La década de 1990 trajo consigo una nueva escalada de precios.
El 9 de abril de ese año, el entonces ministro de Energía y Minas, Raúl Castañeda, confirmó lo que por varios días se había mantenido como sospecha: el incremento de precios de los combustibles y el gas propano.
La gasolina superior costaría Q4.80 el galón; regular, Q4.60, kerosina -para estufas- Q3.85 y diésel, Q2.80.
Los nuevos precios del gas propano serían: cilindro de 100 libras, Q41.98; 60, Q25.51; 40, Q17.22; 35, Q15.07; 25, Q10.86; 20, Q8.82, y de 10 libras, Q4.51.
Estos precios, dijo Castañeda, eran de expendedores al consumidor final, de cilindro puesto a domicilio, en el departamento de Guatemala.
Promesa incumplida
El gobernante de entonces, Vinicio Cerezo Arévalo, dijo en su programa Conversemos que no iba a permitir aumentos en los combustibles, incluido el gas propano, lo cual no fue cierto.
A finales de mayo de 1990, el Banco de Guatemala denunció que los expendedores presionaron al gobierno para que les autorizara el aumento. Para septiembre de ese año el consumo de combustibles bajó 50 por ciento, por la escalada de precios.
En diciembre del mismo año, un mes antes de entregar la Presidencia, Cerezo Arévalo intentó inútilmente justificar los nuevos precios. Su excusa fue la guerra de Irak.
En abril de 1999 era alarmante que el galón de gasolina superior costara Q12, lo cual se consideraba “un asalto al consumidor”.
Volatilidad
Si los precios de los combustibles en la década de 1990 eran alarmantes, jamás en la historia del mercado de carburantes de Guatemala se dio una volatilidad tan pronunciada como en el siguiente decenio.
Fue durante el 2008 cuando el país afrontó los precios más altos.
En enero de ese año tanto el galón de gasolina superior como el de regular rondaban los Q28.
Sin competencia
El 4 de abril de 2017 Natiana Gándara, periodista de Mundo Económico de Prensa Libre indica en una nota que la falta de competencia influye directamente en el vaivén de los precios.
Demográficamente, el país ha cambiado, y esto también causa que el mercado de los combustibles se mueva en otra dirección. En departamentos con más población o más demanda, como Alta Verapaz o Quiché, influyen sobre precios, lo cual no sucede en localidades aisladas o alejadas de centros urbanos, donde la competencia prácticamente es nula o el consumo escaso.
Así, por ejemplo, sorprende que en ciudades como Chiquimula o Jalapa el galón de gasolina superior sea más caro que en Petén.
El aislamiento de algunas regiones, la falta de competencia, la competencia desleal y el contrabando todavía pegan duro en los precios de los combustibles.
A muchos les parecerán risibles los “escandalosos” precios de abril de 1990 –de entre Q4 y Q5 el galón de combustible- pero basta compararlos con los del mismo mes de 2017 –de hasta Q26 el galón de gasolina superior- para notar una abismal diferencia.
https://www.youtube.com/watch?v=OpucAtW0D-o
el narconegocio de combustibles en México. (Video: tomado de Youtube)