convertirlos a la fe católica. Por su condición de objetos de culto, son bendecidas y consagradas con ritos especiales.
La primera imagen religiosa en recibir la unción de consagración fue Jesús Nazareno de la Merced, dicha ceremonia se realizó el 5 de agosto de 1717, de acuerdo con las crónicas de la época las celebraciones de dicho acto se realizaron durante varios días.
Tendrían que pasar veintiún años para el pueblo guatemalteco pudiera presenciar otro acto similar. Es así como el 23 de mayo de 1738, fue consagrada la Virgen de los Dolores del Manchén de manos de Monseñor Fray Antonio López de Guadalupe, Obispo de Comayagua y delegado pontificio en el Templo del Convento de Nuestra Señora de la Merced bajo Bula Pontificia y además la coronó episcopalmente. El acto fue realizado frente a Jesús Nazareno de la Merced, por tal motivo ambas imagenes se encuentran ligadas y tienen el honor de ser las primeras imagenes consagradas en el continente.
Al día siguiente la imagen consagrada de la Virgen fue trasladada a su Ermita en una procesión solemne y con las pompas características de la época. Allí permanecería en veneración hasta el año 1773, fecha en la que la ciudad de Santiago fue destruida por los terremotos del 29 de julio.
Tras la orden de trasladar la ciudad en 1775, las órdenes y parroquias trasladaron sus bienes al nuevo asentamiento en el Valle de la Ermita. En 1779 los bienes de la Ermita del Manchén, incluida la Virgen son trasladados al actual Templo de San Sebastián en la Nueva Guatemala de la Asunción. En la capilla norte de la parroquia le fue dedicada una capilla en la cual se venera desde entonces.
La importancia de la imagen fue tal que permaneció en el ideario religioso en la Nueva Guatemala de la Asunción, por ese motivo se nombró una calle en su honor al trazarse el plano de la capital. Esta calle es la actual sexta avenida “A” de la 5a. a la 1a. calle. En la parte sur se llama “Callejón del Manchén” y en la norte “Callejón de Soledad”.
La devoción por la imagen desafió al paso del tiempo y durante muchos años se limitó a los feligreses del barrio. Anteriormente salía únicamente en procesión en fechas especiales tales como el año 1988 cuando se celebró el 250 aniversario de su consagración y en el año 2013 celebrando el 275 aniversario.
El surgimiento de las nuevas generaciones y su interés por conocer la historia y recuperar devociones de antaño ha logrado revitalizar y su culto ha renacido como un legado histórico de más de tres siglos a la Virgen de los Dolores del Manchén.
En la actualidad cuenta con una hermandad propia y se ha integrado la devoción al Señor Sepultado de San Sebastián, muestra de ello ha sido la realización de la procesión del Santo Entierro desde el año 2015 procesionando ambas imagenes en andas y llevadas por primera vez al frontispicio de la Catedral Metropolitana en este año 2016.
Cuando pase por San Sebastián no olvide visitar a esta imagen, herencia de la época colonial y una expresión de piedad popular centenaria que se mantiene vigente.
*Con información de la Hermandad del Señor Sepultado y Virgen de Dolores del Manchén y Hemeroteca de Prensa Libre.