Y el 30 de junio de 1977, en Helsinki, se convirtió en el primer africano en batir el récord mundial de los 10 mil metros, con 27:30.5. Ni siquiera sabía lo que había logrado. No tenía ni idea de dónde estaba esa plusmarca. Cuando se lo confirmaron, respondió, perplejo: “Es imposible, porque en mi pueblo no soy ni siquiera el que más corre. Hay otros chicos que me ganan”.
El ojeador regresó a la aldea, peinó las zonas de las altiplanicies de Kenia y regresó tiempo después con algo que le pareció una joya: un atleta llamado Henry Rono. Pero no sabía hasta qué punto esa joya iba a brillar… Ni se lo imaginaba.
Un año después de la hazaña de Samson Kimobwa, Henry, quien parecía volar sobre la pista, a la que no golpeaba, sino que acariciaba, batió sucesivamente cuatro récords del mundo: el de 5 mil metros, en Barkley (8 de abril); el de 3 mil metros obstáculos, en Seattle (13 de mayo); el de 10 mil, en Viena (11 de junio), y el de 3 mil metros lisos, en Oslo (27 de ese mismo mes). Impresionante y algo jamás repetido.
No pudo competir en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980, porque Kenia se solidarizó con el boicot estadounidense en represalia por la invasión soviética de Afganistán, pero regaló al atletismo una nueva plusmarca, de 5 mil metros, el 13 de septiembre de 1981, en Narvik (Noruega).
Y los ojeadores se pusieron en alerta cuando le oyeron comentar, como de pasada y sin darle mayor importancia, que las mujeres de su poblado también corrían mucho, mucho.
Reclutar mujeres
Pero sucede que reclutar a las mujeres del África Negra era más difícil que hacerlo con los hombres. Los estadounidenses, primero, y los europeos, después, echaron las redes a las chicas de África, pero chocaron con tradiciones ancestrales, con un machismo muy arraigado, con condiciones sociales muy diferentes… Y con condicionamientos religiosos importantes. Hubo que esperar, pero mereció la pena porque poco a poco se produjo una auténtica revolución, y en un tiempo bastante corto.
En los últimos campeonatos mundiales, celebrados en Moscú el año pasado, las reinas de África conquistaron 17 medallas, cinco de oro, siete de plata y cinco de bronce; y las lograron en todas las carreras —salvo en las de vallas—, además de en salto de longitud. Hubo tripletes en 5 mil, 10 mil y 3 mil metros obstáculos.
Los países laureados fueron Kenia (tres oros, tres platas y un bronce), Etiopía (dos oros y tres bronces), Costa de Marfil (dos platas), Nigeria (plata y bronce) y Botsuana (una plata). Todas ellas, naciones del África Negra.
El cambio era abrumador, porque en las dos primeras ediciones mundialistas (Helsinki 1983 y Roma 1987) no hubo ni una sola medalla. Las mujeres africanas subieron por primera vez al podio en esta competición, en Tokio 1991: oro para la argelina Hassiba Boulmerka, en mil 500 metros (también se hablará de ella posteriormente en este reportaje), y bronce para la keniana Susam Sirma, en 3 mil metros.
Pero no es necesario remontarse tanto en el tiempo para ver la progresión continua de las reinas de África, porque si en la última gran competición internacional, esos campeonatos mundiales de Moscú 2013, las medallas fueron 17, en la anterior, los Juegos Olímpicos de Londres, solo habían sido 11. Y de tres oros se pasó a cinco.
En Londres, todas las medallas se conquistaron en mediofondo o fondo, mientras que en Moscú se lograron, además, cuatro en velocidad y una en longitud.
Los grandes países son Kenia y Etiopía, en el Este de África, cuna de corredoras de las altiplanicies, atletas de largo aliento. Pero en África se fortalecen las atletas de explosividad, como velocistas y saltadoras. Tienen los mismos genes que las negras estadounidenses, jamaicanas, cubanas. Al fin y al cabo del Oeste del Continente Negro partieron en barcos negreros los antecesores de los atletas que hoy brillan en pruebas cortas y en saltos.
A continuación presentamos a algunas de las pioneras más destacadas, consideradas reinas africanas.
Esther Brand, Sudáfrica
Campeona olímpica de salto de altura en los Juegos de Helsinki 1952, perteneciente a un país que practicaba una férrea segregación racial. Venció con 1.69 metros.
No ha pasado a la historia grande del atletismo, ni siquiera por esa condición de pionera. Esther Brand saltaba altura a tijereta, el estilo más primitivo. Un producto de la segregación racial.
Nawal el Moutawakel, Marruecos
Primera campeona olímpica magrebí. Ganó los 400 metros vallas en los Juegos de Los Ángeles 1984, beneficiada en parte por la ausencia de las atletas soviéticas y alemanas del Este, que boicotearon estos Juegos como venganza por el boicot anterior de Estados Unidos y de gran parte de sus aliados a los de Moscú 1980.
Llegó a ser ministra del Gobierno marroquí y miembro de la Federación Internacional y del Comité Olímpico Internacional.
gran bretaña
Zola Budd, la niña de los pies descalzos
Nació en Sudáfrica, en plena segregación racial y es de raza blanca. Con 17 años batió el récord mundial de 5 mil metros, pero la marca no fue aceptada porque Sudáfrica estaba vetada en el concierto deportivo mundial. Zola, quien corría descalza, con esparadrapos en los dedos de los pies, no se resignó al ostracismo, desempolvó partidas de nacimiento que demostraban que tenía un abuelo británico y adquirió rápidamente esa nacionalidad.
Fue recibida de uñas por sus nuevas compañeras, que la aislaron. Protagonizó uno de los momentos más dramáticos de la historia del atletismo femenino en la final de 3 mil metros de los Juegos de Los Ángeles 1984, cuando tropezó con la estadounidense Mary Decker, la Novia de América, gran favorita a la victoria, quien cayó al suelo y se retiró entre lágrimas.
Zola se hundió y terminó séptima, también entre lágrimas. Recibió amenazas de muerte, aunque las imágenes demostraron claramente que la culpa del incidente fue de la propia Mary Decker. En 1985 y 1986 fue campeona mundial de cross.
argelia
Hassiba Boulmerka
Primera campeona mundial nacida en África. Venció en los mil 500 metros de Tokio 1991 y posteriormente en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Fue amenazada de muerte por grupos integristas argelinos. Tuvo que mudarse a Italia. Ganó de nuevo el título mundial en Gotemburgo 1995.
Derartu Tulu y E. Mayer, Etiopía
Protagonizaron uno de los gestos más bellos de los Juegos de Barcelona. En los 10 mil metros ganó Tulu, de Etiopía, obviamente de raza negra, y fue segunda Mayer, sudafricana blanca. Terminada la prueba se fundieron en un emocionado abrazo y dieron juntas la vuelta de honor a la pista del Estadio de Montjuïc.
Hellen Chepngeno, una carcelera pionera en cross
Primera mujer campeona mundial de cross. Era funcionaria de Prisiones, una fórmula que utiliza habitualmente el país africano para ayudar económicamente a sus deportistas, aunque, evidentemente, no hace guardias en ninguna cárcel.
Lo que ahora es habitual (victorias africanas en campo a través) fue una novedad en Budapest 1994. En aquel instante cuatro mujeres se clasificaron entre las diez mejores; en la última edición, disputada en 2013, las doce primeras corredoras habían nacido en África.
María Mutola es toda una leyenda
Marcó una época en los 800 metros y es proveniente de un país sin tradición atlética. Fue campeona olímpica en Sídney 2000, mundial en Stuttgart 1993, Edmonton 2001 y París 2003, y oro en los mundiales en pista cubierta en siete ocasiones, entre 1993 y 2006. Su primera pasión fue el futbol, donde brilló en las ligas jóvenes en equipos masculinos, ya que no existían competiciones femeninas.
Viajó a Lisboa para fichar por el Benfica, pero las autoridades de su país vetaron a última hora ese fichaje. Su entrenador apreció sus cualidades, venció su resistencia inicial y la convirtió en subcampeona de África en pocos meses.
En 1991 recibió una beca del Comité Olímpico Internacional para entrenarse y estudiar en Eugene (Oregón, Estados Unidos), una de las mecas del atletismo de medias y largas distancias. Y se convirtió en una leyenda y casi es invencible: logró 50 victorias consecutivas entre 1992 y 1996. La llamaban el Expreso de Maputo.
En Europa
La holandesa Sifan Hassan se llevó el título en mil 500 metros y la plata en los 5 mil. Nació en Etiopía, llegó a los Países Bajos a los 15 años, se nacionalizó el 19 de noviembre de 2013 y compite como holandesa desde el 29 del mismo mes.
La sueca Abeba Aregawi también nació en Etiopía y fue subcampeona en mil 500 metros. Llegó a Suecia en 2009, adquirió la nacionalidad del país nórdico el 28 de junio de 2012, pero sin perder el pasaporte etíope, de manera que en los Juegos de Londres, que fueron en agosto, compitió con su país natal. Con Suecia compite ya definitivamente desde diciembre de ese 2012. Se casó con su entrenador, sueco de origen abisinio; se divorció, se marchó a Etiopía y volvió a casarse con un maratoniano de este país. Y allí vive desde entonces.
También por Suecia compite Meraf Bahta, nacida en Eritrea. Llegó al país nórdico a través de España y allí pretendieron deportarla, pero las presiones de la Federación Sueca de Atletismo no solo lo impidieron, sino que finalmente obtuvo la nacionalidad el 14 de enero de 2014.
Caster Semenya, Sudáfrica
Caster Semenya asombró al mundo ganando con extrema facilidad los 800 metros en los Mundiales de Berlín 2009. Ya estaba siendo investigada por la Federación Internacional, porque su aspecto hombruno despertó muchas dudas sobre su verdadera condición de mujer.
Sin complejos, Caster exhibió sus bíceps ante los fotógrafos, en la misma pista. La investigación duró casi un año y Semenya estuvo expuesta permanentemente al morbo público. Finalmente se llegó a la conclusión de que tenía un problema (que oficialmente no se ha dado a conocer), pero que podía competir como mujer. Probablemente era un caso de hermafroditismo.
La atleta, que cuando era niña iba vestida como un chico, pasó por momentos duros y delicados. En cierta ocasión paró para repostar su vehículo en una gasolinera y preguntó al empleado que dónde estaba el servicio. “¿El de hombres o el de mujeres?”, le preguntó este con sorna. “¿Qué pasa? ¿Quieres que te enseñe el sexo?”, respondió la atleta.
Tras su peripecia regresó a las pistas y fue segunda en los Juegos de Londres, pero nunca recuperó el nivel de 2009. Actualmente la entrena María Mutola.
Tirunesh Dibaba, Etiopía
Tirunesh Dibaba nació en Arsi, en Etiopía, en la misma región en la que vinieron al mundo dos mitos del fondo: Haile Gebrselassie y su estudiante aventajado, Kenenisa Bekele. Turinesh fue una niña prodigio que se proclamó campeona mundial de 5 mil metros en París 2003, con 17 años y 333 días, y es todavía la ganadora de la medalla mundialista de oro más joven de la historia. Pero también es una veterana de altísimo nivel: con 28 años ganó los Mundiales de 10 mil metros en Moscú 2013.
Un pequeño resumen de sus medallas. En los Juegos Olímpicos ha ganado tres oros y dos bronces; en los Mundiales, cinco oros; y en los Mundiales de cross ha ganado cuatro títulos y ha sido subcampeona otras dos veces. Está casada con un fondista etíope de élite, Sileshi Shihine, y sus hermanas Genzebe y Ejegayehu se encuentran también entre las grandes fondistas.