Núñez hace una valoración de cómo se debe entender la diplomacia de las vacunas y los aciertos y desaciertos de cada país para manejar la pandemia.
Según su análisis ¿en qué situación se encuentra Guatemala con el resto de la región en el tema de las vacunas?
Para analizar el tema de vacunas hay que hacerlo desde tres dimensiones complementarias. La primera es el diseño de los planes de vacunación en los distintos países y ahí vemos que prácticamente no hay ninguna diferencia porque todos los países desarrollaron de una manera relativamente temprana sus planes, tendieron a usar la misma estructura de priorización por factores de riesgo y edades y todas partieron de una premisa que era la disposición temprana y progresiva de vacunas.
En todos los casos centroamericanos, los planes siempre estuvieron supeditados en que se partía de una distribución temprana a través de negociaciones bilaterales que hicieron con tiempo como Costa Rica, El Salvador y Panamá y otros que lo hicieron de una forma más tardía como Guatemala y Honduras.
La segunda dimensión tiene que ver con el proceso de implementación de estos planes y del acceso a vacunas que tuvimos, aquí es donde vamos a encontrar diferencias notables. Vemos que Costa Rica y Panamá tuvieron un acceso más temprano a vacunas que el resto de los países. El Salvador tuvo una acción de implementación más contundente y un diseño más agresivo tras la decisión del presidente Bukele para negociar con la vacuna China y los países que enfrentaron mayor rezago fueron Guatemala y Honduras.
En términos de implementación fue un proceso diferenciado, eso tiene que ver con el grado de diversificación con las vacunas, CR empezó temprano porque priorizó la negociación con Pfizer aunque tuvo una implementación lenta porque rechazó la idea de comprarle vacunas a Rusia o China y por eso redujo sus opciones de mercado. En el caso de Honduras no está claro de su tardía negociación del gobierno con las empresas y con Guatemala pareciera haber habido una negociación concreta con Rusia pero que no estuvo amparada con un plan de entrega preciso.
La tercera variable es en qué medida estos planes han dependido de donaciones y, definitivamente, ahí tenemos a Guatemala con el país con mayor dependencia, mientras que Costa Rica es el país que menos ha dependido. Ahí te das cuenta de la efectividad o no que han tenido los países para negociar con las empresas fabricantes, además que vemos cómo China y Estados Unidos son los principales donantes, ahí también vemos cómo funciona lo que se ha llamado coloquialmente como la diplomacia de las vacunas.
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¿Cómo ha sido el cumplimiento de las negociaciones de las empresas fabricantes con los demás países?
Ese es un debate que también se debe abrir, cómo se da la entrega de vacunas con las empresas fabricantes porque ahí también encontramos distintos niveles de efectividad. El Salvador, Costa Rica y Panamá ha logrado tener mayor grado de cumplimiento con distintos niveles de efectividad, Costa Rica ha recibido entregas regulares de Pfizer pero a menor volumen de lo esperado, ha habido semanas que llegan 80 mil vacunas, muy por debajo de la expectativa que eran 200 y 300 mil semanales, pero eso depende también porque no hay capacidad suficiente de fabricación de las vacunas.
¿De quién depende el éxito de las negociaciones de las vacunas ¿De la confianza en la diplomacia del país, de los negociadores o de los fabricantes?
Creo que tiene que ver con un tema del tamaño del mercado. Las empresas farmacéuticas son empresas y un mercado de 300 millones es más atractivo que un mercado de 17 millones, que es el caso de Guatemala. Por eso el SICA (Secretaría de Integración Centroamericana) hizo un planteamiento interesante que era proponerle a los gobiernos una negociación colectiva desde el mercado centroamericano, pero hay que recordar que los gobiernos viven de las demandas internas de los países y el proceso para llegar a un acuerdo regional en el contexto del SICA se vio descartado en el camino frente a la prioridad de cada país y por eso decidieron que, ante la urgencia y la demanda interna, negociar bilateralmente.
¿Hubiera funcionado mejor hacer la negociación a través del SICA?
Creo que hubiera tenido mayor peso, pero le hubiera planteado a la Secretaría General del SICA un criterio de distribución. Es decir, le hubiera pasado el problema de establecer los criterios de distribución que tuvo Covax a la Secretaría del SICA y creo que fue eso también lo que terminó de debilitar la idea. A lo mejor un esquema mixto en el que los países hubieran podido colocar los fondos de forma bilateral y de forma colectiva hubiera podido ser una opción, pero creo que la propuesta del SICA no fue atendida por los países como una alternativa de negociación.
Pero ¿qué tanto tiene que ver también la capacidad de negociación de la diplomacia de cada país para el éxito de estas negociaciones con las empresas?
Creo que tiene mucho que ver con la velocidad en la que los países se mueven y la agilidad de los ministerios de Salud y de Relaciones Exteriores para establecer los marcos de negociación con las empresas farmacéuticas. Es una combinación del tamaño del mercado y la agilidad de los países para lograr negociaciones efectivas con planes de entrega que probablemente las empresas no vayan a cumplir a cabalidad, pero existen esos planes.
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Para hablar de los efectos de la pandemia, ¿cómo cree que golpeó la pandemia a Centroamérica con índices de desigualdad tan marcados?
Lo que el covid ha significado es una prueba de estrés que ha demostrado el nivel de salud de las economías y el grado robusto o débil de los sistemas institucionales que tenemos. Nos ha puesto en evidencia si nuestros sistemas de salud eran lo suficientemente fuertes para sobrevivir a una crisis y los que lo han logrado son quienes tienen el sistema de salud más descentralizados o han generado mecanismos más ad hoc. Hay una lesión importante sobre la economía de las familias y de las empresas cuyo rostro más visible es el del desempleo con distintos niveles de impacto. Pero también no es solo hablar del número de pobres, es un tema más complejo, estamos hablando de una regresión de indicadores sociales, hay una regresión de esperanza de vida, en las cifras de salud, efectos colaterales en materia hospitalaria que implica el abandono de otros planes de vacunación, de atención enfermedades crónicas, tiene un efecto colateral intenso. Los impactos en materia de educación que apenas estamos empezando a vivir, esa mirada es importante tener porque esta no es la única pandemia que vamos a tener.
Con la diplomacia de vacunas ¿cómo podría quedar comprometida Centroamerica con estas donaciones?
Creo que los países deberían tener la capacidad de definir estrategias de política exterior que respondan sus prioridades internas. Lo que te demuestra hoy es la relativa competencia entre EE.UU., China y Rusia, hay un escenario internacional más plural y competitivo en términos geopolíticos, hay una irrupción de una nueva potencia que se quiere posicionar como China y una potencia que se quiere reposicionar globalmente como Rusia. Estos dos actores tienen un interés de tener mayor presencia en América latina y eso incluye Centroamérica, pero creo que el corazón de la influencia estratégica de China y Rusia no pasa por el tema de vacunas, sino por otros ámbitos. En el caso chino, toda su estrategia tiene que ver con inversiones importantes en puertos para garantizar flujos comerciales globales que le permitan a China a tener acceso a bienes de primera necesidad. Las vacunas colocadas por Rusia y China son muy bajas en comparación con Estados Unidos, pero claro, esto también hay que verlo desde cada país, porque en El Salvador las relaciones con China se venían dando desde el gobierno del FMLN pero no se habían activado como lo está haciendo Bukele tratando de reducir la histórica dependencia que ha tenido con EE.UU.