De acuerdo con las publicaciones de Prensa Libre de la época, se conocía la importancia del evento para todos los capitalinos. En la primera sesión “extraordinaria” celebrada por el concejo capitalino y presidida por el Alcalde Leonel Ponciano León, se declaró el “Año del Bicentenario de la Ciudad de Guatemala” el espacio comprendido entre el 2 de enero de 1975 al 2 de enero de 1976.
“Se tiene que hacer un extraordinario esfuerzo de imaginación para reencontrar el rancho de paja que hace 199 años albergó al primer ayuntamiento de la nueva ciudad de Guatemala”, indicó el alcalde Ponciano. A la sesión extraordinaria asistieron el exalcalde de la capital, periodista Francisco Montenegro Sierra, el escritor Pedro Pérez Valenzuela, quien era el Cronista de la Ciudad de Guatemala en dicha época, el historiador David Vela y el concejo en pleno.
Historia
A raíz del terremoto denominado de “Santa Marta” ocurrido el 29 de julio de 1773 y ante la destrucción y ruina de la ciudad capital de la Capitanía de Santiago de Guatemala, surge la propuesta de trasladar la ciudad a un sitio más seguro por el presidente de la Real Audiencia, Martín de Mayorga, presidente de la Real Audiencia.
La sociedad de la época se divide en dos bandos: los terronistas (Iglesia y Ayuntamiento) quienes se oponían al traslado y proponían reconstruir la ciudad en el mismo sitio; y los traslacionistas (encabezados por de Mayorga). Los intereses del traslado era político y económicos, ya que al reubicar la ciudad se condonaban las deudas a los habitantes y se les entregaban nuevos solares para construir.
Las propuestas de ubicación de la nueva metrópoli eran diversas, se pensó en el valle de Jumay en Jalapa, los llanos de Chimaltenango y la Ermita, siendo seleccionada ésta última tomando en cuenta la distancia de los volcanes, a los que se les atribuían los sismos, el abastecimiento de agua por medio de los ríos Las Vacas, Mixco y Pinula, la fertilidad del suelo, el clima templado, los barrancos y los accesos y salida hacia los océanos.
El valle de la Ermita ya había sido habitado por los habitantes prehispánicos de Kaminaljuyú. Existían vestigios de montículos y receptáculos de agua pluvial de acuerdo con el historiador Aníbal Chajón. El nombre de la Ermita se debía a la iglesia existente en un cerro desde el siglo XVII donde se venera la imagen de la Virgen del Carmen.
El 25 de diciembre de 1775 se celebra la traslación total de la ciudad al nuevo asiento por Real Acuerdo, con su escudo, títulos, patrones y prerrogativas. El 31 de ese mes del Ayuntamiento se asienta en el nuevo pueblo de La Ermita.
Con una sesión solemne el cabildo municipal realiza la primera sesión en el nuevo asentamiento. El lugar donde se celebró el cabildo se ubica en la actualidad a un costado de la Iglesia de la Parroquia Vieja sobre la Calzada José Milla y Vidaurre zona 6.
El trazo de la ciudad estuvo a cargo del arquitecto español Luis Díez de Navarro, pero el rey Carlos III encargó a su arquitecto, el italiano Francisco de Sabatini que realizara cambios. Sabatini delega a su vez a Marcos Ibáñez quien le da el aspecto de tablero de ajedrez, con sus plazas y distribución de iglesias.
El 23 de mayo de 1776 Carlos III denomina a la ciudad como “Nueva Guatemala de la Asunción” mediante Real Cédula, basado en el nombre histórico de la ciudad y en honor a la patrona del pueblo de la Ermita, la Virgen de la Asunción.
Conmemoración
El día del Bicentenario, el 2 de enero de 1976 cuenta la crónica periodística que la efeméride se saludó con 21 cañonazos a las 6 horas. El acto era el inicio de las fiestas conmemorativas para dicho año se realizó en la Plaza Italia frente al Palacio Municipal al cual asistió el presidente de la República, Kjell Lauguerud García, el alcalde Leonel Ponciano, funcionarios de gobierno, concejales y ciudadanos.
El presidente Laugerud dirigió un mensaje en el cual se exaltó la importancia de celebrar los doscientos años de la ciudad además de una reseña histórica sobre lo que había acontecido en 1776.
A las 7.30 horas se instaló el concejo municipal en el salón de sesiones de la Municipalidad, donde se celebró una sesión extraordinaria presidida por toda la corporación en pleno y con la asistencia de algunos ex alcaldes. El alcalde Ponciano indicó en su alocución que “Nuestra urbe se viste de fiesta y el gobierno municipal como responsable directo de los destinos de la misma inicia hoy una serie de actividades que serían desarrolladas en el transcurso del año para conmemorar tan trascendental acontecimiento”.
De igual forma el alcalde en su discurso enumeró hechos de progreso para la ciudad: 1879, introducción del alumbrado público a gas; 1879, anexión del pueblo de Jocotenango; 1881, construcción del camino a Jocotenango; 1881, anexión del cantón Candelaria y La Parroquia; 1881, lotificación de los terrenos aledaños al cementerio; 1882, nace el tranvía a caballos; 1883, construcción del cantón y avenida Elena para facilitar el tránsito de carruajes en la ciudad; 1884, inauguración del ferrocarril del Sur e introducción del servicio telefónico; 1885, anexión del pueblo de San Pedro Las Huertas; 1885, inauguración del servicio eléctrico; 1886, unificación de los municipios de Ciudad Vieja y la Villa de Guadalupe.
Posteriormente el concejo y miembros del comité organizador de festejos del Bicentenario se trasladaron a un costado de la Parroquia Vieja, donde se develó una placa conmemorativa en el lugar exacto donde se celebró el primer cabildo de la Ciudad. Luego, en la Ermita del Cerro del Carmen se develó otra placa conmemorativa. Al mediodía se instaló nuevamente el concejo en la Municipalidad donde se dió lectura a la primera acta levantada en el Valle de la Ermita.
Tragedia eclipsa celebración
Todo era júbilo aquellos primeros días del mes de enero de 1976 en la ciudad de Guatemala, se comenzaba a tomar conciencia sobre la historia y se recuperaban los nombres antiguos de las calles, como ocurrió con el callejón “Del Fino” (10a. avenida “A”), además de otros brillantes actos programados.
Sin embargo nadie esperaba que treinta días después, la bicentenaria ciudad sería devastada por un fuerte terremoto, el 4 de febrero dañando joyas arquitectónicas, muchas de ellas surgidas con la fundación, tales como la Iglesia de Santar Rosa, que fue Catedral provisional, el templo de San José, casas antañonas y construcciones modernas cayeron por el movimiento telúrico, sepultando a su vez a miles de guatemaltecos. El panorama era dantesco en ese fatídico año, quedando para los anales de la larga y accidentada vida de esta metrópoli.