Al menos eso dicta la Constitución Política de la República de Guatemala en su artículo 141, pero los primeros años de la novena legislatura han demostrado que la mayoría de diputados no respetaron esa independencia de poderes.
La denominada alianza oficialista ha decidido respaldar, a costa del mismo rechazo ciudadano, los deseos que vienen desde la Casa Presidencial: estados de calamidad, de sitio y nombres de diputados para dirigir el Congreso.
Al menos ese ha sido un rumor que ha estado haciendo eco desde hace dos años en los pasillos del Palacio Legislativo, acompañado de la supuesta compra de votos para afianzar puestos en la Junta Directiva del Congreso.
Desde 2020 y hasta los primeros días del 2022, Allan Rodríguez, diputado del departamento de Sololá por el partido Vamos por una Guatemala Diferente (Vamos), estará como presidente del Legislativo.
Un congresista nuevo, inexperto, que se estrenó en esta legislatura saltando directamente sobre la silla presidencial de uno de los tres poderes de Estado, donde a decir de expertos hubo nulos esfuerzos de diálogo para impulsar una agenda legislativa de país.
La fricción con la oposición fue tal que en más de una sesión Rodríguez fue incapaz de mantener el orden dentro del hemiciclo parlamentario, incluso en una sesión, a opinión de muchos, tuvo que “huir” de las críticas de la oposición y las preguntas de la prensa.
Allan Rodríguez ya no será el siguiente presidente del Congreso, su desgaste público hizo que los oficialistas jugaran sus cartas por la diputada Shirley Rivera.
Ella será la tercera mujer en dirigir el parlamento, aunque no tendrá un escenario sencillo por el legado que le deja Rodríguez y los pocos resultados palpables en casi dos años de trabajo.
¿Trabajo presidencial?
En los casi dos años que lleva esta legislatura Allan Rodríguez ha presentado 17 iniciativas de ley, según documenta el portal electrónico del Congreso de la República.
Un número que no parece ser malo considerando que en el 2020 Guatemala comenzó a enfrentar la pandemia del covid-19, pero esa cifra no refleja a ciencia cierta las iniciativas de Rodríguez.
De ese total, tan solo ocho son propuestas de ley, dos son decretos relacionados a la integración de la Corte de Constitucionalidad (CC) y siete medidas de excepción impuestas por la administración de Alejandro Giammattei.
Entre las propuestas de ley hay dos aprobadas por la situación coyuntural ocasionada por la pandemia, una se encuentra en segundo debate, tres están pendientes de dictamen y una más ya recibió un dictamen desfavorable.
La propuesta de Rodríguez que ya recibió un revés político fue la iniciativa 5915, la Ley de Libertad de Religión, Creencia, Culto y Conciencia, propuesta que a criterio de analistas financieros abre las puertas para que la norma sea aprovechada por grupos criminales dedicados al lavado de dinero.
Por su parte Rivera en dos años de legislatura tan solo ha presentado dos iniciativas de ley, según documenta la página web del Congreso, y una de ellas fue la 5915 que ya recibió dictamen desfavorable.
Con los antecedes de productividad del presidente y la futura presidenta del Congreso no extraña que las 38 comisiones legislativas tengan la misma pasividad, ya que en lo que va del año tan solo se han emitido nueve dictámenes de ley.
La herencia
Está claro que el Congreso de la República en manos del oficialista Allan Rodríguez no pudo responder a las demandas sociales, problemas latentes que la pandemia tan solo vino a maximizar.
Pero su poca experiencia política y hasta el mal juicio también contribuyo, en buena medida, a los malos resultados que mantiene la novena legislatura, según el análisis de Roberto Alejos, expresidente del Congreso.
“Nos deja como legado que no se aprobó ni el presupuesto, no se eligieron Cortes, es decir que fue una legislatura que no legisló. Por supuesto que cerró las puertas del Congreso, que había costado mucho abrirlas y que comenzó a cerrar la legislatura pasada, se le cerraron las puertas a la sociedad, al pueblo”, enfatizó el político.
La misma lectura tiene Jahir Dabroy, analista político de la Asociación en Investigación y Estudios Sociales (Asies), quien ha visto a un presidente del Congreso más preocupado por responder al Presidente que por impulsar una agenda legislativa de país.
“Se centró mucho más en garantizarle al presidente de la república el manejo de votos a discreción de los intereses del Ejecutivo en un espacio de articulación independiente de parte del legislativo. En términos generales esa es la evaluación que nosotros podríamos hacer mención de la gestión de Rodríguez”, señaló.
Sin reactivación económica
Cuando Allan Rodríguez asumió su segundo periodo presidencial, en su discurso fue enérgico al decir que iba impulsar una agenda de reactivación económica, propuestas de ley necesarias según expertos.
Pero las agendas propuestas ante la instancia de Jefes de Bloque, junto a su constante impuntualidad para comenzar las sesiones demostraron como la agenda parlamentaria no eran prioridad.
Los pequeños pasos que ha dado el congreso para reactivar la economía se reducen a las reformas a la Ley de Zonas Francas, Ley de Leasing y a la Ley de Simplificación de trámites, pero hay más temas rezagados según Paul Boteo, analista de Fundación Libertad y Desarrollo.
“Más allá de eso no se tuvo un avance más significativo e otras áreas que son igualmente importantes, una de ellas es el marco con el cual se pueda hacer la infraestructura en el país; que tiene que ver con la Ley de Contrataciones y con repensar el modelo de infraestructura”, señaló.
También están pendientes reformas legales que hablen de mejorar la infraestructura y que den certeza jurídica a los inversionistas, añadió Boteo.
“Los países que han tenido mayores crecimientos económicos usualmente logran interconectar los diferentes puntos de producción del país y sobretodo tener una infraestructura muy robusta para el comercio exterior (…) también hablar de leyes que puedan dar certeza jurídica a las inversiones, por ejemplo las que en su momento se discutieron y se aplicaron en Colombia en donde básicamente se le garantizaba a las empresas ciertas condiciones en los siguientes 15 o 20 años”, refirió.
La nueva presidenta
Shirley Rivera como la futura presidenta del Congreso para el periodo 2022 – 2023 tendrá un reto mayúsculo, quizás más que el propio Rodríguez al momento de asumir.
Será la tercera mujer en la historia del país en liderar el Organismo de Estado, sus antecesoras Arabella Castro y Catalina Soberanis lideraron congresos alejados de la polémica y las críticas que han rodeado al legislativo en los últimos años.
Deberá de cumplir con un rol ejemplar para que a futuro sea comparada con sus antecesoras, y no con una Roxana Baldetti que al llegar a ocupar uno de los puestos políticos más altos para una mujer desprestigió su legado.
Nineth Montenegro, exdiputada, esperaría que Rivera trate de dar soluciones a los problemas que más destacan en el actual legislativo, una división que rebasa factores ideológicos.
“El reto más grande que tiene una Junta Directiva, y una presidenta en este caso, es tratar de conciliar las grandes diferencias que hay entre los diferentes miembros del Congreso, no me refiero propiamente a diferencias ideológicas sino a diferencias en torno a la visión que se tiene de cómo se debe dirigir el Congreso ante la lentitud con la que se ha trabajado para lograr consensos a favor de leyes que puedan ayudar al país”, indicó.
La excongresista esperaría que Rivera trate de cambiar las cosas dentro del Congreso, para que pase de la inactividad a la actividad, generando consensos e impulsando leyes para el desarrollo de la mujer.
“Tratar de consolidar una agenda que interprete a los diferentes sectores y no solo uno, independientemente de que un sector mayoritario le dio el apoyo, en una democracia representativa las minorías también tienen voz y voto y deben ser escuchadas, si se incluye en la agenda esta minoría ella puede ir tratando de impulsar una agenda ágil, representativa, dinámica y de cambios”, puntualizó.
Los retos en 2022
Organizaciones de mujeres esperarían que ahora con una mujer al frente del Congreso se logre consolidar varias propuestas de ley detenidas, entre ellas la de desarrollo económico para la mujer y la que ordena la creación del Ministerio de la Mujer.
Aunque están conscientes que por la forma en que se ha desenvuelto la futura presidenta dentro del hemiciclo es muy probable que estos deseos se queden, únicamente, en aspiraciones.
“El hecho de que sea una mujer no quiere decir que represente los intereses de las mujeres lastimosamente. Ella se ha caracterizado por una agenda bastante conservadora, las únicas dos iniciativas que ha firmado se relacionan con la libertad de religión y la identidad de género, ella ha mencionado que está en contra de la agenda globalista y esa agenda globalista para ella es una agenda de Derechos Humanos”, señaló Lindsey Tillit, directora de fundación Alas de Mariposa.
Otro tema que destacó la también analista política es que los retos para Rivera se van a intensificar, todo por ser año preelectoral porque tendrá que dirigir un Congreso donde una buena parte de sus diputados estarán más al pendiente de los trámites legales para optar a una reelección que de su propio trabajo.
“Ella se va a enfrentar a un Congreso con partidos políticos que el próximo año van a empezar todas las asambleas de postulación de candidaturas, entonces como hacer avanzar ese proceso. También estará la elección de Procurador de los Derechos Humanos, la pendiente elección de Cortes, ella tiene retos muy grandes que pasan por la parte técnica, política y ética”, refirió.
Para Deisy Cotón, representante de la Asociación Política de Mujeres Mayas (Moloj), esperan que por ser una mujer la que estará al frente del Congreso se programen temas a favor de este sector, pero destacó la necesidad de separar la religión de la política.
“Siendo mujer esperaríamos su apoyo para la iniciativa de reformas a la Ley Electoral que estamos impulsando varias organizaciones de mujeres, concretamente el artículo 202 bis para el tema de paridad y alternancia, es algo que creo que ella también debería de impulsar por ser mujer, también estaría representada. En los partidos políticos siempre se juegan muchos intereses y las mujeres nunca somos prioridad”, culminó.
El periodo de Shirley Rivera al frente del Congreso comenzará el 14 de enero de 2022, de momento la última tarea clave que tiene Rodríguez para complacer al Ejecutivo es la aprobación del presupuesto.