La luz verde para que a los prisioneros se les aplicara la inyección letal se encendió a eso de la 1:40 horas, cuando oficiales de la Corte de Constitucionalidad, CC, confirmaron que se declaró improcedente un recurso de amparo interpuesto a favor de Cetino Pérez, de 38 años.
El argumento legal determinó que ya se habían agotado todas las instancias judiciales, y que, por ende, el presidente de la República les negó el recurso de gracia.
Entrada al módulo
A las 5:15 de la mañana y transcurridas seis horas de tensión para, por lo menos, 60 periodistas de distintos medios de prensa local e internacional, autoridades de ese centro carcelario empezaron a llamar a 15 reporteros de medios nacionales y cinco internacionales acreditados para ingresar al módulo de la muerte.
Después de esa primera diligencia, a las 5:30 horas se permitió el ingreso de los reporteros de medios escritos, radio y televisión, mientras los paramédicos, médicos forenses y el juez Segundo de Ejecución Penal, Gustavo Adolfo Dubón Gálvez, ultimaban los preparativos para, luego, proceder a la lectura de la sentencia al reo Cetino Pérez, en presencia de su familia.
Murió en 8 minutos
Exactamente a las 6:05 horas se abrió una cortina negra que permitió observar, a través de un vidrio opaco, la camilla en la que colocaron a Cetino Pérez, quien vestía camisa blanca, pantalón de lona color negro y zapatos del mismo color.
Desde ese momento se procedió a inyectarle las tres sustancias letales por la vía intravenosa. Al principio, el reo estuvo orando y cantando coros evangélicos, y poco a poco dejó de mover los labios.
Su respiración era lenta y profunda, mientras que la mano derecha la empuñó lentamente por varios minutos, hasta que, a las 6:13 horas, su pulso y signos vitales cesaron.
La cortina fue cerrada nuevamente, y por un pequeño espacio sólo se pudo observar al director del Servicio Médico Forense, Mario Guerra, y otros paramédicos que llegaron a comprobar la muerte de Cetino y a retirar el cadáver.
Cerrate fue el segundo
Aunque se había dicho que la ejecución del segundo reo sería hasta las 10 de la mañana, Cerrate Hernández, de 39 años, apareció acostado en la camilla una hora después de que falleciera su compañero, exactamente a las 7:14 horas, momento en que le inyectaron la dosis. Extraoficialmente se supo que a este recluso le dio un ataque de nervios cuando estaba a punto de ser ejecutado, y que en algún momento quiso resistirse a ser llevado al módulo.
Cerrate vestía playera blanca, pantalón de lona azul y calcetines blancos, sin zapatos. Su complexión era robusta y en el primer minuto su respiración era más rápida, con algunas reacciones nerviosas que le contraían el estómago.
Igual que Cetino, Cerrate Hernández estuvo rezando, aunque su tiempo de vida fue más corto, su tez se notó pálida y sus manos quedaron extendidas, a las 7:20 horas, cuando falleció. Al principio hubo dudas de su muerte, debido a que en ese lapso fue cerrada la cortina en dos ocasiones y, finalmente, el cuerpo fue levantado por paramédicos, luego de la ejecución.
Contratiempos
Después de aplicada la inyección letal a los dos Pasaco, el director de la Granja Penal Pavón, Fredy Escobar, explicó que la ejecución de Cetino se demoró porque se desprogramó una de las bombas que contienen las sustancias.
Escobar también indicó que el tiempo en que murieron los sentenciados osciló entre siete y ocho minutos, y que Cerrate Hernández murió en menos tiempo.
Funcionarios ausentes
Desde el día anterior, y durante todo el proceso de la aplicación de la inyección letal, fue notoria la ausencia de varios personajes que de una u otra manera estuvieron vinculados a todo el proceso.
Entre ellos, el abogado de la familia Botrán, Julio Roberto García Merlos, las organizaciones Madres Angustiadas y Familiares y Amigos contra la Delincuencia y el Secuestro, FADS.
Estuvieron ausentes también los delegados de la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Guatemala, Minugua, así como el Procurador de los Derechos Humanos, PDH, Julio Arango Escobar.
Como se recuerda, Arango Escobar estuvo presente el 10 de febrero de 1998 en la ejecución del reo Manuel Martínez Coronado, cuando se aplicó la primera inyección letal, oportunidad en que criticó la forma como fue aplicada la dosis al sentenciado.
Ausentes en el módulo
Los cabecillas de la banda de secuestradores `Los Pasaco', `Lito' y `El Negociador', fueron los grandes ausentes en el módulo de la muerte, en donde ayer deberían haber sido ejecutados junto a Luis Amílcar Cetino Pérez y Tomás Cerrate Hernández.
Elver Gabriel Alvarado, alias `Lito', y Fernando Palacios Luna, `El Negociador', ambos jefes de la agrupación criminal, participaron en el secuestro y asesinato de la señora Isabel Bonifasi de Botrán, hecho delictivo que concluyó ayer con la ejecución de los condenados a muerte.
`Lito' y `El Negociador' se las ingeniaron para fugarse del Centro Preventivo para Hombres, de la zona 18.
El primero escapó el 10 de enero de 2000, junto a otros 10 reos, cuando asaltaron el camión que llevaba los alimentos para los reclusos. Mientras `El Negociador' salió por “la puerta grande”, disfrazado de policía, luego de sobornar a los guardias penitenciarios con Q1 millón, el 9 de marzo de 1997.
El 17 diciembre del mismo año, fue aprehendido en El Salvador, y actualmente se encuentra recluido en la prisión de Cojutepeque, Cuscatlán, El Salvador, en donde enfrenta proceso por el delito de secuestro y robo agravado.
Según investigaciones del Ministerio Público, Alvarado era el jefe de la banda, mientras que Palacios era encargado de negociar el pago de los rescates de sus víctimas.
Actualmente, las fuerzas de seguridad continúan la búsqueda del jefe de la banda de secuestradores. Un día antes de la ejecución, unos 120 agentes policíacos allanaron cuatro viviendas en la aldea El Garrobo, Pasaco, Jutiapa, en donde, según investigadores, `Lito' se moviliza constantemente desde El Salvador.
Al fin se hizo justicia
Fueron tres años de lucha para conseguir que se castigaran los crímenes de la banda `Los Pasaco', pero al fin, con la ejecución de ayer, se hizo justicia”, señaló el mandatario legal de la familia Botrán, Julio García Merlos.
“Con la aplicación de la inyección letal a Luis Amílcar Cetino Pérez y Tomás Cerrate Hernández, se cumplió con la justicia y se castigó a los que se lo merecían”, expuso.
García Merlos hizo un recordatorio de lo sanguinario del crimen por el que se condenó a los miembros de la banda de secuestradores, así como los tortuosos obstáculos legales que hubo que vencer para conseguir y mantener la pena de muerte.
“Era una anciana indefensa, a quien estos hombres secuestraron, golpearon, dejaron sin comer y, por último, estrangularon”, expresó el jurista, al recordar el plagio de la señora Isabel Bonifasi de Botrán.
Agregó que si la pena se aplicó fue porque se cumplió con todo el proceso que manda la ley, y durante el mismo se pudo establecer la culpabilidad de los ejecutados.
En relación a la opinión de algunas agrupaciones que no comparten la ejecución de la pena de muerte por inyección letal, el mandatario legal justificó que si algo podría calificarse de inhumano son las atrocidades que Cetino y Cerrate cometieron con la señora Bonifasi de Botrán, a quien dieron muerte, a pesar de que el rescate se había pagado.
Agregó que si en el país se aplica la pena capital es porque el sistema penitenciario no logra rehabilitar a los reos, quienes al salir de prisión vuelven a cometer los mismos crímenes, lo cual obliga a aplicar la inyección letal, para terminar con los antisociales de forma definitiva.
Esta sería la última ejecución de la pena de muerte en el país. En la actualidad el debate se mantiene ante la escalada de violencia en el país.