Es justo este momento el que se representa en las imágenes del Ecce Homo, que según el historiador Miguel Álvarez agrupan varios momentos del proceso de Cristo, relatado por los evangelistas.
Mateo 27,28-29: “Y despojándole de sus vestiduras, le echaron encima una capa púrpura, y tejiendo una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, y en la mano una caña; y doblando ante Él la rodilla, se burlaban diciendo: ¡Salve, rey de los judíos!”.
Marcos 15,17-18: “…y le vistieron con una capa púrpura y le ciñeron una corona tejida de espinas y comenzaron a saludarle: Salve, rey de los judíos”.
Jn 19,5: “Salió, pues Jesús fuera con la corona de espinas y el manto púrpura, y Pilato les dijo: Ahí tienen al hombre”.
Según Álvarez, ese tipo de imágenes no aparece en la iconografía cristiana antigua. Es al final de la Edad Media cuando empiezan a surgir y llegarán a su máxima expresión en el barroco, que lo representó con mayor dramatismo.
La imagen más venerada en Guatemala es la llamada Jesús del Pensamiento, que muestra un momento en que el Salvador está coronado de espinas y vestido con la capa y la caña. Evoca la serenidad y la fe aún en los momentos más difíciles.
En el templo de San Francisco, desde el siglo XVII y hasta 1917, se veneraba una talla hecha en corcho, que desapareció; sin embargo, a pocos pasos está Jesús del Buen Pensamiento de Santa Clara, bella escultura de las postrimerías del barroco: Jesús recuesta el rostro sobre la mano derecha, en un aparente gesto de reflexión o de pensamiento profundo en un momento tormentoso. Solía salir en procesión el Viernes de Dolores, pero el cortejo se extinguió por falta de cargadores.
Las personas le tocaban un pie o una rodilla a través de un agujero, pero ello ya no es posible, por motivos de conservación.
Hay otras imágenes de Jesús sangrante, coronado de espinas, que impresionan a cualquiera por la serenidad en el rostro, en Santo Domingo, zona 1, y en el templo de La Asunción, zona 2.