Los fuertes ruidos llegaron acompañados de temblores y de tragedia. La tierra se tragó varias casas. El sector más afectado fue la 8a. calle y 24 avenida, donde alrededor de 300 metros de área desaparecieron, incluidas algunas casas y vehículos pesados.
Francisca Noj, de 52 años, no se reponía del susto. Con voz entrecortada relató que estaba junto a su familia cuando el piso de su vivienda desapareció. Dijo que de milagro salvó su vida, pero lamentaba la desaparición de su esposo y dos de sus hijos.
Alejandra Gutiérrez, de 22 años, vecina del lugar, dijo que los ruidos se escuchaban desde hace dos semanas, pero todos se confiaron. “Creímos que no pasaría nada”, expresó.
Gutiérrez, junto con seis miembros de su familia, fueron evacuados a uno de los albergues habilitados por la Municipalidad de Guatemala, a donde a medianoche habían llegado centenares de personas.
José Fernando Sánchez dijo que sus hijos, de 6 y 4 años, ya estaban durmiendo cuando los alertó un fuerte temblor, por lo que abandonaron su vivienda con pocas pertenencias.
Los vecinos del área comentaron que desde hace algunos meses solicitaron, sin éxito, en el Fondo Guatemalteco de la Vivienda, subsidios para mudarse de sus hogares, debido a que un estudio de la Coordinadora para la Reducción de Desastres había advertido que el lugar era de alto riesgo.
Al día siguiente, viernes 23, 720 personas, unas 140 familias, fueron evacuadas del sector de riesgo en el barrio San Antonio, zona 6, donde la noche del jueves último se produjo un hundimiento de tierra que causó dos muertes y la desaparición de una persona.
Cerca de las 4 horas de comenzó el desalojo de unas 140 familias asentadas en un radio de 200 metros del hundimiento. Ya con la luz del sol, los vecinos fueron informados de que no podían regresar al área y que debían trasladarse a otro sitio.
Ante esa advertencia, los afectados optaron por sacar sus pertenencias y abandonar sus viviendas. Efectivos del Ejército y de la Policía Nacional Civil (PNC) ayudaron a transportar los bienes para llevarlos a donde les pedían los damnificados.
Además, fue habilitado un albergue en el Club de Oficiales de la PNC, a unos 500 metros de la zona de desastre, adonde fueron llevadas 250 personas.
Los cuerpos de socorro tuvieron que romper una pared para retirar una flotilla de buses de la línea Litegua, por temor a que cayeran en el inmenso agujero.
No pudo más
Álvaro Hugo Rodas, director de Desarrollo Social, de la municipalidad capitalina, informó que un drenaje tenía varias grietas que ocasionaron que la tierra se acumulara en una intersección con el colector principal.
Con el tiempo, esa acumulación de materia obligó a las aguas negras del colector a infiltrarse en el subsuelo, lo cual fue formando una caverna. Los retumbos que durante meses escucharon los vecinos eran bloques de tierra que caían, agregó.
Finalmente, el jueves recién pasado, la cavidad no pudo soportar el peso de la superficie y se produjo el hundimiento, de unos 50 metros de diámetro y 75 de profundidad.
Rodas expresó que habrá que esperar a que el agua se estabilice, para verificar si hay más zonas de riesgo. Informó que llevarán a cabo obras de infraestructura para rellenar los ductos, cuando el caudal de aguas servidas lo permita.
También descartó que vayan a utilizar explosivos, pues la fuerza del agua ya liberó el “tapón”.
Continúa la tensión
Durante la jornada de ayer se siguieron escuchando los retumbos, que obligaron a evacuar de prisa el sector del desastre. Al mismo tiempo, paramédicos de la Cruz Roja y cuerpos de bomberos descendían con arneses a la zona del hundimiento, en busca de las personas desaparecidas.
Las autoridades del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social optaron por trasladar al 85 por ciento de los pacientes del hospital Juan José Arévalo —situado a unos 800 metros del área afectada—. Sin embargo, la sala de urgencias continuará en servicio, afirmó Nora Lemus, directora de ese centro asistencial.
El suministro de agua corriente para el sector fue suspendido, para evitar que corrieran más líquidos servidos por los drenajes, pero en horas de la noche comenzó a normalizarse el servicio.
Asimismo, fue cerrado el bulevar Las Buganvilias, que conecta con el barrio San Antonio.
Noche de pesadilla
La noche del jueves recién pasado. Cuando los vecinos cercanos a la 25 calle y 6a. avenida de la zona 6 se preparaban para dormir, se percibió una sacudida que estremeció el suelo de las casas.
Los primeros curiosos salieron a la calle y encontraron un hundimiento de donde salían olores fétidos. Unas tres casas cayeron al vacío. El desastre dejó sin paso la vía pública.
Víctimas
El hudimiento cobró tres víctimas, identificados como Domingo Soyós y sus dos hijos, Irma Yolanda y David Soyós Noj, quienes se encontraban en su vivienda la cual cayó en el enorme agujero. Los cuerpos de las víctimas fueron localizados en el río Las Vacas, jurisdicción de Chinautla.
Relleno
El trabajo para rellenar el agujero requirió varios meses, ya que las fuertes lluvias y la magnitud del hundimiento, atrasaron los trabajos.
El 18 de mayo de 2008 los trabajos de relleno en el agujero se encontraban casi concluidos, tras haber vertido 64 mil metros cúbicos de lodocreto.
Dos años después, en 2009 el área del hundimiento ya se encontraba rehabilitada y fuera de riesgo, según el dictamen de la Municipalidad y la Conred. A pesar de la resolución, los vecinos expresaron temor porque aún se escuchaban retumbos y algunas viviendas cercanas presentaban grietas.