Al que Reina Barrios calificaba como de “notables defectos”, era el llamado Himno Popular, del poeta Ramón P. Molina, y cuya música compuso Rafael Alvarez Ovalle. Debido a ello, el gobernante convocó a un certamen para elegir una composición que encarnara las aspiraciones del pueblo.
Así, el 19 de febrero de 1897 se eligió una letra de autor anónimo y la música de Alvarez Ovalle. Guatemala ya tenía Himno Nacional. El estreno de la pieza ocurrió la noche del domingo 14 de marzo de ese año, en el teatro Colón.
No fue hasta 1911 cuando se supo que el “anónimo” autor de la letra era el poeta cubano José Joaquín Palma, quien llegó al país en 1873.
La letra del Himno se mantuvo inalterable hasta el 26 de julio de 1934, durante el régimen de Jorge Ubico Castañeda.
Debido a que se consideraba que el poema musicalizado incluía, entre otras cosas, alusiones agresivas a España, el gobernante decidió que debía mejorarse y encomendó la labor a José María Bonilla Ruano. El filólogo y educador jalapaneco introdujo las reformas y el Himno quedó tal cual se canta en la actualidad.
En 1984 el gobierno militar de Oscar Mejía Víctores instituyó el 24 de octubre como Día del Himno Nacional, en honor del natalicio de Alvarez Ovalle.
Mientras tanto, el Congreso de la República determinó en 1997 que es obligatorio que se interprete el Himno Nacional “en los actos protocolarios de todas las dependencias del Estado (…), así como en las entidades no gubernamentales y del sector privado, en actos solemnes de la vida cívica, militar, política, cultural, educativa y deportiva del país (…)”.
El Himno Nacional consta de cuatro estrofas e igual número de coros. Fue escrito en decasílabos, generalmente formados por un tetrasílabo y un hexasílabo.