Para los observadores del proceso, esa invocación es una estrategia proselitista que apela a lo emocional, cuando los candidatos deberían enfocarse en explicar cómo, concretamente, van a cambiar el país.
Alejandro Giammattei, de la Gran Alianza Nacional, cuyo lema de campaña era: “Que Dios bendiga a Guatemala”, aseguraba que era una frase suya “desde siempre”, y la defiende. “No creo hacer daño a nadie”, dice.
Otro político que utilizó la misma frase, apelando a bendiciones divinas al terminar cada discurso era el ex presidente estadounidense George Bush, identificado con el neoconservadurismo religioso.
Sin embargo, Raúl de la Horra, psicólogo y columnista, considera que se menciona mucho a Dios como un ritual supersticioso que inconscientemente pretende evitar llevar la campaña a un plano racional y conceptual. “La utilización de Dios en la política siempre ha sido un excelente estratagema para evitar pensar y razonar. Porque ambas cosas son antitèticas: sicrees no piensas. Y si piensas, no crees. El meter a Dios en la campaña es la mejor manera de evacuar toda confrontación con la realidad, pues resulta siempre mucho más comodo dejarle a Él la responsabilidad de lo que nos está pasando”, recuerda De la Horra.
Para Álvaro Pop, jefe de la Misión de Observación Indígena, es inevitable, porque en el Estado se juega bajo influencia de las religiones. “Deberían de explicarnos qué significa en política pública. ¿Para qué sirve esa invocación en términos políticos?”, cuestiona.
La imagen de Harold Caballeros, ex pastor evangélico de la iglesia El Shaddai y precandidato presidencial de Visión con Valores, representó esa unión entre la religión y la política. Él la negó categóricamente: “El Estado es laico”, y defiendió la separación de Estado e Iglesia como uno de los grandes logros de la historia occidental.
Pese a ello, Caballeros no desperdició la oportunidad para vincular su candidatura a una campaña que lo hizo famoso: “Jesús, es Señor de Guatemala”. En sus vallas usa la misma tipografía y los mismos colores de soluciones”. ¿Casualidad o intencionalidad?
Hoy, Caballeros está desvinculado del partido y VIVA presenta su propuesta de “Visión con Valores” que de acuerdo con su página de internet indica que: “Se basa en la visión a largo plazo y el aspecto moral como rector del comportamiento del hombre, la familia, la sociedad y por supuesto el gobierno”.
Giammattei y Caballeros se acercan más a ser la regla que la excepción. El Frente Republicano Guatemalteco (FRG) era otro estandarte de la explosiva combinación de religión y política. Su ex dirigente, Efraín Ríos Montt, ex gobernante de facto y hoy procesado por el delito de genocidio, fue fundador de la iglesia El Verbo. El partido explicaba así su ideología, según sus estatutos: “El FRG no se identifica con filosofía, doctrina o disciplina alguna, simplemente proclama su fe en la Palabra de Dios”. Señalaba como máximo líder a JEsucristo y como texto de referencia ideológica a la Biblia.
Estratégico
Para Gustavo Berganza, de Mirador Electoral, es natural esa inclusión de Dios en la política, porque la ciudadanía, en su mayoría, tiene participación activa en las iglesias. “Para la campaña, es productivo, porque buscan el lado emocional, de crear empatía. Pero es una limitación, porque se pierde la oportunidad de llevar la campaña a un nivel superior de discusión”, opina.
Para Berganza, lo ideal es que Dios se quede afuera, porque hay políticas de Estado que contradicen enseñanzas religiosas, como los derechos de salud reproductiva. “Los más afectados somos los no religiosos, porque nos tratan de imponer unos valores morales”.
Pop parece resignarse. “Debería ser como la población quiere, pero debería ser franco. El problema es cuando en la religión se apropian de las verdades y se evita el ecumenismo. Los candidatos hablan de Dios como del tema indígena, como un punto que tiene que estar presente en la campaña, pero no lo asumen como propio”, explica.
De la Horra abona en la discusión. “Es una excelente estrategia y un alivio para las masas ignorantes, porque así tampoco tienen que pensar demasiado o exigir, puesto que todo lo que está sucediendo, finalmente, termina en el plano sobrenatural o por la voluntad de Dios: Que sea lo que Dios quiera, es la forma más astuta de lavarse de toda responsabilidad por nuestros actos.
Tradición
La línea que divide los mundos de la religión y la política no ha sido tan clara en Guatemala. Las experiencias de los ex presidentes y ministros evangélicos Efraín Ríos Montt y Jorge Serrano Elías traen a la mente de las generaciones anteriores los sermones dominicales en cadena nacional para hablar de los “valores morales”.
Edwin Sperisen, ex director de la Policía Nacional Civil, convocaba a los agentes a participar en servicios de oración. El mismo ex presidente Óscar Berger cedió terrenos estatales para obras de beneficiencia de la Iglesia Católica, recuerda Berganza.
Y en medio de la campaña electoral, la mayoría de candidatos vicepresidenciales asistieron a la inauguración del megatemplo de la Fraternidad Cristiana; los presidentes de los tres organismos de Estado estaban en primera fila: Berger; Eliú Higueros, presidente de la Corte Suprema de Justicia, y Rubén Darío Morales, presidente del Congreso. El alcalde capitalino Arzú también participó de la ceremonia.
El pastor de la Fraternidad Cristiana, Jorge López, exhortó al final del servicio a todos los políticos: “Le pediría a todos los candidatos que incluyan a Dios en su campaña. No se puede hacer buen gobierno sin moral y sin fe. Tienen que temer a Dios”.
Legislación
Aunque la Constitución de Guatemala inicia con una invocación a Dios, en el marco legal no se menciona más ninguna otra relación de la religión con la política. La única prohibición relacionada es la de ser candidato presidencial siendo ministro de culto, pero una renuncia formal puede solucionar el tema. En el reglamento de la Ley Electoral y de Partidos Políticos también se menciona el tema en el artículo 67, sobre Medios prohibidos para hacer propaganda.
“No será permitido ninguno de los siguientes medios de propaganda política o electoral: toda forma de propaganda, valiéndose de creencias religiosas o invocando motivos de religión, que influya en los ciudadanos a que se adhieran o separen de partidos o candidaturas determinadas”, reza el inciso e.
Alejandro Giammattei, candidato presidencial por la GANA, terminaba sus intervenciones en las cuñas de televisión con la frase: “Que Dios bendiga a Guatemala”. (Video: Youtube)