En esta gratificante profesión hemos hecho muchas cosas, maestros, cuenta cuentos, guías de usuarios, consejeros, investigadores, clasificadores, analistas, catalogadores etc. y cada labor realizada nos ha dejado satisfacciones inborrables con el transcurso del tiempo, que aunque uno cambie de rol en otra empresa, el espíritu de servicio siempre lo llevamos en la sangre y nos adaptamos a cualquier trabajo, por la formación que nos dieron en la Escuela de Bibliotecología de la Facultad de Humanidades de la Usac., así que este día es bien merecido para los que ya no trabajan y para los que seguimos en esta profesión.
Carrera Universitaria
En Guatemala, desde 1948 existe una carrera que se imparte únicamente en la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos (Usac), por medio de la Escuela de Bibliotecología, de la cual egresan bibliotecarios generales y licenciados en Bibliotecología. Además la Escuela brinda esta carrera los fines de semana .
Historia de la profesión
La profesión de bibliotecario es muy antigua, su ejercicio se remonta a los tiempos más lejanos de la civilización. En efecto, había bibliotecarios al cuidado de las colecciones de tablillas de cera o ladrillos de barro cocido con escritura cuneiforme, en las fabulosas ciudades de Nínive y Babilonia de la cultura caldeo-asiria.
Había bibliotecarios también, y no podía ser de otro modo, en las rivales bibliotecas de Pérgamo y Alejandría, sobre todo en esta última, cuyo acervo llegaba a los 700,000 volúmenes, que no eran sino rollos que contenían el saber de la humanidad hasta esos tiempos. Se sabe que la primera biblioteca pública de Roma fue fundada en el año 39 a.C. por Asinio Polión: orador, historiador y poeta y, por lo mismo, protector de las letras.
Esa biblioteca y todas las demás que se crearon en la ciudad imperial estaban a cargo de personal especializado, por así decirlo. Esos bibliotecarios, celosos de los tesoros que guardaban y que ponían al servicio de los estudiosos, eran por supuesto autodidactas; sin embargo, sabían muy bien lo que estaban haciendo: poner en manos de los usuarios las fuentes del conocimiento, fuentes de luz intelectual y espiritual, a través de las cuales el ser humano abreva su necesidad, a veces angustiosa, de saber.
Día del bibliotecario
El paso siguiente fue la organización de corporaciones gremiales por parte de los libreros. Ya en el mismo siglo XV los libreros de Barcelona, al constituir su gremio, lo pusieron bajo la advocación de San Jerónimo (h. 331-420), cuya fiesta se celebra el 30 de septiembre.
De acuerdo con el licenciado Gonzalo Dardón Córdova, fundador y primer director de la Escuela de Bibliotecología, en una de las sesiones de la Asociación de Bibliotecarios de Guatemala, a mediados de los años cincuenta del siglo pasado, Jorge Juárez García, bibliotecario de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacia, presentó la moción de que se fijara como Día del Bibliotecario el 30 de septiembre, de conformidad con la tradición española. Sin hacer mayores reflexiones sobre el particular, la ponencia en mención fue aceptada. Desde entonces se celebra en Guatemala el 30 de septiembre como el Día del Bibliotecario.
En otros países el día del bibliotecario se celebra en diferentes fechas, 19 de marzo en Costa Rica, 21 de Febrero en Ecuador, 24 de abril en Colombia, 25 de mayo en El Salvador, 20 de julio en México, 24 de septiembre el Nicaragua, 24 de Octubre en España.
El 23 de abril fue escogido como día del libro y del derecho de autor por la coincidencia del fallecimiento de los escritores Miguel de Cervantes y Saavedra (español), y William Shakespeare (inglés).
Sobre las bibliotecas
“Ordenar bibliotecas es ejercer de un modo silencioso el arte de la crítica”. Jorge Luis Borges
“De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo… Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria”. Jorge Luis Borges
“Cuando se proclamo que la Biblioteca abarcaba todos los libros, la primera impresión fue de extravagante felicidad…., el universo bruscamente usurpó las dimensiones ilimitadas de la esperanza”. Fragmento de “La Biblioteca de Babel” Jorge Luis Borges
“En Egipto se llamaban las bibliotecas el tesoro de los remedios del alma. En efecto, curábase en ellas de la ignorancia, la más peligrosa de las enfermedades y el origen de todas las demás”. Jacques Benigne Bossuet (1627-1704) Clérigo católico y escritor francés