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La feria de la Cruz celebra al Niño de Amatitlán

La veneración al Niño Jesús heredó elementos del culto indígena al espíritu protector del lago, que era concebido con apariencia infantil. Recordamos este reportaje de Revista Domingo del 2 de mayo de 2004.

El párroco de Amatitlán da la bendición con el Zarquito. (Foto: Hemeroteca PL)

El párroco de Amatitlán da la bendición con el Zarquito. (Foto: Hemeroteca PL)

A pesar de la contaminación agobiante de sus aguas, cada 3 de mayo el lago de Amatitlán recupera el aire sagrado de aquellos siglos cuando era lugar de veneración.


El júbilo está en las calles: hay quema de cohetillos, ofrendas florales, incienso que se va en humo, lanchas decoradas y un pequeño navegante que parece viajar en el tiempo, cuando este lugar tenía otro nombre: Pampichí. 

Nahuales y santos

Antonio de Fuentes y Guzmán, cronista colonial, lo describió en 1690: “El pueblo de Pampichí, situado sobre la ribera meridional de la laguna tiene treinta vecinos muy pobres, su iglesia pajiza es sencilla y estrecha, aunque frecuentada por romerías, por la milagrosa imagen del Niño de Betlem que allí tienen”. 

“Probablemente la veneración del Niño de Amatitlán sustituyó al culto prehispánico dedicado al espíritu tutelar o nahual del lago”, explica el investigador Manuel Guerra. 

Algunos historiadores identifican a esta deidad como un niño que vivía en las aguas del lago, a quien los antiguos pobladores agradaban ofreciéndole regalos que podían ser artículos en cerámica o tallados en piedra. Esto se deduce de la gran cantidad de figurillas que han sido rescatadas del fondo por arqueológos acuáticos.

¿Por qué 3 de mayo?

En esta fecha la Iglesia Católica celebra el Día de la Cruz, conmemoración del hallazgo en Jerusalem de la cruz en la que murió Cristo, cuya búsqueda fue dirigida por Santa Elena, madre del emperador Constantino. Sin embargo, fue en 1883 cuando la imagen del Niño fue puesta en un altar en la Parroquia de Amatitlán. 

Aunque no se tiene un registro fiel de cuándo se empezó a realizar el cortejo acuático, se calcula que tal tradición tiene unos 80 años, no obstante, la veneración del Niño proviene de la época colonial, cuando éste se encontraba en Pampichí, sitio ceremonial indígena, de donde fue trasladado a la parroquia por orden del arzobispo Cayetano Francos y Monroy.

El antiguo Pampichí

El nombre Amatitlán se deriva de la voz nahuatl “Amatl” que significa “amate” una variedad de árbol y “tlan” que significa cercado, por lo que se podría traducir como lugar cercado de amates”, cita el historiador Jorge Luis Arriola. 

Fuentes y Guzmán señala que Amatitlán significa “pueblo de la laguna” en idioma cakchiquel. El pueblo original estuvo asentado en el sitio denominado Pampichí donde actualmente se encuentra la aldea Belén. 

El historiador inglés Tomás Gage en la relación de sus viajes por tierras guatemaltecas se refiere que Pampichí quiere decir “lugar de las flores”. 

El arzobispo Pedro Cortés y Larraz cita que en 1769 Amatitlán era la cabecera del curato de San Juan y San Pedro Mártir, tres haciendas, los ingenios Anís y La Compañía. Los historiadores coinciden en que Amatitlán es de origen maya pokomán.

Navegando hasta su trono

Cada 3 de mayo a las 9 de la mañana, sale la procesión del niño. Al llegar al lago aborda una barca. 

  • El Zarquito llama la gente, de cariño, a la imagen del Niño Jesús, por tener los ojos verdes.
  • Al mediodía llega la procesión a la orilla del lago. viste un atuendo de presbítero y va en una pequeña silla.
  • La barca en realidad es una plataforma flotante que recorre la parte sur del lago acompañada de numerosas lanchas adornadas.
  • Tras hora y media de navegar, llega al “Sitio de los Órganos”, en donde está ubicada la “silla del Niño” una formación rocosa en donde la imagen es colocada a manera de trono.  A las 6 de la tarde lo llevan de vuelta a su templo.

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