Romero, de 63 años de edad, quien fue nominado para el premio Nobel de la Paz un año antes, por su decidida defensa de los derechos humanos en El Salvador, fue baleado “en el pecho y rostro, muriendo casi instantáneamente”, de acuerdo con información de testigos.
Los sicarios huyeron a través de una puerta de la capilla y abordaron un auto Volkswagen rojo.
Al conocerse la noticia el trafico se paralizó y un profundo silencio se apoderó de la capital salvadoreña. Romero había advertido meses atrás que tanto grupos extremos de la izquierda y derecha estaban proyectando asesinarlo para crear el caos que ambas partes pretendían utilizar en favor de su causa.
El vecino país vivía un conflicto armado en el que ambos bandos se disputaban el control político, quedando en el medio del fuego población vulnerable por la que Monseñor Romero abogó durante su ministerio como sacerdote y Arzobispo.
Años después la Comisión de la Verdad de Naciones Unidas en un informe, determinó que el autor intelectual del crimen fue el mayor Roberto D’Aubuisson, ya fallecido, fundador del partido derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena) que gobernó El Salvador durante 20 años.
Luego de un largo proceso canónico en el Vaticano, el Papa Francisco reconoció el martirio de Monseñor Romero y aprobó el decreto por el cual fue proclamado beato en una ceremonia el 23 de mayo de 2015 en San Salvador, El Salvador.