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“A ambos lados de la pista había tanques egipcios”: la mujer que vivió la crisis de Suez desde la embajada británica

Jennifer Boyle llegó de Londres a Cairo el 26 de julio de 1956, el mismo día en el que el presidente egipcio, el coronel Gamal Abdel Nasser, nacionalizó el Canal del Suez.

Jennifer Boyle trabajó en la embajada británica en Egipto... en plena crisis por el canal de Suez.

Jennifer Boyle trabajó en la embajada británica en Egipto... en plena crisis por el canal de Suez.

La declaración de Nasser desencadenó un intento de Francia y Reino Unido por recuperar el dominio del que era punto estratégico por excelencia en la región, e Israel, un nuevo país que temía el fortalecimiento de su vecino y enemigo.

La contienda militar librada entre en el desierto de Sinaí dejó dos grandes víctimas: los antiguos imperios europeos que tuvieron que enfrentar la desalentadora realidad de que ya no serían más que potencias subordinadas a los otros dos grandes poderes: Estados Unidos y la URSS.

Jennifer tenía en ese entonces 21 años y había ido a trabajar en la embajada de la corona británica en Cairo para MI6, el servicio secreto de Reino Unido.

El poco tiempo que pasó ahí fue como “vivir en las páginas de la historia”, le dijo a la BBC.

Maravillada en medio de la tensión

A sus 81 años Jennifer es la última sobreviviente entre las personas que trabajaban en la embajada y recuerda “los telegramas urgentes que iban de un lado para otro”.

Cuando llegó como secretaria del MI6, la más joven con seis años de diferencia, la situación “estaba ya en un elevado nivel de agitación”.

Conocer el embajador británico, Humphrey Trevelyan, fue “como ser presentada a la realeza“, le escribió entonces a sus padres.

Era “bastante pequeño, con orejas que sobresalen, pero aun así muy encantador. Me dijo que yo llegaba en tiempos agitados”.

Al principio, “la situación general estaba tranquila” y “los egipcios son encantadores”, escribió.

Incertidumbre y diversión

Tras unos días pasados descifrando mensajes, Jennifer le volvió a escribir a sus padres: “Nadie sabe realmente qué va a pasar. Pero bajo la superficie, el ambiente está bastante tenso”.

Todo el mundo sentía como si estuvieran “haciendo las cosas por última vez y por eso, tienen que disfrutarlo al máximo“.

“No hay indicios todavía sobre hacia qué lado van a ir las cosas. Aunque la tensión y el trabajo han aumentado, sin duda, y hemos empezado a quemar algunos de los registros antiguos de la embajada por si acaso. Y qué trabajo tan desagradable, ya que cada pedazo de ceniza tiene que ser luego inspeccionado”.

Pero, mientras la plantilla de la embajada se iba reduciendo y las esposas iban volviendo a Reino Unido, Jennifer recuerda “divertirse intensamente”.

“Había discotecas, bailarinas del vientre. Nos metíamos en cama a las 3 de la madrugada y a las 7 estábamos de vuelta en la embajada. Me lo pasé mejor que nunca”.

“Nos daban 200 cigarrillos y dos botellas de alcohol al mes por el precio de £1. Así que era fácil divertirse”.

“Me invitaron a la carpa de Su Excelencia en el desierto para una cena de picnic”, escribió.

“Nunca me imaginé que la primera vez que cenaría con un embajador iba a ser en medio del desierto, comiendo pollo con las manos“.

“Lady Trevelyan es la única esposa diplomática que queda aquí. Si al menos las cosas se calmaran un poco, nos lo pasaríamos espléndidamente, ¡hay tantos hombres sin pareja y ninguna chica!”.

“Lo que pasa es que en este momento, bien podríamos poner la cama en la oficina. ¡Lo digo por si alguien cree que no sé lo que significa trabajar!”.

Pero cuando no estaban trabajando, Jennifer dice que solían estar en el club, comiendo con amigos.

“En mi caso”, escribió cuando tenía 21 años, “casi todos chicos del registro de la embajada y unos pocos holandeses y estadounidenses”.

La diversión solo “se opacaba por culpa de la señora Dunk, una solterona de talla grande y edad indefinida que acaba de llegar desde Damasco donde, según ella, era la mano derecha del embajador. Es como un disco de gramófono repitiendo 'yo le dije a Sir John' y 'Sir John me dijo”.

Recordando esto, 60 años después, Jennifer cree que era una “desagradable cascarrabias”.

La crisis del canal de Suez:

  • 26 de julio de 1956: el presidente egipcio, Gamal Abdel Nasser, anuncia la nacionalización del Canal de Suez, operado hasta entonces por una empresa franco-británica
  • 29 de octubre: Israel invade la franja de Gaza y la Península del Sinai. Las tropas avanzan hacia el canal
  • 31 de octubre: Reino Unido y Francia bombardean para forzar la reapertura del canal. Nasser responde hundiendo 40 barcos
  • 5 de noviembre: Fuerzas anglofrancesas llegan a Port Said
  • 7 de noviembre: Entra en vigor el alto el fuego acordado por la ONU
  • 21 de noviembre: Llegan las primera tropas de la ONU a Port Said
  • 23 de noviembre: Reino Unido acepta empezar la retirada militar de Egipto
  • 9 de enero de 1957: Renuncia el primer ministro británico, Anthony Eden


La crisis se intensificaba, pero el embajador “no estaba informado”.

Alto secreto

Lo primero que alguien en la embajada supo del ataque israelí fue por “un telegrama a la una menos cuarto de la mañana”, explica Jennifer.

El código por teléfono, llamándola para ir a la embajada en mitad de la noche, fue: “¿Nos tomamos un té?”.

“Y luego, '¿invitamos a unos amigos?', lo cual significaba que era de alto secreto“.

Tras ayudar al embajador a descodificar el telegrama, él se volvió y le dijo: “Parece que las cosas se están moviendo. Mejor vete a casa porque parece que vas a tener que irte pronto”.

Le dijeron que se fuera con solo una maleta de 9 kg.

“Los suizos se ofrecieron voluntarios para cuidar a los agentes de inteligencia. Son muy buenos, los suizos. Saben lo que hacen”.

Los pusieron en el último vuelo que salía de Cairo. Faltaban cuatro plazas para todos los que querían irse y Jennifer se ofreció a ponerse de última en la fila con la esperanza de poder quedarse.

Pero su intento “fue frustrado”, dijo.

Mientras despegaban, rápido y “directo hacia arriba”, un estadounidense mayor le dijo: “Dios mío, espero que se apresure”.

“Miré por la ventana y allí, a ambos lados de la pista, estaban los tanques egipcios”.

“No tiene sentido que diga que estaba asustada, porque no lo estaba. El ambiente era típicamente británico: resueltamente jovial”.

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