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1956: Guatemala termina la guerra con Alemania

El 22 de noviembre de 1956 trascendía en las páginas de Prensa Libre la publicación del decreto 1,127 el cual ordenaba concluir el estado de guerra con la República de Alemania. 

Titular de Prensa Libre del 22 de noviembre de 1956. (Foto: Hemeroteca PL)

Titular de Prensa Libre del 22 de noviembre de 1956. (Foto: Hemeroteca PL)

El estado de guerra se encontraba vigente desde el 11 de diciembre de 1941 en el marco de la Segunda Guerra Mundial. En ese tiempo el país era dirigido por el general Jorge Ubico, de quien no se sabe que haya tenido mayores roces con EE. UU., ya que, cuando asumió, este país aún reparaba los estragos de la depresión económica de 1929.

Al inicio de la guerra permitió que aviones estadounidenses surcaran cielo guatemalteco en ruta hacia Panamá. Sin embargo, en 1941, tras el ataque japonés a la base estadounidense de Pearl Harbor, en Hawái, declaró la guerra a Japón y poco después, a Alemania e Italia. Aquello representó un problema, pues Alemania había sido el más importante socio comercial del café guatemalteco y había muchos inmigrantes alemanes en el país.

EE. UU. presionó de nuevo para que se confiscara empresas y propiedades alemanas. En todo caso, tras el fin de la guerra, ese país se convertiría por mucho tiempo como el único proveedor y cliente internacional importante de Guatemala, ya que la relación con los mercados de Asia y Europa quedó prácticamente cortada.

Simpatía con el fascismo

Ubico mostraba simpatías personales por la minoría alemana, a la que había tenido oportunidad de conocer bien durante su desempeño como Jefe Político y de Gobierno de Alta Verapaz en 1907 y de Retalhuleu, en 1911.

El propio estilo autoritario y militarista lo acercaba a la visión de los movimientos fascistas europeos. Con ellos guardaba en común la exaltación nacionalista, los métodos totalitarios y el centralismo político encarnado por un líder carismático. Su admiración por la disciplina castrense permeó la sociedad hasta el punto de que las asignaturas de corte militar fueron incluidas de forma obligatoria en el pénsum de escuelas de educación primaria y secundaria. 

Como recoge el Álbum Gráfico de la administración del presidente: “En todos los municipios de la República y aun en pequeños poblados se han formado magníficas compañías de voluntarios que han ofrecido en desfiles y competencias muestra brillantes de aptitud, precisión y disciplina”.

De acuerdo con la interpretación del historiador estadounidense Kenneth J. Grieb, recogida en la Historia General de Guatemala, “Ubico vio con cierta simpatía el surgimiento del poder alemán, que le ofrecía una alternativa en relación con la hegemonía estadounidense en el país, y se sintió particularmente atraído por el recién instalado régimen de Franco en España, cuyos métodos, como los de Mussolini en Italia, eran tan parecidos a los suyos”.

Buena prueba de esta identificación es que en 1936 Guatemala fue el primer Estado en reconocer al militar español, con el que estableció relaciones diplomáticas solo un año más tarde.

Tras el inicio de la Segunda Guerra Mundial, pese a haberse declarado neutral, Ubico dio carta blanca a Washington para usar sus puertos e instalaciones de defensa en el Caribe. Las presiones de la Casa Blanca, sin embargo, iban dirigidas a bloquear las prósperas empresas alemanas en el país. Ubico se resistía, pero se ofreció a intervenir las fincas y comercios germanos y a colocarlos bajo administración del Banco Central.

Aun así el coronel Joseph Pate, agregado militar estadounidense en Guatemala, informó, con cierto alarmismo, que los alemanes del país podían forzar la caída de Ubico y del resto de gobiernos de Centroamérica, de modo que la presión de Washington no se hizo esperar.

Un año más tarde, Guatemala tuvo oportunidad para demostrar su fidelidad hemisférica: tras el ataque a Pearl Harbor, la República declaró la guerra a las naciones del Eje Roma-Berlín-Tokio, puso todas sus instalaciones a disposición de Estados Unidos e incluso enfocó sus exportaciones a satisfacer las necesidades de la maquinaria bélica mediante la producción de caucho o quinina. Desde los medios de comunicación locales también se hacía la propaganda necesaria.

Finalmente, hacia 1944, el gobierno de Ubico expropió los bienes germanos, sin importar demasiado cuál había sido su postura con respecto al Nacionalsocialimo.

“Muchas familias mandaban dinero a Alemania porque tenían hijos estudiando allí, pero aquello se interpretó como un apoyo al nazismo”, comenta Cristina de Luján.

“Hubo un trato injusto. Era comprensible que intervinieran las fincas durante la guerra, pero lo normal hubiera sido que después las devolvieran, como se hizo en El Salvador, no que las expropiaran”, recuerda Hasso Lehnhoff, un niño en aquella época, cuya familia pertenecía a la colonia de antiguos alemanes.

No a la devolución

El decreto de marras de 1956 indicaba que se daban por liquidados e incorporados definitiva e irrevocablemente al patrimonio de la nación, todos los bienes y, derechos y acciones que fueron expropiados o afectados de expropiación de acuerdo con el decreto 630 y sus reformas. 

La disposición indicaba además de que el restablecimiento de las relaciones diplomáticas ni la celebración de acuerdos con la nación alemana se podría efectuar si ello implicaba la “reconsideración de las expropiaciones efectuadas o la devolución de bienes o el pago de cualquier indemnización”. 

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