Los señalados son Gudy Rivera, presidente del 2012 al 2013; Pedro Muadi, quien presidió la directiva del 2013 al 2014; Arístides Crespo, presidente del Legislativo de 2014 al 2015 y Luis Rabbé, el úlitmo presidente de esa legislatura, del 2015 al 2016.
En el caso de Rivera y Muadi, guardan prisión preventiva, el primero señalado de tráfico de influencias y cohecho, denunciado por la exmagistrada de la Corte Suprema de Justicia, Silvia Escobar, por haberle pedido que beneficiara a Roxana Baldetti con un falle favorable, a cambio de su reelección.
Muadi está acusado de asociación ilícita, peculado por sustracción y lavado de dinero u otros activos por supuestamente haberse beneficiado con varias plazas del Legislativo autorizadas durante su gestión al frente del Organismo Legislativo.
El pasado jueves, el Ministerio Público (MP), y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), solicitaron el antejuicio en contra de Crespo y Rabbé, ambos señalados de abuso de autoridad, peculado por sustracción y nombramientos ilegales, cerrando así el círculo de presidentes cuestionados por supuestas irregularidades durante su gestión.
Cristhians Castillo, analista del Instituto Nacional de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos, estima que los señalamientos en contra de estos cuatro presidentes del Congreso evidencian el proyecto político de Otto Pérez Molina y el PP.
Castillo afirma que Pérez Molina ejerció un gobierno de control total necesario para mantenerse en el poder o lograr, por cualquier medio, quedarse en la institución pública.
Afines al Patriota
Rivera, Muadi y Crespo, llegaron al poder del Legislativo con el Partido Patriota. Rivera, incluso, fue el secretario departamental de Guatemala para esta agrupación política.
Rabbé, por su parte, llegó al Congreso con la Unión del Cambio Nacional, luego se hizo independiente y tomó el poder de la Junta Directiva con Libertad Democrática Renovada (Líder); pero al frente de un grupo denominado Mi País, apoyó a Líder y al PP en la gestión parlamentaria durante los primeros tres años de mandato, sirviendo indistintamente a intereses de las bancadas mayoritarias.
Buscaban poder absoluto
“Copó todos los sistemas, buscó una aplanadora en el Congreso, intentó hacer una reforma constitucional y no pudo, intentó una ampliación de mandato y no lo logró, buscó la relección del partido. El objetivo era tener todo el control y para lograrlo necesitaba a personajes con esa visión”, dice el experto.
Según el análisis, en los cuatro años se colocó a un presidente del Congreso según las necesidades del exmandatario.
Rivera, el primer presidente, fue fundador del partido y estaba comprometido con la organización; Muadi, un diputado nuevo, fue colocado por su facilidad de manipulación y se logró tener un Congreso paralizado; Crespo, con más experiencia, fue puesto para impulsar temas que interesaban al partido.
La presidencia de Rabbé, según Castillo, se debió a que el partido ya había perdido la capacidad para concretar su proyecto político, por lo que cedieron el puesto, aunque los cuatro se prestaron a los intereses de esa agrupación.
Sobre los señalamientos a los congresistas, el analista estima que esto ha pasado y pasará porque los presidentes del Legislativo concentran mucho poder y esto los lleva a que se utilice de forma espuria.
Estos cuatro expresidentes del Legislativo se suman a otros dos señalados; Eduardo Meyer, quien dirigió la Junta Directiva del Congreso en el 2008 y fue condenado en el 2012 por el desvío de Q82.7 millones y Rubén Darío Morales, presidente en el 2007, acusado de coacción, malversación de fondos e incumplimiento de deberes, al ordenar el traslado de Q16 millones a Mercado de Futuros.