Se encargaba de generar anarquía para evitar el control de las autoridades y mantenía intenso contacto con los delegados de los carteles mexicanos, que venden la semillas de amapola a los campesinos guatemaltecos y después recogen el opio para trasladarlo a México, donde se cree que aún se mantiene el proceso de producción de heroína negra.
Según investigaciones, Chilel era una pieza clave para mantener la producción de heroína negra en México. Además, tenía relación cercana con narcotráficantes como Jorge Mario el Gordo Paredes y Otto Herrera García, quien fue extraditado en el 2007 a EE. UU., acusado de trasiego de drogas.
Temido y admirado
El Rey de la amapola era temido y admirado por los campesinos de Sibinal, Ixchiguán y Tajumulco, este último considerado el mayor productor de amapola de América, debido a la altura y terreno montañoso.
Un campesino dijo en una ocasión que Chilo —como también era conocido— era un buen hombre que ayudaba a quienes quería. Nunca se le veía solo, pues siempre lo acompañaba gente armada.
“Chilo era un cacique, se relacionaba con los campesinos a su propio nivel; tenía varios informantes que lo mantenían al día de lo que sucedía en las plantaciones. No le temblaba el pulso a la hora de utilizar la violencia cuando alguien desobedecía sus órdenes y sabía cómo mantener a las autoridades locales fieles a su causa”, comentó en una oportunidad un poblador.
Chilel era el hombre más buscado de Centroamérica hasta el 31 de agosto del 2006, cuando fue capturado en un operativo efectuado por más de 600 policías y unos mil soldados, en el que también se contó con la colaboración de las autoridades mexicanas y de EE. UU.
Según el Ministerio Público, Chilel se dirigía en un automóvil por la carretera a Tajumulco, acompañado de su abogado, Ronald Humberto Miranda, cuando fueron detenidos. El abogado también fue capturado acusado de encubrimiento.
Chilel permaneció menos de un año en prisión, pues el 24 de julio del 2007 fue liberado por un escuadrón armado que aprovechó que la Policía lo trasladaba a otra prisión. En el ataque murieron dos agentes y uno de los atacantes.
Ni la recompensa de Q50 mil, ni el desplazamiento de 600 efectivos de seguridad, ni los continuos registros a los que fueron sometidos los municipios marquenses después de su rescate sirvieron para dar con él.
La línea para denuncias anónimas de la Policía Nacional Civil (PNC) recibió miles de llamadas sobre el posible paradero de Chilel, y el 14 de mayo del 2015 fue recapturado en Almolonga, Quetzaltenango.
La condena
El miércoles último, el Tribunal de Sentencia de San Marcos lo condenó a 54 años de prisión inconmutables.
Chilel fue condenado a 30 años de cárcel por evasión y una multa de Q100 mil. También por incendio agravado, 12 años; lesiones graves, seis, y usurpación agravada, seis, para un total de 54 años.
Debido a que el delito de evasión —fuga— fue cometido con violencia se duplicaron los años de la condena, por lo que se le impusieron 30 años.
De acuerdo con las autoridades, Cornelio Chilel fue trasladado el miércoles último por la noche a la Granja Penal Cantel, Quetzaltenango, donde cumplirá su condena.