Muchas de las hipótesis alrededor de estas propuestas han estado basadas en el avistamiento de objetos no identificados (ovnis) alrededor del planeta. Además de esas observaciones, hay relatos de personas que han tenido un contacto directo con extraterrestres y en otros casos, desde aquellas que han sido abducidas.
Durante la década de 1970 hubo varias noticias sobre este tipo de sucesos en Guatemala y países de América del Sur como Perú, Venezuela y Argentina. Una exploración por los archivos hemerográficos de este medio dan cuenta de varios relatos y hechos noticiosos de aquella época.
Una nota de hace 50 años en septiembre de 1972 hablaba de Eduardo Mendoza, perito especialista en electrónica que afirmaba ser la única persona autorizada por la organización para investigar fenómenos aéreos (APRO) y cubrir el área de Guatemala en materia relacionada a ovnis.
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Mendoza compartió a Prensa Libre que en el país habían indicios de la presencia de extraterrestres en lugares como Salamá, Flores, Escuintla, Quetzaltenango y el hipódromo del norte en la ciudad capital.
Asimismo, Mendoza relató que un vecino de Amatitlán había visto y fotografiado un platillo volador en la localidad. De acuerdo con la nota de Prensa Libre, el vecino de Amatitlán había informado a la APRO sobre el caso del supuesto rapto de una mujer guatemalteca “por seres de otros mundos”. Mendoza agregó que existían otras imágenes de platillos que se habían encontrado sobre el volcán de Pacaya y San José Pinula.
En otra nota publicada en enero de 1972 por Prensa Libre se dio a conocer cómo un joven llamado Rolando Castillo Valenzuela, residente de la zona 1 capitalina, había observado platillos voladores desde su propia terraza, mientras estaba acompañado de sus hijos.
La nota agrega que para ese entonces Castillo había experimentado “la rara comunicación con los supuestos seres de otros mundos” quienes le informaban cuándo pasarían por Guatemala “y los planes pacíficos que les animaban para con los seres de la Tierra”.
El joven también explicó que los extraterrestres le habían dicho que no podían bajar tanto a la Tierra “por espacio indefinido, ya que en la atmósfera terráquea existía un microorganismo” que había sido desarrollado y los ponía en riesgo. Por esta razón, solo podían “descender unos cuantos minutos por su propia seguridad”.
En América del Sur
En los setentas, al igual que en Guatemala, pero de forma más “explícita”, se dieron a conocer hechos atípicos en América del Sur.
De esa cuenta cabe destacar una nota de julio de 1971 en la que se relata cómo en las faldas de un cerro en Perú, cayeron los restos de un ovni, que había producido “un gran estrépito en un radio de setenta kilómetros”.
También desde Perú se dio a conocer que una pareja había visto bajar dos sujetos tripulantes de un ovni. Según narra la nota de septiembre de 1976, los peruanos fueron palmeados en la espalda por los sujetos y luego desaparecieron.
“Tenían aspecto humano. Portaban dos potentes linternas que las utilizaron para enceguecernos y limitarnos la visión”, dijo Leoncio Jara Torres de entonces 55 años de edad a una agencia de noticias internacionales.
En Venezuela también se habían registrado hechos similares por parte de algunos campesinos quienes explicaron haber visto a seres extraterrestres que medían dos metros, llevaban una especie de cinturón color oscuro y lucían anteojos azules.
Por otro lado, desde Argentina también hubo historias relacionadas a este fenómeno. Un ferroviario de 28 años del sur contó a agencias de noticias internacionales que había sido paralizado por un rayo que le había impedido gritar “pero sí ver”. En ese entonces, había sentido como si lo absorbieran hasta que apareció “dentro de una esfera sin mobiliario y con paredes que parecían de plástico”.