Ejemplos, abundan, pero uno emblemático fue la postura del gobierno del presidente Miguel Ydígoras Fuentes, el 21 de junio de 1960, de congelar el escalafón magisterial, al haber alegado falta de fondos para incluirlo en los salarios de maestros y el resto de burócratas. Estaba cerca el Día del Maestro (25 de junio). Los maestros venían de sufrir atropellos y luchaban por reivindicar el papel decisivo que habían tenido en la Revolución de 1944.
Parte de esas conquistas lo constituyó el Escalafón, es decir, la gradación de los salarios y la clasificación de maestros por tiempo de servicio.
Hasta la fecha, el escalafón empieza a aplicarse cada cinco años, y es funcional a partir de la clase B (en el caso de maestros presupuestados bajo el renglón 011, es decir, con plaza fija o permanente).
Conquista
El Escalafón fue una conquista del Magisterio contenido en el Decreto 1485, Ley de Catalogación y Dignificación del Magisterio Nacional, aprobada en 1956 por el entonces presidente transitorio Guillermo Flores Avendaño e irónicamente ratificada por Ydígoras Fuentes en 1961.
Dicha ley, que ampara desde entonces a maestros en servicio, contiene aspectos de selección, catalogación, mantenimiento y dignificación salarial.
En aquel entonces, el escalafón magisterial costaba Q9 millones al Estado. Los ministros de Hacienda, Manuel Bendfeldt, y de Educación, Gustavo Argueta, argumentaron que era imposible descongelar el escalafón, y que los maestros debían contentarse con recibir su salario. En igualdad de condiciones estaba el resto de empleados públicos cuyos sueldos no eran pagados a tiempo.
Ambos funcionarios indicaron que las demandas del Magisterio de rehabilitar el escalafón era contraproducente para la economía del país, “sobre todo en estos momentos, cuando se hacen esfuerzos enormes para cubrir las obligaciones adquiridas de salarios y sueldos de empleados y trabajadores del estado”.
Argueta indicó entonces que entendía la postura del Magisterio de defender el escalafón como una conquista del gremio, pero que en esos momentos era imposible restablecerlo, por la crisis económica del Estado. “Estoy de acuerdo como maestro que urge el mantenimiento de las garantías y derechos del magisterio nacional; que debe pagársele bien y que el escalafón es una conquista que debería mantenerse completamente en vigor”, argumentó.
Bendfeldt apoyó a Argueta –quien era ministro de Educación interino- y dijo que rehabilitar el escalafón magisterial equivalía a poner en riesgo las finanzas del Estado. “Es un asunto muy delicado”, afirmó.
Protestas
Obviamente, la postura de ambos funcionarios contaba con el aval de Ydígoras y su Gabinete.
Unos días antes, los maestros habían protestado por la medida de Ydígoras, cuya relación con ellos era tirante y hostil.
Estas manifestaciones de rechazo contra lo que muchos consideraron “una pequeña tiranía”, aumentaron con el paso del tiempo. A cientos de maestros inconformes se unieron estudiantes de Educación Media y universitarios, y empleados del Seguro Social. Para entonces, el magisterio nacional ya era un gremio empobrecido y olvidado.
Dichas jornadas -alimentadas por la rebelión militar- propiciaron la caída de Ydígoras Fuentes, en 1963, y el surgimiento del movimiento guerrillero en el país.