Durante las últimas décadas ha sido notorio cómo en el sistema guatemalteco prevalecen figuras políticas personalistas, por encima de las organizaciones partidarias. El período de vida de estas últimas es, en promedio, de 13 años, y no logran trascender más de elecciones.
Esa es información que arroja el estudio Institucionalización de los partidos políticos: una aproximación al caso guatemalteco, de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes). La dificultad para permanecer a largo plazo, según esta investigación, se debe a varios factores. Algunos grupos podrían ser el vehículo electoral de figuras políticas recicladas.
En principio advierte de que los partidos políticos se constituyen dada la aspiración presidencial de un personaje y no por la construcción de un proyecto político de Estado, lo cual dificulta a las organizaciones institucionalizarse, pues giran en torno a una persona y no a un equipo.
Otro problema para permanecer en el tiempo se da cuando surge una competencia de liderazgos a lo interno de la agrupación y pierde quien originalmente la constituyó. Esto hace que el fundador se retire y cree un nuevo partido que gire en torno suyo.
Otro factor que afecta la sobrevivencia de los partidos políticos es cuando ya han hecho gobierno, pues perjudica su credibilidad ante la ciudadanía y hace imposible que tengan opciones ser reelectos.
Fernando Ixpanel, investigador de Asíes, explica que, para constituirse, los partidos se valen de figuras políticas.
“Se da una transacción de dinero o bienes entre las organizaciones y la ciudadanía —para recaudar el mínimo de firmas que requiere un partido para inscribirse—. Esta serie de dinámicas hacen que no sea posible impedir a la organización conformarse como partido”, dice Ixpanel.
El entrevistado enfatiza que se debe fortalecer al Tribunal Supremo Electoral para que sea independiente durante el proceso electoral.
“El órgano electoral debe velar porque las organizaciones políticas cumplan con los requisitos establecidos en la ley. Esto es difícil porque muchos casos electorales trascienden del TSE y se ventilan en el sistema de justicia”, afirma.
Además, debe fortalecerse la democracia interna de los partidos, para que no haya personas que busquen cooptar el liderazgo de estos.
“Hay que revisar las dinámicas internas y apoyar a los afiliados para que la mayoría tome las decisiones del partido”, dice Ixpanel.
Necios intentos
El proceso electoral 2023 parece aún lejano, pero desde ya unas 35 organizaciones aspiran a convertirse en partidos políticos. Algunas de estas son impulsadas por figuras políticas conocidas, que buscan un vehículo electoral que las conduzca a cargos de poder por primera vez o a recuperar espacios que habían perdido.
Crear un partido político no es un trámite sencillo. Primero debe integrarse un grupo promotor; luego hay que cumplir varios trámites administrativos, entre estos recopilar 489 simpatizantes para que el Registro de Ciudadanos del Tribunal Supremo Electoral lo inscriba como comité, para la constitución de un partido político.
Una vez inscrito el comité, tiene dos años improrrogables para reunir alrededor de 22 mil afiliados, equivalente al 0.30 por ciento del padrón, para convertirse en partido y postular candidatos a cargos de elección popular.
Por lo engorroso del trámite, lo imaginable sería que la cantidad de organizaciones que participan en cada proceso electoral fuera reducida; sin embargo, sucede lo contrario. Si todos los comités y grupos promotores logran inscribirse, para 2023 habría 55 partidos con posibilidades de impulsar candidatos. No obstante, es incierto cuántos superarán las barreras administrativas de la inscripción.
Sofía Montenegro, analista política de la organización Diálogos, explica que en los últimos años se han hecho reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, con el fin de que esas agrupaciones tengan presencia territorial en los municipios. Eso implica un costo para las organizaciones nuevas que quieran participar, porque desde el principio deben conseguir las 22 mil firmas.
Le puede interesar: Estudio regional confirma que Guatemala falla en la lucha contra la corrupción
No obstante, en la práctica se ha visto que muchos recurren a prácticas clientelares para cumplir con este requisito, y así logran inscribirse, pues de lo contrario no tendrían las capacidades para hacerlo.
“Algunos compran firmas o reciclan fichas que ya existen, en lugar de empezar el trabajo desde cero. Muchos de los partidos que conocemos son reciclados”, comenta Montenegro.
La politóloga utiliza el término “reciclaje” como un eufemismo para señalar que utilizan estructuras, integrantes, incluso nombres o logos para simular una nueva agrupación política y volver a impulsar a candidatos que, por una u otra razón, no alcanzaron un espacio en la distribución de puestos de las anteriores elecciones.
Reciclaje
Entre las organizaciones que aspiran a convertirse en partidos algunas son representadas por figuras políticas conocidas. Entre estas se encuentra el Partido Republicano, cuyo secretario general es Carlos Velásquez Monge, quien fue director de Aeronáutica Civil durante el gobierno de Jimmy Morales. Este exfuncionario, de hecho, enfrenta un proceso penal por un caso de corrupción en esa dependencia.
También destaca el Partido Verde, que tiene como secretaria general a Helen Vanessa Monte Bac, quien nunca ha ocupado un cargo de elección popular, pero sí su madre, la exdiputada Delia Bac, ligada a proceso por supuestamente haber utilizado fondos públicos para construir una carretera a una finca de su propiedad.
Otro nombre que destaca es el de Jorge Leonel Arévalo Canales, secretario general del Partido Popular Guatemalteco. Arévalo fue diputado por el Movimiento Reformador y del extinto partido Libertad Democrática Renovada (Líder). Esta última agrupación tuvo como máximo dirigente a Manuel Baldizón, condenado en EE. UU. por un caso de narcotráfico y la agrupación finalmente fue cancelada por constantes violaciones a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, sobre todo por haber sobrepasado el techo de campaña electoral en el 2015, el cual fue fijado por el TSE en Q52.4 millones.
Entre los grupos promotores que aspiran a convertirse en partido político también se encuentra Voces de Esperanza Nueva, cuyo secretario general es Mario Roberto Valdeavellano Hernández, actual diputado al Parlamento Centroamericano por la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE).
Valdeavellano Hernández fue jefe de seguridad de Sandra Torres, excandidata a la presidencia por ese partido; sin embargo, en marzo este grupo había recibido dictamen negativo del Registro de Ciudadanos, por haber incumplido con los requisitos, y, de mantenerse en firme esa resolución, no alcanzaría a convertirse en partido para las elecciones del 2023.
Muchos políticos optan por cambiar de partido para intentar convencer a los ciudadanos de sus intenciones y conseguir votos, pero el éxito de este ejercicio depende directamente de la cantidad de antecedentes a los que los votantes tengan acceso, que regularmente no es mucha.
Ixpanel considera que el castigo ciudadano hacia estas figuras dependerá de la cantidad de información a la que tenga acceso.
“Hay partidos que para inscribirse recurren a prácticas clientelares, se dan transacciones entre sus organizaciones y los ciudadanos, a cambio de firmas. Entonces cumplen con los requisitos que pide la ley y no es posible impedirles que se conformen como partido político.
Dependerá de la información a la que tenga acceso la ciudadanía el rechazo a estos”, opina Ixpanel.
Barreras
La politóloga Marielos Chang explica que las barreras administrativas que se deben superar dificultan la incursión de nuevos partidos políticos.
“Las barreras de participación son varias y benefician a los partidos que logran tener un financiamiento político alto. Estamos en un contexto de pandemia, y eso hace más difícil reunir a personas, la recolección de firmas y el poder realizar asambleas”, dice Chang.
Chang señala que muchas agrupaciones políticas se centran en un caudillo, lo cual no beneficia la institucionalidad, sino facilita que sean utilizados como vehículos electorales para llegar al poder. “Estamos en un contexto coyuntural crítico y es muy similar al 2015. Es muy especulativo decir cuál será el panorama electoral 2023, pero si tomamos en consideración lo que está pasando, vemos que la gente exige que los partidos sean cercanos a ellos, al igual que sus candidatos, y no que se aparezcan únicamente cada cuatro años”, expone.