No es la primera vez que el ex mandatario ofrece entrevistas a medios internacionales, ni la primera vez que asegura que su renuncia y posterior captura, ocurridas el 2 y 3 de septiembre de 2015.
Pero sí es la primera vez que profundiza en decir que, como telón de fondo de su salida del poder, existe una especie de complot que hizo que parte de la población saliera a manifestar a las plazas, orquestado por diversos sectores y encabezado por el gobierno de los Estados Unidos a través de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG).
Pérez Molina reapareció este lunes 25 y martes 26 de enero en entrevistas publicadas por la cadena alemana para el extranjero Deutsche Welle (DW) y por el diario español El Mundo, respectivamente.
En la entrevista con la cadena alemana, Pérez Molina afirma: “nosotros sabemos que a través de la embajada y con dinero de Estados Unidos se movieron las redes sociales para incentivar la participación de la población”, refiriéndose a las manifestaciones ciudadanas que empezaron el 25 de abril de 2015 y siguieron durante 19 semanas consecutivas
https://twitter.com/TendenciasGuate/status/691979429711581184
“Lo que digo es que mucha gente actuó inocentemente y creyendo, pero lo que estaba detrás moviendo todo esto habían unos intereses, unos propósitos y una artículación que estaban haciendo muy claramente. El resultado de toda esta articulación fue que mucha gente decidiera asistir al Parque Central, pero mucha gente que llegaba con cientos de peticiones. Pero algunos medios de comunicación se han levantado de que fue el pueblo que se levantó completamente. Yo gané con casi dos millones y medio de votos. Y la manifestación más grande si mucho llegó a 80 mil personas. Dicen que fue espontáneo y que la población salió, pero aquí hubo mucha manipulación también”, afirmó a DW.
Sobre el mismo asunto, el exgobernante dijo a El Mundo: Yo digo que aquí no ha existido la 'primavera' guatemalteca.
También dijo no entender porqué la Fiscal General Thelma Aldana, nombrada por él, “se plegó a los intereses de la CICIG” dejando entrever una traición.
Sobre la coyuntura política y el triunfo de Jimmy Morales en la contienda presidencial, Pérez Molina agregó: “Ellos estaban muy claros: No querían ni a Baldizón, ni a Sandra Torres. Con toda la claridad. Y cuando empieza a surgir lo de Jimmy Morales, entonces ellos encuentran una alternativa en donde ahí hay un político sin ninguna experiencia, sin ningún equipo, y ellos miran una posibilidad todavía mayor para seguir teniendo o incrementar la injerencia que quieren tener en el país”.
En la entrevista al diario El Mundo, Pérez Molina confiesa que es “muy duro” estar un día de Presidente y al día siguiente “estar confinado en una cárcel tras ser despojado de la autoridad”.
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¿Usted pediría perdón a la ciudadanía por algo que hizo mal durante su mandato?, le preguntaron, y su respuesta fue: “Si tuviera que hacerlo no tendría el menor problema pero siento que no he cometido ningún delito ni hice algo con mala intención como para tener que pedir perdón.
“Espero que con el tiempo los guatemaltecos vayan entendiendo que aquí hay otros intereses detrás de todo esto y éstas son las razones por las cuales estoy en la cárcel y no porque haya fallado a la población”, agregó el ex mandatario que concedió la entrevista “sentado en una silla de plástico con las iniciales OPM, junto a la entrada de su celda, que en realidad es una casa prefabricada situada en un módulo aislado de la prisión”, según el reportaje.
El Mundo afirma que en la prisión del cuartel militar Mariscal Zavala solo hay 30 reclusos, la mayoría militares y policías, y que “Pérez Molina comparte espacio en la prisión con Gustavo Alejos, ex secretario del expresidente Álvaro Colom; el coronel Juan Chiroy, el empresario Max Erwin Quirin y Roberto Stalling, hijo de una jueza”.
Pérez Molina está acusado por la CICIG y el Ministerio Público de liderar la red de defraudación aduanera conocida como La Línea, la cual también sería dirigida por la ex vicepresidenta Roxana Baldetti, su ex secretario privado, Juan Carlos Monzón, y varios empleados de alto, mediano y bajo rango de la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) y desmantelada el 16 de abril del 2015.