Además de ser visitada en tres ocasiones por el fallecido papa Juan Pablo II, la belleza y el esplendor de esta impresionante obra arquitectónica han sido admirados por príncipes y presidentes del mundo.
Debajo del presbiterio, en la cripta del ala izquierda, descansan los restos del primer cardenal de la República Dominicana, Octavio Antonio Beras Rojas, y en la derecha, los de Luis Colón, el hijo de Diego Colón, hermano menor del almirante Cristóbal Colón.
En la fachada norte están sus almenas y su galería exterior o logia, que albergaba los supuestos restos de Cristóbal Colón, trasladados al Faro de Colón, monumento erigido en 1992 en Santo Domingo, con motivo del Quinto Centenario del Descubrimiento de América.
El templo acoge en su interior obras artísticas de gran valor histórico, entre ellas una pintura de la Virgen de la Altagracia, que data de 1520, así como muebles, campanas, monumentos, retablos, obras de ebanistería antigua y lápidas funerarias.
También figuran, entre su valioso patrimonio, pinturas de vírgenes de América Latina, entre ellas la de Nuestra Señora de Coromoto, patrona de Venezuela, donada por el presidente de ese país, Hugo Chávez, en una visita que hizo a la Dominicana en marzo del 2001, cuenta Lourdes Noboa de Pereyra, encargada de Educación de este templo.
La Catedral no escapa de los estragos de los años, por lo que es sometida a constantes trabajos de restauración y remodelación para mostrar su mejor cara.
Data del siglo XVI
Karol Wojtyla viajó tres veces al país caribeño y en las tres ocasiones visitó la Catedral Metropolitana de Santa María de la Encarnación y ofició misa, en especial para sacerdotes y monjas.
La impresionante edificación, en la que se celebran misas los siete días de la semana, mide 54 metros y 55 centímetros de largo por 23 de ancho, y puede acoger a 900 personas.
En el lado norte de la Basílica se encuentra el Parque Colón o Plaza de Colón, uno de los lugares emblemáticos de la Ciudad Colonial, y en la parte sur está el Paseo de los Curas, un jardín por donde los sacerdotes residentes en los alrededores del templo paseaban antiguamente en la mañana y por la tarde.
La primera piedra para su construcción la colocó el italiano Alejandro Geraldini, en 1521, primer obispo residente de Santo Domingo, aunque oficialmente los trabajos se iniciaron en 1523.
El templo terminó de construirse en 1540 y fue bendecido el 31 de agosto de 1541, por el arzobispo Alonso de Fuenmayor.
Estos trabajos se llevaron a cabo bajo la supervisión del arquitecto Luis Moya, el maestro de obra Rodrigo de Pontesillas, los obispos Alessandro Geraldini, Rodrigo de Bastidas, Sebastián Ramírez Fuenleal, Alonso de Fuenmayor y Rodrigo de Liendo.
La Basílica de Santo Domingo es de piedra caliza, y sus pisos originales eran de ladrillos, si bien fueron sustituidos por mármol para la celebración del Quinto Centenario del Descubrimiento de América.
El templo tiene tres naves: norte, central y sur. Está sostenido por cuatro pilares cilíndricos de cada lado y su techo lo forma una serie de columnas que se cruzan como si formaran ramas, explicó la guía.
En la Catedral se conjugan los estilos gótico, románico, renacentista, plateresco y bizantino.
El interior de la edificación es de estilo gótico tardío, su fachada es plateresca, y las lámparas, bizantinas.
El templo cuenta con siete capillas de cada lado y en algunas de estas hay retablos o altares, como al final de cada nave.
Todos los retablos están elaborados en óleo sobre madera policromada de estilo barroco, trabajada con pan de oro y pertenecen a los siglos XVII y XVIII.
La Catedral recibe cada mes más de tres mil turistas, porque, como bien dicen en el país, ningún extranjero que visite la Ciudad Colonial de Santo Domingo puede marcharse sin entrar en el impresionante templo.
*Con información de EFE – Reportajes